El 5 de julio de este año Míriam fue madre de una niña. Era su segundo embarazo después de que en agosto de 2022, en la revisión de las 23 semanas, le dijeran que no se escuchaba el latido del corazón del bebé que llevaba dentro. Estaba de seis meses y aquella primera hija tenía que llamarse Mar. «Se me cayó encima todo», dice. Todos los planes que estaba haciendo con su marido se truncaron. En su lugar, tuvieron que empezar a mentalizarse porque «iba a tener un parto y saldría con las manos vacías».
Asegura que lo peor era escuchar frases como «ya tendrás otro». Y, precisamente, el miedo a que se repitiera esta primera experiencia, fue lo que hizo que la llegada de su segunda hija se retrasara.
Míriam afirma que Mar «nació en silencio, pero siempre será mi primera hija». Y esto es lo que espera poder explicarle dentro de unos años a su pequeña, que este sábado la acompañaba en el acto conmemorativo del Día Internacional del Duelo Gestacional, Perinatal y Neonatal.
Este se celebró en los jardines del Àncora, en el Passeig Rafael de Casanova, un lugar que desde hace dos años cuenta con un espacio para el recuerdo. Este ya se ha convertido en sitio de peregrinaje para las familias que han perdido a un hijo de forma prematura.
El encuentro lo organizaron de forma conjunta el Tanatori Municipal de Tarragona, en colaboración con el Col·legi Oficial de Psicologia de Catalunya en Tarragona y la asociación A Contracor, una entidad, que acompaña a las familias que han pasado por una situación de estas características, a la vez que las ayuda a hacer red.
La psicóloga perinatal, Bàrbara Mas Cervelló, explica que, tras vivir tres pérdidas, «cuando las familias saben lo que has sufrido y por lo que has pasado se acercan y lo agradecen». Su vivencia personal y su formación la han acercado a un tema que «todavía tiene muy poca visibilidad», «con una afectación emocional muy alta». Y, para romper este «tabú», considera que es vital un acompañamiento que vaya más allá de los términos médicos y que se centre también en el ámbito emocional, de forma que los progenitores también conserven una caja de recuerdos con las fotografías, un mechón de pelo o las huellas de los pies de este bebé que ha fallecido demasiado pronto.
«No tenemos cultura de la muerte y, con el duelo perinatal, todavía menos. No se asume como una pérdida», afirmaba desde el Col·legi Oficial de Psicologia de Catalunya en Tarragona, Montse Domènech. Precisamente, este es uno de los aspectos en los que se centraba el manifiesto que se leyó durante el acto, cuyo objetivo era «normalizar» esta muerte ya que el dolor por el fallecimiento de un ser «es una experiencia normal, sana, necesaria y reconocida por la sociedad a nivel general».
«La vinculación emocional con el bebé no depende de las semanas de gestación, sino de lo que este significaba y el que como proyecto de vida representaba para su familia», recoge en uno de los puntos del documento, el cual reconocía las maternidades y paternidades «de los brazos vacíos». Asimismo, también reclamaron «poder inscribir legalmente a todos los bebés muertos, sea cual sea su edad gestacional».
Por su parte, la presidenta de empresa mixta Emserfumt, Ivana Martínez, ponía en valor que actos como este contribuyen a «cerrar heridas» y que «el dolor pase a ser un recuerdo» que ayuda a las familias a seguir adelante.
El acto conmemorativo se celebró después de que por la mañana en el Centre Cívic de Sant Pere i Sant Pau se hiciera un taller de confección de saquitos solidarios, que se entregarán a los hospitales. En total, se confeccionaron 26 arrullos, 33 gorritos y 11 saquitos, que se prevé que cubrirán las necesidades de todo el año de los hospitales del Camp de Tarragona.