Así afecta la victoria de Salvador Illa al Gobierno y al PSOE

Moncloa confía en una victoria del PSC en solitario y descarta que la marcha de la legislatura se resienta

13 mayo 2024 00:13 | Actualizado a 13 mayo 2024 00:19
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La jugada ha resultado para Pedro Sánchez. El PSOE tenía dos grandes objetivos este 12 de mayo: que el candidato del PSC, Salvador Illa, se alzara con una victoria mucho más clara que la lograda en 2021, cuando ganó en votos pero empató con ERC a 33 escaños, y, más importante aún, que por primera vez en décadas el independentismo no sumara mayoría absoluta.

Los dos se han conseguido, aunque armar una mayoría suficiente para la investidura pueda no vaya a sencillo. A expensas del voto exterior, Illa iguala el record de 42 escaños alcanzado por el PSC en 2003 y llega al 28% del voto, seis puntos y medio más que Junts, que queda en segunda posición.

Lo previsible es que el exministro de Sanidad intente un gobierno en solitario apoyado en las fuerzas de izquierda, ERC y los Comunes, con los que alcanzaría la mayoría absoluta (68 escaños). Ese siempre ha sido considerado en el PSOE como el mejor de los escenarios posibles.

Pero al margen de cómo se aterricen los resultados, lo que ya es obvio es que servirán para que el presidente del Gobierno y su partido blandan con más contundencia el relato con el que en los últimos años han justificado sus controvertidas cesiones al independentismo, haciendo «de la necesidad virtud».

Los indultos, la derogación de la sedición y la mil veces negada amnistía, con la que el pasado noviembre pagó el apoyo de ERC y Junts a la investidura, se presentaron como medidas destinadas a devolver a Cataluña a la normalidad, a pasar página y dejar atrás el 'procés’.

«Las medidas del Gobierno de Pedro Sánchez para volver a la convivencia en Cataluña reciben hoy un aval y un impulso muy importantes», presumían ya anoche en la sede del PSOE, en la madrileña calle Ferraz.

«Hoy podéis decir a todos que votar al PSOE era la mejor decisión -alegó la portavoz de la formación, Esther Peña, dirigiéndose a los militantes de su formación- , que lo fue el 23 de julio y lo es cada vez que se abre una urna, para unir a los españoles y no para dividirlos».

Lo ocurrido no fue, en realidad, una sorpresa excesiva. Las expectativas entre los socialistas ya apuntaban hacia esta dirección en el momento en el que Pere Aragonès, incapaz de sacar adelante los Presupuestos que sólo había apoyado el PSC, decidió adelantar las elecciones.

Pero es cierto que, en la última semana, a medida que se acercaba la fecha de la votación, en el partido primaba la cautela. En la recta final de la campaña el Gobierno empezó a contemplar con cierta preocupación sondeos que recogían un esprint final de Carles Puigdemont, el epítome de la confrontación con el Estado.

«Si todo lo que hemos hecho es para que Puigdemont vuelva a ser ‘president’ los que nos tenemos que exiliar somos nosotros», reconocían en el partido, conscientes del rechazo que la amnistía -de la que, no obstante, apenas se habló en la campaña- ha generado incluso entre sus propios votantes.

Miedo a Vox Los socialistas aseguran no sentir ahora ningún temor a que su victoria repercuta negativamente en el devenir de una legislatura que solo puede avanzar si todos sus aliados le dan apoyo al mismo tiempo.

Su tesis siempre ha sido que pasara lo que pasara ni ERC ni Junts tendrían incentivos para hacerlos caer y abrir paso, eventualmente, a un Ejecutivo del PP y Vox que sus electores rechazan de manera rotunda.

En lo inmediato, las elecciones europeas del próximo 9 de junio, Sánchez llega con nuevos bríos. Los socialistas siempre han dado por hecho que tienen muy difícil ser primera fuerza, pero el resultado catalán les permite afrontar la cita con mejores perspectivas, a pesar de que, en contra de lo que se vaticinaba en Ferraz, también el PP ha demostrado más músculo del que le auguraban las previsiones, al pasar de tres a 16 escaños.

Anoche mismo, el PSOE dio ya el pistoletazo de salida a esa otra campaña que pretenden plantear como una nueva ocasión para frenar la «ola reaccionaria» que recorre el mundo. «Las elecciones europeas se plantean ya como un plebiscito para Alberto Núñez Feijóo, que solo aspiraba a superar a Vox y ha asumido -dicen- un discurso ultraderechista».

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