Barcelona y su área metropolitana están secas y la Generalitat ha endurecido las restricciones de agua para hacer frente a la desoladora sequía: el consumo máximo pasa de 230 litros a 210 por habitante y día; el riego de árboles queda reducido a la supervivencia o la limpieza de los vehículos sólo podrá realizarse en establecimientos comerciales dedicados a esta actividad. Estas son algunas de las medidas impuestas desde hace una semana para frenar el despilfarro. Pero el Govern tiene otro plan: «lo más fácil» para solucionar los problemas hídricos de Barcelona sería transportar agua de Tarragona en barcos, asegura el conseller de Acció Climàtica, David Mascort. No sería inmediato, sino a partir de marzo, tranquiliza la Agència Catalana de l’Aigua. Esperemos que llueva para entonces porque ni el río Ebre está para muchos alardes ni Tarragona, con los pantanos secos, va sobrada de agua.
La propuesta ha despertado recelo en el territorio. Si hay que arrimar el hombro se arrima, pero quizá lo que toque sea tomar medidas estructurales y no para salir del paso.