Magdalena

08 abril 2025 18:15 | Actualizado a 09 abril 2025 07:00
Natàlia Rodríguez
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Me parece interesante que la palabra griega para «hogar», nostos, esté estrechamente relacionada con la palabra nostalgia. La nostalgia se compone de dos partes: nostos, que significa hogar, regreso o retorno, y altos, que significa dolor, sufrimiento, anhelo o pérdida. El pasado es un hogar del que nos han expulsado. Podemos recordar, pero nunca regresar. Esto es lo que algunos críticos llaman el «efecto Proust». En su icónica obra En busca del tiempo perdido, Proust exploró, a través de un flujo de conciencia, cómo los recuerdos inesperados nos moldean y cómo las experiencias sensoriales (como el olfato o el sabor de una magdalena mojada en una taza de té) desencadenan recuerdos emocionales e intelectuales del pasado. Según Proust, medimos el tiempo no con relojes ni calendarios, sino mediante el mero ejercicio de nuestras facultades sensoriales y las elusivas reminiscencias que nos dejan. Proust es un escritor extraordinario. Pocos novelistas comprendieron la fugacidad de la vida, la memoria y la soledad frente a la velocidad del mundo moderno con tanta fuerza y dolor. Su atención al detalle, su angustia existencial y su disposición a ahondar bajo la superficie de la normalidad siguen siendo insuperables hasta el día de hoy. «La vida es demasiado corta y Proust demasiado largo», se quejó el poeta y periodista Anatole France en 1913. Estoy de acuerdo.

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