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El periodismo que necesitamos

La Carta de la directora

18 diciembre 2022 09:05 | Actualizado a 18 diciembre 2022 09:09
Núria Pérez
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Lo reconozco, nunca me han gustado los extremos. No creo que todo sea blanco o negro. Y mucho menos en esa idea que se ha instalado en los últimos años de que, o estás conmigo (léase piensas como yo), o eres mi enemigo. Parece que hemos perdido la capacidad de escuchar, de dialogar sin alzar la voz, de ponernos en lugar del otro, de comprender e incluso aprender de los demás y de mostrar empatía. Quizá por ello comienzo mi selección de temas destacados de la semana con los Premios Ondas. Frente a una sociedad polarizada, la edición 69 de estos galardones ha querido reivindicar el lado menos crispado de la comunicación. Les recomiendo que recuperen al menos dos discursos. Uno, el de su presentador. Aimar Bretos empezó agradeciendo a todos los periodistas y medios de comunicación que han hecho un esfuerzo para que la guerra de Ucrania no quede en el olvido e hizo hincapié en que «es imposible un periodismo sin presencia». Asimismo, lamentó «la falta de espacios para la divergencia civilizada porque parece que todos vamos con el cuchillo en la boca».

Carles Francino representa la capacidad de escuchar, de dialogar sin alzar la voz, de ponernos en lugar del otro, de comprender e incluso aprender de los demás y de mostrar empatía

Fue el aperitivo de lo que diría después Carles Francino, Premio Ondas a la trayectoria y la mejor labor profesional. El director del programa La Ventana de la Cadena SER, que inició su carrera en Radio Tarragona y luego en Radio Popular de Reus, pidió «huir de la polarización». «Aquí en Catalunya sabemos muy bien, los últimos años, los peligros que comporta convertir un debate legítimo sobre ideas legítimas en la negación del adversario político», afirmó. «Tener a medio país encabronado con otro medio país es un nefasto proyecto de futuro y creo que nuestra obligación, desde nuestro modesto puesto de trabajo, es combatirlo, denunciarlo y, en la medida en que sea posible, atemperar los ánimos», sentenció.

No puedo estar más de acuerdo. El periodismo tiene que ser constructivo. Favorecer la conversación. Tender puentes. Empoderar a los ciudadanos. Centrarse en las soluciones y en el futuro. Ofrecer conocimiento a la sociedad sobre lo que funciona y da resultados. Aportar esperanza. En este sentido, aún recuerdo estremecida la frase «ustedes que pueden dialoguen» que pronunció Gemma Nierga, en la manifestación de repulsa por la muerte de Ernest Lluch. Fue uno de los días en que más orgullosa me sentí de esta profesión, muy denostada a veces, pero que cumple un papel esencial.

Aimar Bretos se emocionó el martes al presentar a Carles Francino como «el periodista que tenía colgado en un póster en mi habitación». A mí me pasó lo mismo al recordar que en la mía, en casa de mis padres, aún tengo uno de Iñaki Gabilondo. Será porque hace menos de un mes, decía que en España no sabemos discutir, con motivo de la serie documental ¿Qué (diablos) es España?

El turismo no es sexy

Queridos lectores y lectoras, tenemos un problema con uno de nuestros principales motores económicos. El sector turístico padece verdaderas dificultades para encontrar trabajadores. No es el único, sin duda. Cada vez hay más empresas con problemas para captar y retener talento. Pero esta actividad lo sufre más. Según explicaba el pasado viernes en el Diari, la directora general de Turisme de la Generalitat, Marta Domènech, el turismo no es un sector sexy ni cool para los jóvenes, y las empresas están «faltadísimas» de profesionales. Para Domènech, esta situación está relacionada con la demonización del sector turístico y con mitos que no son tales. Y es cierto. Pese a ser el segundo país turístico del mundo, tras Francia, y tener un potencial aún enorme en materia de turismo enogastronómico, deportivo o de naturaleza, no nos sentimos orgullosos de ello.

El periodismo debe favorecer la conversación. Tender puentes. Empoderar a los ciudadanos. Centrarse en las soluciones y en el futuro. Ofrecer conocimiento a la sociedad sobre lo que funciona y da resultados. Aportar esperanza

Como en su momento sucedía con la Formación Profesional (FP) respecto a los estudios universitarios, el turismo es considerado el patito feo de la economía. Las razones son históricas. Aunque hoy se evita hablar de temporada turística porque se trabaja para abrir el máximo número de días al año, durante décadas hablábamos de una actividad que comenzaba por Sant Joan y acababa en septiembre. Es decir, de un negocio estacional, con empleos temporales y, en muchos casos, sueldos bajos. Pero los tiempos han cambiado y el sector turístico de la Costa Daurada y Terres de l’Ebre ha hecho importantes inversiones para mejorar la calidad de sus instalaciones y servicios. El reto está ahora en dignificar el sector y el oficio, que es una manera de atender y hacer feliz a la gente y de trabajar y, a la vez, ganarse la vida cerca de casa. La cuestión de los sueldos la dejaremos para otro día porque, ¿cuántos sectores retribuyen bien a los jóvenes?

Enseñar a pensar

Eudald Carbonell impartió el viernes su última clase magistral como profesor de Historia de la URV con algunas frases que merecen ser destacadas. Me quedo con tres de ellas. La primera: «tenéis que escuchar a los mayores, son la memoria de nuestros sistemas sociales». La segunda: «lo más importante que haréis hoy aquí o es aprender: es asumir vuestra responsabilidad». La tercera: «lo importante es enseñar a pensar, porque mientras lo haces, tu también aprendes». Además de ejercer de embajador del territorio en yacimientos de todo el mundo y de situar la ciudad y la Universitat Rovira i Virgili (URV) en la élite mundial de la investigación en el campo de la evolución humana, Eudald Carbonell es de los sabios que más nos ha hecho reflexionar sobre nuestra evolución como especie y sobre los problemas que sufrimos, precisamente, por haber acelerado demasiado la historia. Habrá que estar atentos a su nuevo propósito: la redacción de una Teoría de la Evolución Social de la Humanidad. Ahí es nada.

Coll de Lilla y La Savinosa

La ministra de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, Raquel Sánchez, visitó el viernes las obras del Coll de Lilla, en la A-27. Veinte años después del estudio informativo, el tramo de 5,5 kiómetros que falta
y que hoy día se hace por la N-240, está cerca de ser una realidad. Sorprende, sin embargo, que la ministra no quisiera concretar una fecha de finalización porque no es lo habitual en política. Los retrasos acumulados, los problemas a causa de las características geológicas de los terrenos y las grietas causadas por las voladuras realizadas por la empresa constructora en el municipio de Lilla aconsejan, desde luego, prudencia, pero ésta es tan poco habitual entre nuestros representantes políticos que cuando se da llama la atención.

En el extremo contrario, podemos situar lo que ha sucedido esta semana con el proyecto para el antiguo preventorio de La Savinosa, cerrado desde 1972. El proyecto para transformar la finca en un gran espacio cultural y educativo de uso público cuenta con el apoyo de las instituciones implicadas y es una buena noticia. La sorpresa ha sido el anuncio de la fecha prevista para el comienzo de las obras, 2030, que, seguro que tiene sus causas. Pero tras cincuenta años cerrado y degradado, e innumerables promesas y propuestas, la buena noticia sobre La Savinosa no es únicamente que se desencalle su futuro, sino que sea lo antes posible.

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