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La UE insiste en la libertad de comercio como religión

02 enero 2025 21:01 | Actualizado a 03 enero 2025 07:00
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«¡No al acuerdo del Mercosur!». Los agricultores vuelven a expresar su oposición al famoso tratado de libre comercio escuchado el miércoles 11 de diciembre. El acuerdo firmado el viernes 6 de diciembre entre la Unión Europea (UE) y los países del Mercosur (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay) irrita a gran parte del mundo agrícola europeo (francés, polaco, italiano y español) y provoca una protesta unánime de todos los sindicatos, mientras que la Comisión Europea asegura que el tratado no penalizará a los agricultores. Desde Bruselas se asegura que el Tratado contiene «muchas garantías», pero a saber qué considera garantías el comisario de Agricultura, el luxemburgués Christophe Hansen. Bruselas insiste que determinados sectores, como los lácteos o el vino, se beneficiarían de este tratado de libre comercio. Pero, ¿no será que Argentina no es el mayor productor de vino de America y uno de los más importantes del mundo? Y los lácteos ¿no hay vacas en Brasil, Argentina, Paraguay o Uruguay? Pues hay más vacuno que sapiens-sapiens. No es de extrañar que las protestas del sector primario sean cada día más contundentes. El sector de la pesca de arrastre o los agricultores llevan ya demasiado tiempo intentando que dejemos de mirar hacia otra parte. La sensación de que Bruselas favorece cada vez más a la industria, en detrimento de la agricultura o la pesca tradicionales, ha dejado de ser sensación para pasar a ser una realidad. Bruselas ya reconoció que las producciones de carne vacuna y porcina, aves, azúcar e incluso arroz podrían ser más sensibles a las distorsiones del mercado, pero han argumentado que las ayudas pueden paliar la situación. Esta es la visión burócrata y fría. No se preocupen, los dejamos sin agricultura, pero los subvencionamos. Algo similar pasará cuando llegue el momento de integrar a Ucrania en la UE. La producción de cereales del «granero del mundo» distorsionará absolutamente el mercado europeo. Pero, el dinero, creen, será capaz de todo. Porque antes que respetar nuestra soberanía alimentaria, nuestra tradición y nuestro estilo de vida, hay que proteger «el mercado». «Nos aseguraremos de que ningún sector agrícola de la UE corra peligro», insiste la CE. Pero para ello también es necesario crear un fondo de compensación de al menos 1.000 millones, «en el improbable caso de que el sector agrícola europeo sufra las consecuencias del tratado ». Un tratado que quizás no deberíamos firmar.

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