La calidad del aire en el Camp de Tarragona sigue siendo objeto de debate. El Observatori de la Qualitat de l’Aire nació con la voluntad de poner datos sobre la mesa y, en el documento de 2024, presentado este lunes en la casa Joan Miret, revela que los principales compuestos emitidos por la industria petroquímica que están presentes en el aire ha disminuido.
Se incluye aquí el benceno, un compuesto cancerígeno y especialmente vigilado que se mantiene por debajo de los 5 microgramos por metro cúbico (µg/m³) legales de media anual. No obstante, no sucede lo mismo con la media de 1,3-butadieno, otro de los compuestos cancerígenos, que ha aumentado especialmente en El Morell, donde casi ha duplicado su presencia, y en Constantí.
Este compuesto no cuenta con una regulación, y por eso la industria se ha autofijado como ‘límite’ los 2 µg/m³ que recomienda el Ministerio de Medioambiente de Ontario. Según fuentes consultadas, se decidió «apostar por incluir la recomendación más exigente». El año pasado, El Morell registró 2,7 µg/m³.
Conviene aclarar que lo que se mide en este estudio son las inmisiones –la concentración del contaminante en cada punto del territorio, es decir, lo que respiraría una persona en aquel punto–, no las emisiones –la cantidad de contaminante que va a parar a la atmósfera desde una fuente–, que están reguladas por las autorizaciones ambientales. El Observatori admite que no siempre es posible identificar el origen de las puntas de contaminación.
En esta línea, fuentes del equipo admiten que están trabajando con los datos para saber qué pudo provocar el aumento de 1,3-butadieno en El Morell y Constantí –especialmente a finales de año– y afirman también que los registros de este primer trimestre de 2025 son positivos.
La iniciativa del Observatori fue impulsada en 2018 por Repsol, con el apoyo de la Associació Empresarial Química de Tarragona (AEQT), la coordinación del Institut Cerdà y la dirección científica de la Universitat Rovira i Virgili (URV).
¿Cómo funciona el estudio?
La entidad cuenta con 18 puntos de muestreo para tomar datos en 11 municipios: El Morell, La Pobla de Mafumet, Constantí, Puigdelfí, Tarragona, Reus, Vilallonga del Camp, Alcover, Valls, Vila-seca y La Canonja. Además, tiene otros cuatro puntos como referencia para comparar valores: Prades, Barcelona, Lleida y Girona.
Durante todo el año, el Observatori funciona con dos vías de análisis. La primera incluye el muestreo pasivo, que es el que se utiliza para conocer las medias mensuales, pero que no mide en tiempo real. Para este segundo método, la Generalitat de Catalunya dispone de puntos de medición en diversos puntos del territorio.
La primera técnica señala que la media anual de los 60 compuestos orgánicos volátiles que se miden en 18 puntos del Camp de Tarragona se redujo en 2024 en comparación con 2023, año en el que, en líneas generales, los indicadores habían aumentado. La presencia mayoritaria se da en puntos como La Pineda, la Universitat Laboral, los barrios de Ponent y El Serrallo, donde, a pesar de ser datos inferiores a los de 2023, se superaron los de otros años.
Estos compuestos pueden clasificarse en tres grupos, según el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico: los extremadamente peligrosos para la salud –por ejemplo, el benceno–, los clase A, que pueden causar daños significativos al medioambiente, y los clase B, los que tienen un menor impacto –como el etanol–.
Suelen utilizarse y transportarse en trenes, camiones y barcos del territorio, por lo que, aunque no exista normativa para su control, es necesario detectar su presencia, ya que algunos de ellos están clasificados como tóxicos por organismos internacionales.
El benceno
El benceno es un compuesto cancerígeno y nocivo para la salud que el Observatori analiza especialmente. Las medias anuales en el territorio apenas superaron 1 microgramo por metro cúbico, mientras que el valor máximo admitido de media anual de inmisiones es de 5 µg/m³.
Los puntos en los que hubo una concentración más alta teniendo en cuenta la media anual fueron Constantí (1,25 µg/m³), la Universitat Laboral (1,23 µg/m³), La Pineda (1,04 µg/m³) y Campclar (1,01 µg/m³).
En el caso de la medición del benceno en tiempo real, para así conocer posibles picos, la Generalitat de Catalunya, desde hace más de quince años, tiene instalados dos equipos –en Puigdelfí y Constantí– que controlan este compuesto en continuo. Cuando se llega en algún momento a los 20 µg/m³, debe llevarse a cabo un informe que notifique a la Administración, ya que los picos tampoco están regulados por normativa.
El 1,3-butadieno
Al contrario que lo que pasa con el benceno, el 1,3-butadieno incrementó su presencia –en comparación con el año previo– en el aire de Alcover, La Pobla de Mafumet, El Serrallo, Tarragona, Constantí y en El Morell, y bajó en el resto de los puntos. El catedrático de Química Analítica de la URV y director científico del estudio, Francesc Borrull, comentó que estos valores se deben a «incidencias en plantas» y que el viento puede condicionar que las puntas no coincidan en el tiempo en dos municipios cercanos.
En el 1,3-butadieno, también al contrario que en el benceno, no hay un dato límite de inmisiones –de emisiones sí que lo hay–, por lo que el Observatori decidió fijar el máximo de 2 µg/m³ de media anual antes mencionado, basándose en la recomendación del Ministerio de Medioambiente de Ontario.
En El Morell (2,70 µg/m³, el doble que los 1,43 µg/m³ de 2023), llegó a superarse esa recomendación, mientras que se rozó en Constantí (1,96 µg/m³) y estuvo más lejos en La Pobla de Mafumet (1,26 µg/m³), Bonavista (1,10 µg/m³) y la Laboral (1,09 µg/m³).
En el caso de los picos, es decir, del análisis a tiempo real, el Observatori tiene ubicados dos equipos en Constantí y en El Morell para detectar los movimientos del 1,3-butadieno, y, este año, los datos se han hecho públicos por segunda vez. Estas máquinas, similares a las que la Generalitat tiene para analizar el benceno, permiten determinar la presencia del compuesto cada treinta minutos, siendo 200 µg/m³ el valor máximo que puede detectarse.
Según el Observatori, el 1% de las muestras recogidas en El Morell superaron el límite arbitrario de 20 µg/m³ que se fija igual que con el benceno. Esto se traduce en unos 130 picos, media docena de los cuales llegaron a los 200 µg/m³ entre septiembre y octubre. El año anterior, el dato fue también de 1%, según el informe publicado en 2023. Por otro lado, en un 76% de los casos no se detectó el compuesto o había concentraciones tan pequeñas que no pudo cuantificarse –en 2023, fue el 73%–.
En el 9% de las muestras, los registros estuvieron entre los 0,25 µg/m³ y los 2 µg/m³ y, por último, un 6% fue desde los 2 µg/m³ hasta los 20 µg/m³. En total, se recogieron 13.056 datos.
¿Qué es el Observatori?
Este proyecto se puso en marcha en 2018 y, actualmente, 19 entidades e instituciones forman parte de su consejo social. Su finalidad es «evaluar los resultados obtenidos y proponer nuevos retos y objetivos para seguir mejorando la calidad del aire», ha señalado Borrull.