El hotel Lutetia tiene una historia lejos del lujo. En 1945 de abril a agosto el hotel se transformó en un centro de acogida para un gran número de supervivientes de los campos de concentración nazis. El Lutetia recibió dieciocho mil supervivientes del horror nazi. El general De Gaulle decidió requisar el hotel Lutetia, para acoger en sus 350 habitaciones las llegadas de deportados que se producían a cualquier hora del día o de la noche. Se contrataron voluntarios: médicos, trabajadores sociales, cocineros, exploradores y soldados, que intentaron devolver la humanidad a los espectros que llegaban cada día y a todas horas.
Los deportados llegaban llenos de piojos (todo el hotel era una masa de DDT), enfermos de tifus, muertos de frío a pesar de las temperaturas de primavera. Las familias acudían blandiendo fotografías de sus seres queridos desaparecidos esperando encontrarlos entre los cuerpos casi sin vida que llegaban al Lutetia. El vestíbulo Art Déco era un bullicio de llantos, gritos y parásitos. Con una fotografía en la mano, Juliette Gréco encontró a su madre y a su hermana mayor, supervivientes de Ravensbrück (el campo de Neus Català). Hoy una placa los recuerda a todos al lado de la puerta de servicio. Ironías de la historia.