Septiembre es un mes de vuelta a la normalidad, lo que nos obliga a realizar una nueva redefinición de retos, de objetivos, de cara a esta última parte del año, una reflexión acerca del momento presente y sobre todo futuro.
En este sentido, nuestra labor como gestores de inversiones nos lleva a redibujar qué escenario económico vemos a partir de ahora y qué actuaciones deberíamos llevar a cabo. Varios focos a tener en cuenta, todos girando en torno a la evolución de la actividad económica, inflación y bancos centrales.
Que la economía se estaba desacelerando, era ya una realidad. No obstante, la resistencia que estaban mostrando ciertas parcelas de la economía como la asociada al sector servicios parece que estaba empañando la realidad. ¿Por qué en agosto han saltado las alarmas? Porque hemos conocido cómo el último dato de PMI de servicios de la zona euro ha caído inesperadamente en contracción por primera vez este año, lo que podría ejercer presión sobre el mercado laboral, sesgando los riesgos económicos a la baja.
Paralelamente, no olvidemos que las preocupaciones sobre China se están incrementando, las esperanzas de que la reapertura de China respalde el impulso al crecimiento mundial han dado paso a las preocupaciones sobre la pérdida de impulso de crecimiento de China. No obstante, EEUU sigue siendo más importante para las perspectivas de mercado que el país asiático, y es cierto que los datos siguen más sólidos, e incluso estamos viendo cierta recuperación en el sector manufacturero, por lo que de momento sería bastante factible seguir apostando por el escenario de ‘desaceleración suave’, aunque algo más fuerte en Zona Euro.
Asimismo, las expectativas de inflación parecen bastante ancladas en el entorno del 2,25% para los próximos 10 años, donde el mercado sigue esperando una progresiva disminución de las tasas de inflación, aunque todavía a niveles superiores al 2%, lo que subyace cómo ciertos cambios estructurales en la economía global pueden llevarnos a inflaciones algo más elevadas que en la última década, como la desglobalización, los cambios demográficos y la lucha contra el cambio climático, lo que ciertamente podrían requerir un período más largo de tipos de interés elevados.
Así, tenemos unos Bancos Centrales que de nuevo vuelven a su trabajo en septiembre. La lógica financiera nos apuntaría a una pausa en este momento, e incluso a una paralización en el ritmo de subida de tipos, para posteriormente producirse una consolidación en su actuación, antes de marcar las primeras señales de relajación monetaria.
¿Cómo definimos nuestras carteras?
En el escenario de una contracción suave, por el lado de la renta fija los diferenciales de crédito podrían ligeramente ampliar, pero de forma muy contenida, la curva probablemente cogería pendiente con los tipos a corto bajando más que los largos. En este sentido sobreponderamos crédito de alta calidad y también duración corta-media.
En cuanto a renta variable, nuestra visión sigue cauta. La incertidumbre macro tanto en Europa como en China puede seguir haciendo al mercado vulnerable, especialmente en esta parte del año. Por ello, apostamos por: temáticas de calidad: sanidad, consumo estable, también compañías grandes, versus pequeñas, y por último temáticas de crecimiento estructural: Inteligencia Artificial y robótica, van a seguir siendo claves en los procesos de digitalización de las economías. Esperaremos a ver cómo se desarrollan los datos a finales del verano / otoño, antes de evaluar si incrementar más riesgo cíclico y mantener las coberturas defensivas por ahora.
Beatriz Catalán Corredor es doctora en Economía y Directora de Inversiones en Ibercaja Gestión