Peter Pan quiere ser un niño para siempre. No quiere crecer. No quiere entrar en el mundo de los adultos. Junto al hada Campanilla visita la casa de Wendy y sus hermanos John y Michael y los lleva a la Isla de Nunca Jamás con la intención de convertir a Wendy en la mamá de los Niños Perdidos. Pero en la isla vive el malvado Capitán Garfio y sus marinos, quienes odian a Peter Pan y harán lo imposible por destruirlo.
Pese a lo que algunos podrían quizás pensar, no se trata de un cuento surgido de la factoría Disney. Inicialmente fue concebido como una obra de teatro, estrenada en Londres en 1904 por el escritor escocés James Matthew Barrie bajo el título de Peter Pan y Wendy. Dado el éxito que tuvo entre los niños fue convertida en libro infantil en el año 1911.
¿Qué hace tan especial esta historia? Estos días publicábamos en este espacio cultural algunas de las obras literarias, cómics, cuadros, películas y composiciones musicales que quedaban libres de derechos con este 2025. Había transcurrido el tiempo requerido –entre 50 y cien años dependiendo de la legislación de cada país– para que pasaran a ser de dominio público, que en la práctica significa que pueden ser utilizadas sin permiso o sin tener que pagar al autor original.
Pues bien, Peter Pan es un eterno niño con un copyright que no tiene fin. Si en la fantasía ayuda a millones de niños a hacerse mayores, en el mundo real continúa curando a muchos otros enfermos. En 1929 el creador del cuento, el escritor escocés James Matthew Barrie, cedió los derechos de su obra al Great Ormond Street Children’s Hospital (conocido como Gosh), el gran hospital pediátrico de Londres y uno de los centros de investigación en enfermedades infantiles más importante del mundo. Una decisión que Barrie ratificaría legalmente, en su testamento.
Antes de fallecer, no obstatne, Peter Pan le reportó no pocos beneficios. En 1924 Paramount Pictures estrenó la primera incursión de la obra de Barrie con una película muda. En 1953 fue Disney quien hizo la primera película animada y probablemente la que acabó dándole esa dimensión que tiene hoy. Tras Disney llegó una versión anime, Spielberg con una película, luego una tercera, más adaptaciones, novelas, cuentos...
Barrie murió el 19 de junio de 1937 a los 77 años a causa de una neumonía. Desde entonces millones de libras esterlinas han ido a parar más o menos regularmente al centro sanitario. La única condición era que el hospital no podía revelar la cantidad exacta de los derechos de autor, cosa que siempre ha cumplido.
Sin embargo, la legislación acabó por atrapar el testamento de Barrie. Es decir, transcurridos los años pertinentes, las obras entran en dominio público o, lo que es lo mismo, los derechos de autor deben cesar. Como consecuencia, el centro sanitario dejaría de recibir dinero y, por ende, dejarían de entrar recursos para financiar la investigación. ¿Qué se les ocurrió?
Por una parte, el hospital tuvo la idea de encargar la continuación de la historia, una segunda parte. Concurso que, de entre más de 200 candidatos, ganó Geraldine McCaughrean, elegida por un jurado en el que se encontraba David Barrie, biznieto del autor. Peter Pan in Scarlet se lanzó internacionalmente el 5 de octubre de 2006. El libro continúa la historia de los niños perdidos, la familia Darling, y Peter Pan, en 1926 durante el reinado de Jorge V y después de la Primera Guerra Mundial. Así, la historia está ambientada veinte años después del personaje original. Todos, a excepción de Peter Pan, han crecido. Wendy es una mujer y madre. Los Niños Perdidos ya se han convertido en adultos responsables. Todos tienen que volver a la isla de Nunca Jamás, pero para conseguirlo deben volver a ser niños.
Sin embargo, más allá de la creatividad, la legislación también se ponía en marcha. En 1987, los derechos de la historia vencieron en el Reino Unido, por lo que solo un año después el gobierno hizo una excepción única en el mundo del copyright: Por ley se reconocía los derechos del hospital, si bien la letra pequeña sostenía que el centro sanitario no disponía del control creativo ni podía negar su permiso para una producción. No obstante, sí que obtenía beneficios por cada una de las series, películas, videojuegos o libros que se basaran en el famoso personaje. Esto, que valía para Europa, no servía en Estados Unidos, con Disney al fondo del camino, quien tiene sus propios derechos sobre el diseño de los personajes y las canciones de su propia versión de Peter Pan. Todo un galimatías que hace que sea un caso único.