Científicos por un día a pie de playa en Tarragona

Una veintena de personas participaron en el BioBlitz en la Platja Llarga, donde tenían que recoger y observar plantas, conchas, otros invertebrados y pájaros. Al final se convirtió también en una clase improvisada de biología

29 marzo 2025 12:39 | Actualizado a 29 marzo 2025 18:22
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Una veintena de personas, la mayoría matrimonios con hijos, se convirtieron este sábado por la mañana por unas horas en científicos a pie de playa. Su objetivo era básicamente buscar y observar plantas, conchas, otros invertebrados y también pájaros en la Platja Llarga.

Pero la actividad, denominada Nou Bioblitz –forma parte del proyecto Tarragona-GreenBelt’26– se convirtió en una clase de biología por parte de Eduard, uno de los técnicos del Ayuntamiento que ayer se encargó de guiar la experiencia. Una experiencia que, a pesar del fuerte viento, permitió observar golondrinas, un águila calzada –que ha invernado en Tarragona–, un gorrión común –en este caso solo se escuchó el canto de un macho para atraer la hembra–, gaviotas –mar adentro–, una banda de cormoranes –de camino hacia el norte– y, como no, el paso de una cotorra argentina.

Eduard recordó que en los próximos meses se van a realizar trabajos en la zona dunar de la Platja Llarga y también se retirarán bloques de hormigón, una actuación de conservación que se efectuará también en otros tres puntos del litoral de Tarragona. Unos trabajos que calificó de «sencillos» pero a la vez «importantes».

El BioBlitz es un evento de ciencia ciudadana donde el objetivo es registrar tantas especies como sea posible, una información que va a la base de datos de biodiversidad del municipio. Eduard reconocía que ha habido poca investigación en este campo.

A principios del siglo XX se estudió la flora de Tarragona. Y un poco para suplir este déficit de información, los científicos, a principios de este siglo, pidieron que los ciudadanos les ayudaran a recopilar estos datos, en lo que se denomina «ciencia ciudadana».

Tres partes

La actividad de este sábado se dividía en tres partes: la observación de aves –muchas de ellas procedentes de África después de haber pasado allí el invierno–, buscar plantas en las dunas e identificarlas y la búsqueda de conchas o otros restos en la primera línea de playa –no había muchas por el estado del mar–. Precisamente, se eligió la Platja Llarga para realizar esta actividad por su amplia biodiversidad.

La ‘clase’ se inició ya en la zona del aparcamiento, debajo de las moreras, unos árboles muy importantes, y más en esta época, que tienen las hojas pequeñas y las flores. Las pequeñas aves encuentran allí alimento.

También escuchar

«Calleu», exclama Eduard, «muchas veces, los pájaros no se ven, pero están», comenta. Procedente de la zona de restaurantes se escucha un gorrión (pardal, en catalán), una pájaro que hace sus nidos en grietas o desagües, y que está en regresión, quizás porque los humanos lo alimentan con comida procesada, cuando su dieta son los granos y semillas.

A muy alta altura sobrevoló una bandada de 20 cormoranes, que podían haber pasado el invierno en Marruecos, en el Delta de l’Ebre e incluso en el Port de Tarragona, «e incluso antes anidaban en Cap Salou y en el Bosc de la Marquesa».

«Si estuviéramos un día entero aquí en la playa, podríamos observar entre 35 y 40 especies de aves, de las cuales unas 10 son marinas», dijo Eduard.

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