Tarragona lleva demasiado tiempo a la espera de la nueva ordenanza de terrazas. Parece que está más cerca, con la previsión de que esté terminada y pueda entrar en vigor este verano. Aunque el calendario avanza y cada vez queda menos tiempo. ¿Estará lista de verdad? Los grupos municipales con representación en el Ayuntamiento debatirán hoy todos los detalles de la nueva normativa. Y si encaja, luego el trámite pasará por el pleno. Las terrazas visten de vida nuestras ciudades.
Plazas enormes y diáfanas llenas de ambiente en las calurosas y largas noches de verano o la vida que se respira en los enérgicos días de partido de fútbol decisivo. Pero necesitan una regulación que tenga en cuenta todos los pros y contras. Y esto es lo que debería contener la ordenanza que, en primer lugar, ya contempla multas más duras contra los incumplimientos reincidentes. Pero es necesario ir más allá.
Tarragona lleva mucho tiempo a la espera de la nueva ordenanza de terrazas. La previsión, si todo va bien, es que esté lista este verano
La regulación de horarios también es un pilar fundamental. La Guàrdia Urbana no debería tener el protagonismo que tiene constantemente, aplicando sanciones a quien incumple la normativa. No debería ser su papel principal. Su función debe ser otra.
Es una cuestión polémica y es difícil que todo el mundo esté contento. Pero si algo es más necesario que nunca es una regulación clara y bien definida. Y también, por supuesto, hace falta responsabilidad por parte de todas las partes implicadas. Responsabilidad de los propietarios de los locales, que cumplan al pie de la letra con la ordenanza. Y responsabilidad también de los clientes. El civismo es clave.
Si todos nos comportamos, seguro que las molestias serán menores en todos los sentidos y que la convivencia será más sencilla. Pero necesitamos que la administración ejerza el liderazgo necesario. Quizás es una utopía pero, si todo fluye, las ciudades estarán llenas de vida con sus terrazas bien ordenadas, limpias, cuidadas y garantizando el descanso vecinal. Una utopía que nuestras ciudades deben perseguir con todas sus fuerzas.