Primera. En el tema de la juventud y de la educación, deberíamos replantearnos el fondo de la convivencia social o de la coexistencia a la que aspiramos. No veo posible que sigamos, desde una óptica democrática, pacífica y de seguridad y bienestar, en la manera en la que se está avanzando hacia el precipicio en la Barcelona actual.
Una parte del gobierno municipal, derivado del podemismo y del colauísmo, ya no pueden seguir imponiendo sus malos modos, altamente nocivos para la convivencia en paz y libertad. Y una parte de la oposición no puede aprovechar el mal gobierno, para propiciar un mayor deterioro de la ciudad condal. Barcelona, como capital de Catalunya, merece un especial cuidado en su fondo y en sus formas. O de lo contrario, acabará gravemente deteriorada, en claro perjuicio para todo el país.
Segunda. En el tema concreto de las diferencias entre independentismos, a pesar de sus esfuerzos en hablar de unidad, ya vamos viendo el deterioro de las relaciones entre las CUP y Junts, en el tema del referéndum para la independencia. Parece que los primeros siguen en sus planteamientos de ruptura y conflicto, mientras los segundos ya van aterrizando en la realidad y posponiendo en el tiempo sus aspiraciones.
Y todo ello, mientras ERC, con el president Aragonés procura cuadrar el círculo, mediante el mantenimiento de su diálogo con el gobierno central y la continuidad de su mayoría independentista, en menoscabo permanente de sus relaciones con las fuerzas no independentistas. Veremos hasta cuándo podrá mantener estos equilibrios, que empiezan a ser de gente de circo de alta gama.
Tercera. Quisiera mencionar un pequeño apunte de municipalismo en España. Allá, en Extremadura, los municipios de Don Benito y de Villanueva de la Serena, han empezado a trabajar para conseguir su unión en un único municipio, que sería el tercero de su comunidad en importancia. Parece que tienen más del 70% de su ciudadanía a favor.
Ya sé que están lejos de Teruel, pero en esta provincia ya tienen una fuerza política dedicada muy preferentemente a la defensa de sus ciudadanos, sus empresas y su naturaleza. Quizás haya llegado la hora de que en España tengamos unas fuerzas municipalistas importantes. Naturalmente, empezando por la fusión de centenares de municipios, pequeños y medianos. Los primeros para evitar su muerte lenta y anunciada; y los segundos para mejorar su presente y su futuro. El tiempo y los ciudadanos tienen la palabra. Pero sigue siendo cierto que la unión hace la fuerza. En la vida y en la política.
Por último. En Tarragona, somos muchos los que no entendemos la necesidad de eliminar el quiosco de la Imperial, de tanta historia personal y colectiva durante los últimos cincuenta años. Y algunos tenemos la fundada sospecha de conocer la verdadera causa de la falta de voluntad política del actual gobierno municipal independentista, que luego nos hablará de costumbres y tradiciones.