El homenaje de anteayer a las víctimas del atentado terrorista de la madrugada del 18-A en Cambrils fue muy diferente en casi todos los aspectos al del día anterior en Barcelona. Como correspondía, la emoción y el respeto caracterizaron el acto frente al Memorial por la Paz inaugurado en 2018.
Fue una conmemoración sentida, que comenzó con un minuto de silencio que se guardó con decoro y donde los protagonistas absolutos fueron Roque Oriol, viudo de la zaragozana Ana María Suárez; Josep Maria Rovira (herido en el atentado) y Maria Teresa Mariné, de la asociación 11-M Afectados por el terrorismo.
Sin embargo, la presencia institucional distó de ser comparable a la de un día antes en La Rambla. Se notaron a faltar más miembros del Govern de la Generalitat, representado por la consellera reusense Tània Verge y la delegada territorial Teresa Pallarès (de Aragón asistieron Josep Javier Sada, presidente de las Cortes; Sira Repollés, consejera de Sanidad y Patricia Cavero, teniente de alcalde del Ayuntamiento de Zaragoza) e incluso del consistorio de Barcelona, que se debería haber solidarizado más con la otra ciudad que sufrió el ataque de los terroristas.
Y sucedió algo similar con el tratamiento irelevante del acto por parte de grandes medios que, en teoría, se dirigen a todo el territorio, una pena teniendo en cuenta que fue el homenaje que sí merecían las víctimas.