Ya empieza a ser historia. Este martes el Ajuntament de La Canonja ha iniciado las obras de derribo del icónico edificio situado en el cruce de la antigua carretera nacional N-340 y la avenida de La Pineda, en el extremo sur del municipio. Tras más de dos años de completo abandono, el antiguo edificio San Vicente Ferrer será completamente derruido en pocos días, aunque los trabajos de desbrozo se prevé que duren todavía unas semanas más. Cambiará, de este modo, toda la fisonomía del acceso más meridional al pueblo de La Canonja, el más próximo a la industria química del Polígon Sud. Se trata, también, del primer paso previsto en el entorno que quiere revolucionar toda la zona en los próximos años.
El objetivo principal del consistorio es dignificar la zona, un proceso que empezó ayer con el derribo del club Vicente Ferrer. Después de haber limpiado todo el interior las últimas semanas, ayer fue el turno de la excavadora, que accedió al recinto vallado y firmó la sentencia final del inmueble. «No tengo la sensación de final, tengo sentimientos encontrados», reconocía el alcalde de La Canonja, Roc Muñoz. «El edificio ha estado presidiendo muchos años la entrada de La Canonja», recordaba.
El club Vicente Ferrer abrió puertas en los años 70, fundado por unos valencianos. Inicialmente fue un restaurante con habitaciones en las plantas superiores pensado para los trabajadores de la construcción y operarios de las fábricas que en ese momento se estaban instalando en un incipiente polígono petroquímico. Más tarde se convirtió en un bufet libre y, finalmente, en uno de los últimos prostíbulos de la zona. Una actividad que lo mantuvo abierto hasta 2021, cuando la pandemia lo cerró después de varias sanciones y deudas.
A finales de ese mismo año el Ajuntament de La Canonja adquirió el inmueble por 650.000 euros con el objetivo de instalar allí un centro de día y, después, una residencia. «La opción de un equipamiento municipal fue descartada por la poca consistencia del edificio», reconocía ayer el alcalde Muñoz. Ahora, después de haber adquirido las naves industriales de la finca adyacente y un solar de la zona, el siguiente paso era el derribo del edificio. La adquisición de esos terrenos costó a La Canonja 900.000 euros que, sumados a la del Vicente Ferrer, suman más de 1’5M€.
Se prevé que las obras de derribo se alarguen un mes y medio. El 80% de los escombros resultantes será reciclado como material de construcción.
La intención del Ajuntament de La Canonja, según explicó ayer Roc Muñoz, es el de poner los tres solares juntos (una superficie de más de 7.000 metros cuadrados) a disposición de la Generalitat para que ubique allí el Centre Català per a la Descarbonització de la Indústria. «El centro es necesario, y esta es una situación privilegiada a los pies de la industria química», apuntaba Muñoz sobre un emplazamiento que, además, proyecta la construcción de una rotonda en la N-340 y la llegada del esperado tranvía. La propuesta a la Generalitat ya está hecha, ahora se está a la expectativa de la formación del nuevo gobierno catalán.