Las obras del carril bici educacional están a punto de comenzar. Según confirma el Ayuntamiento, lo harán a lo largo de este mes de abril y, teniendo en cuenta que el plazo de ejecución es de cuatro meses, la nueva infraestructura entrará en funcionamiento a inicios del mes de septiembre, coincidiendo con el arranque del curso escolar y con el primer aniversario de la puesta en marcha del proyecto Ciutat 30.
La empresa Bigas Grup es la adjudicataria del contrato, que está pendiente de firmar para que ya puedan iniciarse la intervención. Cuando se formalice este trámite, la compañía tendrá un plazo máximo de un mes para empezar a trabajar sobre el terreno. El trazado cubrirá una distancia de 1.940 metros, que enlazará el Campus Sescelades, pasando por el Campus Catalunya, hasta la Plaça de la Imperial Tarraco. Una vez en este punto, los usuarios podrán seguir por los laterales de la Avinguda de Roma, hasta el puente del Parc Central, lo que prácticamente permitirá unir este vial con el carril bici de Ponent.
El concejal de Mobilitat del Ayuntamiento de Tarragona, Xavier Puig, reconoce que en este proyecto «partimos de las beceroles». La infraestructura más destacada de carril bici en la ciudad es la que une el Port con la Arrabassada, con algunas interrupciones. «Es un vial para ir los domingos con los niños. Está bien, pero ahora no buscamos una carril para los domingos, que también, sino de lunes a sábado para ir a trabajar o a estudiar», explica. El objetivo es conectar el barrio de Sant Pere i Sant Pau con el centro y Ponent, un desplazamiento que en el día a día cubren muchos estudiantes y trabajadores que podrían incorporar la bicicleta o el patinete como modalidad de transporte. Es uno de los elementos que el Gobierno tuvo en cuenta en el momento de planificar esta intervención, en la que se estudió detenidamente el Pla de Millora Urbana Sostenible de cara a la necesidad de cubrir lo que se ha convertido en una asignatura pendiente de la ciudad, a pesar del incremento de la movilidad sostenible en los últimos años. «El plan incluye un conjunto de carriles dibujados y ponía que las prioridades eran otras, como la Rambla por ejemplo, pero había alternativas más interesantes», asegura Puig.
El proyecto se había trabajado en el anterior mandato, cuando la Empresa Municipal d’Aparcaments hizo un primer esbozo del trazado. El Ejecutivo de Pau Ricomà lo sacó del cajón y vio la oportunidad de sentar las bases de aquel carril educativo que habían planeado desde la oposición y que debe permitir conectar dieciocho centros educativos de la ciudad. «Es una petición que nos hacía la universidad para conectar los dos campus, porque hay mucha gente que va en bicicleta y es inseguro», reconoce el tercer teniente de alcalde.
El Sindicat d’Estudiants dels Països Catalans aplaude que esta inversión siga adelante. «Es una demanda que proponíamos desde hace mucho tiempo», defiende su portavoz. Sin embargo, opina que la habilitación de esta infraestructura es «insuficiente» para atender el déficit en transporte público que sufren los estudiantes de la Universitat Rovira i Virgili. «Una parte de la crisis educativa que sufrimos es por el transporte, ya que nos dificulta la tasca y supone un sobrecoste», argumenta. Por lo que cree que esta inversión debería ir acompañada de una política de reducción de tasas del transporte público, que considera que son «abusivas».
Según confirma el concejal de Mobilitat, las obras empezarán en las inmediaciones de Sescelades para ir bajando de norte a sur. Desde Països Catalans, el carril bici se abrirá paso por las calles Ramon Comas i Maduell y Pi i Maragall, hasta cruzar el puente sobre la autovía A-7. Desde allí, seguirá por la Avinguda de Catalunya y la de Marquès de Montoliu hasta llegar a la Plaça de la Imperial Tarraco. Respecto al proyecto inicial se han introducido cambios, ya que se ha eliminado la parte que discurría por la calle de Sant Antoni Maria Claret. «Esto nos ha permitido estirarlo y que pueda seguir por la Avinguda de Roma, en este caso a través de los laterales, que con la limitación de velocidad a 30 casi nos permite conectar con Ponent», indica Puig.
Menos espacio para los vehículos
El carril será segregado y discurrirá mayoritariamente por la calzada, lo que obligará a reordenar la circulación y las zonas de aparcamiento en algunas de las calles afectadas. Es el caso de la Avinguda Marquès de Montoliu, en la que se eliminará un carril de circulación para los vehículos que suban. Asimismo, la nueva plataforma será con una textura y un color diferenciado. «Tal como lo estamos planteando, los carriles serán rutas largas, que permitirán ir de un lugar a otro. Es como una pequeña autopista, por tanto, tiene que ser muy evidente que allí hay un carril bici», describe el edil republicano. También se ha estudiado la iluminación de todo el recorrido, que se reforzará en aquellos puntos más oscuros, como puede ser el itinerario entre Quatre Garrofers y Sescelades.
Puig quiere dejar la parte de la Plaça Imperial Tarraco para al final. El itinerario que propone el proyecto es circular, pasando por delante de la antigua Facultat de Lletres –lo que obligará a reordenar toda esta zona– y siguiendo las aceras hasta la estación de autobuses. Es el único tramo en el que la plataforma está previsto que discurra por la parte que actualmente ocupan los viandantes, una cuestión que el Ayuntamiento está estudiando a raíz de una observación que salió en el Consell de la Mobilitat. «Miraremos de hacer algún ajuste para incrementar la seguridad de los peatones, por lo que lo dejaremos para el final», argumenta Puig. La aportación la hizo la Cooperativa L’Escamot. Pedro Redondo, uno de sus miembros, lamenta que «no puede ser que el gran perjudicado sea el viandante. Si alguien tiene que salir perdiendo es la movilidad no sostenible, porque al final se genera un conflicto de seguridad y la percepción es negativa», argumenta. El colectivo, no obstante, celebra los «pasos» que se están dando para solucionar este déficit en la ciudad. Aunque alerta de que «no pueden hacerse acciones aisladas, sin una estrategia transversal». Y esto aseguran que pasa por la creación de parkings, para facilitar que la gente que viene a trabajar a Tarragona pueda dejar el coche en las afueras.
En el único tramo en el que el carril bici no tendrá una plataforma segregada es el de la Avinguda de Roma. Sin embargo, está previsto que las paradas del autobús se desplacen de los laterales a la parte central, de forma que el tráfico rodado quede reducido a los vehículos que quieran aparcar.
El proyecto del carril bici tiene un coste de 447.000 euros, aunque finalmente a las arcas municipales le supondrá una inversión de 175.000 euros, ya que obtuvo una subvención del Departament d’Empresa de la Generalitat, que asumirá el resto.