Álex Saldaña: «Un mal divorcio puede llevarte a dormir en la calle»

‘Flores amarillas en la cuneta’ es la última de sus novelas, en la que aborda temas sociales como la lacra de la violencia de género o los sintecho

08 enero 2025 19:15 | Actualizado a 09 enero 2025 07:00
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Un accidente de tráfico. Una conductora se lleva por delante a un ciclista tras una cena. Da positivo en alcoholemia. Un muerto. Una cifra más en el cómputo anual de víctimas mortales en la carretera. Sin embargo, ¿qué pasa con esas dos familias rotas? La del ciclista, la víctima. La de la conductora. Flores amarillas en la cuneta es la nueva novela del periodista y exdirector de Diari de Tarragona, Álex Saldaña, publicada por Silva. Un relato en el que emergen inquietudes sociales como los sintecho o la violencia de género entre los jóvenes.

¿Por qué un accidente con un ciclista implicado?

Hubo una semana, en el Diari, en la que publicamos tres o cuatro accidentes de atropellos a ciclistas. Primero pensé en hacer un gran reportaje, pero finalmente se convirtió en una novela. Porque nos quedamos en el suceso, en el atropello. Todos hemos perdido a alguien y sabemos lo que es. Pero, ¿y la otra familia? ¿Cómo puede sentirse alguien que atropella mortalmente a un ciclista?

El miedo del conductor al ciclista también es real.

Yo también he andado en bici y la recomendación es que vayan en parejas para que se les tenga más en cuenta. La idea es que se visibilicen. Un tractor va a la misma velocidad que un ciclista y el coche espera hasta que puede pasarlo. Entonces, yo creo que el conductor también necesita educación para ver en el ciclista a un vehículo. Tienes que dejar la distancia de seguridad y tener respeto. Verlo como un vehículo de la vía, con sus derechos.

«Los héroes conviven entre nosotros, aunque no los veamos»

¿Cómo ve la legislación en estos casos? Usted plantea una situación dura.

Quiero creer en la justicia, quiero creer que funciona. Y entiendo también a las víctimas, que en algunos casos quieran venganza. Pero la justicia tiene que tener una función rehabilitadora. Está bien la parte punitiva, el castigo, pero también tiene que haber la del arrepentimiento, la parte rehabilitadora. Si no, andaríamos mal.

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¿La prisión rehabilita?

Tal y como está actualmente el sistema, no. Creo que quien entra en la cárcel sale peor.

Se trae cosas de Venezuela. Vocabulario... y la prisión.

Allí las cárceles son otra cosa. En una celda conviven hacinadas 50 personas, incluso con armas, hasta granadas se encontraron. En el interior hay cárteles que manejan un gran poder. No solo en Venezuela, en Sudamérica en general.

Justamente en la cárcel, alguna protagonista dice: ‘Todas estamos aquí por un error’.

En la novela hablo mucho de la fragilidad de la estabilidad. Tienes una vida normal y de repente se va todo al traste. Sí que es cierto que hay presas que son carne de prisión, como se dice, pero algunas están allí por un error. Son errores que tienen consecuencias.

Esta fragilidad la podemos trasladar a los sintecho.

Quería ponerlo de relieve. Igual que en el accidente y la prisión, una circunstancia determinada te puede cambiar la vida y llevarte a la calle. Un mal divorcio, un negocio que no se da bien. He conocido a gente, a través de testimonios directos o a través de mi mujer Norián, periodista del Diari, que están ahí por eso. Tenían una vida normal y de un día para otro se ven durmiendo en la calle.

Pero no los queremos ver.

Son invisibles. Creo que es más fácil pensar que son invisibles para pasar así por su lado sin hacerles ni caso y no afrontar el problema.

La violencia machista es otro de los ejes de la novela. ¿Está empeorando entre los jóvenes?

Los datos están ahí. Ignoro si es porque hay más denuncias. En todo caso, creo que ha habido un retroceso entre los jóvenes. Pensábamos que era una nueva generación que llegaba con otros principios, otros valores de igualdad, de solidaridad, de tolerancia... y vemos que no. Que ha habido una reacción a la contra.

«Un tractor va a la misma velocidad que un ciclista. Yo creo que el conductor necesita educación para ver en el ciclista a un vehículo»

¿A la contra del feminismo?

Algunos dicen que sí. Pero no le veo la lógica porque el feminismo persigue la igualdad. ¿Qué problema tenemos con la igualdad? Me preocupan los chicos que actúan así y las chicas que dejan que lo hagan, a las que les gusta el malote. No ven el problema y me preocupa que no lo vean.

¿Algo no hemos hecho bien como sociedad?

Por supuesto. La educación en valores es fundamental. Fomentar la tolerancia, el respeto, la igualdad... No se trata de criminalizar a los jóvenes. Han demostrado y demuestran que son solidarios, solo tenemos que verlo en la dana de Valencia. Son el reflejo de la sociedad y la mayoría viene con valores fuertes.

Si hablamos de héroes, ¿tenemos ídolos extraños?

Sí. Los héroes conviven entre nosotros. A veces los vemos, otras veces no. Pero están ahí, haciendo pequeñas cosas que, al final, son las que cambian la vida de la gente, más que las grandes heroicidades en un momento. Los héroes están entre nosotros, aunque a veces ni los vemos ni queremos verlos.

‘Flores amarillas en la cuneta’ ha contado con ayuda familiar...

Sí. Mi hija Ane, la artista de la familia, ha diseñado la portada. Y a Ainara la he utilizado. Es decir, tenía la misma edad que los adolescentes que protagonizan la trama y ella me ha ayudado con el tipo de música que escuchan o con el vocabulario.

¿Cómo ha sido meterse en la piel de los adolescentes?

Complicado.

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