Tarragona pulveriza todos los récords de población impulsada por el fuerte movimiento migratorio. Nunca como en este momento hubo tantos habitantes, 853.588 a 1 de julio de este año, porque nunca hubo tantos ciudadanos extranjeros: 155.077. Esta cifra supera incluso los registros marcados en la época de la burbuja inmobiliaria, a principios de siglo, cuando aquel mercado laboral en expansión y sin frenos disparó las llegadas.
En el último año los extranjeros han crecido un 7,6% y la población española en la provincia lo ha hecho mucho menos, un 0,6%, según las cifras de la Estadística Continua de Población. Pero incluso este último dato autóctono está condicionado por el auge de las nacionalizaciones de extranjeros. Es el mayor incremento en los últimos 15 años. Hay que volver a 2008 para ver cifras similares.
La razón fundamental es el vigor del mercado de trabajo, como indica Pau Miret, profesor colaborador de los estudios de arte y humanidades de la UOC e investigador del Centre d’Estudis Demogràfics: «El crecimiento vegetativo es cero y en algunas zonas es negativo, ya que la natalidad continúa cayendo. Todos estos incrementos de población que vemos se deben al crecimiento migratorio, concentrado en algunas zonas. Son migraciones familiares, se establecen aquí y traen a los allegados más directos. El motivo principal es laboral, de trabajo».
Esas llegadas se reflejan en los balances de la Seguridad Social. Superada la pandemia, las venidas del extranjero se han disparado, especialmente en Tarragona, que figura entre las provincias de España con mayores incrementos.
De la construcción al turismo
Tanto es así que hay algunos paralelismos con los años de aquel boom inmobiliario. Entre 2003 y 2010 el padrón de extranjeros crecía en Tarragona entre 11.000 y 20.000 personas cada año, según el INE. En los dos últimos cursos, los aumentos se sitúan entre los 8.000 y los 10.000, aunque está por ver si el ritmo se mantiene, como pasó en aquel momento. «Antes de 2009 el sector decisivo en estas llegadas fue la construcción. Ahora está siendo el turismo y todos los servicios relacionados. Estas llegadas son buenas noticias siempre que se mantenga la estructura económica actual. Si el mercado laboral empeora, se detendrán estas migraciones», apunta Miret.
En el primer semestre de 2023, hay dos países que destacan muy por encima del resto: Marruecos, con 2.120 llegadas en este primer semestre, y Colombia, con 1.640. La primera es una nacionalidad histórica en la provincia, la más abundante (más de 40.000 ciudadanos) y la segunda está en plena pujanza, con más de 7.000 en el acumulado.
Este boom migratorio exterior está compensando sobradamente la pérdida de población que origina una natalidad por los suelos, que en ningún caso se ha recuperado tras el socavón de la Covid. Hasta el mes de mayo, la natalidad ha caído un 14% en relación con el mismo periodo de 2019 y el descenso es continuado a cada año, por mucho que se haya dejado atrás la emergencia sanitaria.
Más comparativas que ilustran la tendencia. Durante el año pasado se registraron 5.856 nacimientos en Tarragona, una cantidad que quedó superada vastamente por los fallecimientos: 7.830.
¿Hacia una burbuja?
¿Compensa la migración ese batacazo de la natalidad? No es suficiente, a pesar de que los inmigrantes tengan más hijos y más temprano. «Las generaciones que más llegan son las del baby boom, precisamente allí donde hay más población, de forma que no es que los migrantes estén llenando las generaciones más vacías», añade Miret. ¿Es buena desde el punto de vista técnico tanta inmigración? «Lo ideal sería que nadie se tuviera que marchar de su lugar de origen pero, más allá de eso, todo depende del prisma político con el que se mire», añade Miret.
Hay algunos paralelismos con el pasado. «Me preocupan estos incrementos tan grandes por lo que tienen de burbuja, en cuanto a economía y mercado de trabajo. Puede ser que estemos ante una burbuja turística, como pasó con la construcción», dice Miret.
En otros aspectos, sin embargo, existen algunas diferencias: «Entre 1998 y 2008 vivimos un incremento de la natalidad, en parte debido a la inmigración, pero también porque habías más nacimientos entre los autóctonos. Ahora no estamos viendo eso, no hay ese paralelismo entre economía y demografía».
Así, por mucho que el mercado laboral funcione, persisten obstáculos decisivos como «el acceso a la vivienda o la precariedad de los primeros trabajos», cuenta Miret. Tarragona, como toda Catalunya, vuelve a erigirse en un polo de atracción y a demostrar su capacidad como tierra de acogida. «Sigue habiendo un desequilibrio muy grande en España, desde la revolución industrial pero ahora también en el turismo, y se ve por ejemplo en la España vaciada», señala el experto.
Por lo demás, los datos demográficos dibujan una normalización tras el coronavirus. A pesar de que la pandemia fue capaz de hacer retroceder incluso la esperanza de vida al nacer, un indicador muy estable, hay poco rastro ya del virus en estos balances.
La natalidad sigue en retroceso y la mortalidad se ha estabilizado, superados ya los diferentes picos de las oleadas. En términos absolutos, el número de fallecidos será cada vez más alto. «Por un lado, la longevidad hará aumentar la población y, por el otro, al tener estructuras cada vez más envejecidas, habrá más muertes, aunque la esperanza de vida se siga alargando», añade Miret.
Jóvenes y familias enteras
Luzmila Sejas, presidenta de la Asociación de Residentes Latinoamericanos en Tarragona (Arlet), admite «que está viniendo mucha gente de países de Sudamérica, especialmente de Colombia, donde la situación no es buena».
Los perfiles son variados: «Vienen sobre todo personas jóvenes y también algunas mayores, con toda la familia. Les cuesta encontrar un trabajo cuando llegan aquí y nosotros les ayudamos, les damos alimentos porque a veces llegan con pocos recursos». Se terminan adaptando con relativa facilidad y rapidez. «Aquí se encuentran bien y se acaban instalando mucho tiempo», relata Luzmila Sejas.
El INE, según este estudio recién publicado, sostiene que «la población de España aumentó en 135.186 personas durante el segundo trimestre de 2023 y se situó en 48.345.223 habitantes». A nivel global, las principales nacionalidades de los inmigrantes fueron la colombiana, marroquí y española. Illes Balears (0,58%), Catalunya (0,51%) y Comunidad de Madrid (0,45%) experimentaron los mayores aumentos de población. También en el cómputo general de España «el crecimiento poblacional se debió casi en su totalidad al incremento de personas nacidas en el extranjero».