El pasado 31 de diciembre, se cumplió un año desde que se aprobó la reforma laboral. Sin embargo, el Gobierno de España decidió suspender la entrada en vigor de la mayor parte de los aspectos relacionados con el nuevo marco de contratación hasta el 31 de marzo, cuando se hubieran cumplido los tres meses de plazo transitorio que dio la norma para la adaptación de las empresas a la nueva regulación. De esta manera, pronto hará un año desde que dicha reforma entró a formar parte del ordenamiento jurídico de manera definitiva.
Su principal objetivo era reducir el número de contratos temporales. Para hacerlo, se estableció por defecto el contrato indefinido y se limitó el ámbito de aplicación del temporal a circunstancias específicas como son las necesidades de producción previamente justificadas y la cobertura de sustituciones. El secretario general de UGT en Tarragona, Joan Llort, explica que «en el tema de los despidos no se ha mejorado mucho porque venimos de lo que venimos, la UGT denunció que, en España, el precio del despido es muy asequible y nada disuasorio».
Sin embargo, el economista y miembro de la Confederación de Empresas de Tarragona (CEPTA), Juan Gallardo, dice que «no es cierto que el despido sea barato en España, muchas de las indemnizaciones en el resto de los países son más económicas que aquí».
En el mes de enero, 39.323 personas firmaron más de un contrato indefinido en España. Dos años atrás, el dato fue de 1.342 personas, por lo que, en muchos casos, el contrato indefinido ha adquirido temporalidad. El secretario general de PIMEC, Josep Ginesta, remarca que «la economía de la demarcación depende mucho del turismo y del sector servicios, por lo que acabar con la estacionalidad y la intermitencia se antoja difícil».
Se han suprimido, prácticamente, contratos como los de obra y servicio —tendrán que justificarse explícitamente— y los de interinidad. Además, las empresas tendrán que contratar con categoría de indefinido a cualquier trabajador que encadene contratos eventuales durante 18 meses —en una horquilla de 24— en el mismo puesto.
Estas medidas han provocado que el número de trabajadores con contrato temporal en la demarcación de Tarragona se haya reducido. De 69.582 en febrero del año pasado a 38.562 a fecha de enero de 2023. Esto significa una reducción del 45%. Por otra parte, el total de indefinidos crece un 21% —de 159.493 a 193.156— y los fijos discontinuos se han duplicado —de 7.299 a 14.563—. Los indefinidos a tiempo completo han pasado de 123.996 a 141.950 y los indefinidos a tiempo parcial de 28.198 a 36.643. En el caso de los temporales, los trabajadores a tiempo completo han decrecido de 46.442 a 27.024, así como quienes trabajan a tiempo parcial, que se han limitado de 23.140 a 11.538. En todo el 2022, se firmaron en Catalunya 297.324 contratos fijos discontinuos, que contrastan con los 37.585 del 2021.
«Hacemos una valoración positiva de la reforma laboral, las patronales decían que no se podrían llevar a cabo todos estos cambios, pero se ha visto que ninguna empresa ha salido perjudicada», argumenta la secretaria general de CCOO en Tarragona, Mercè Puig. «Ha sido positivo para la clase trabajadora, teniendo en cuenta toda la problemática con la inflación y demás», añade.
Según Llort, «mucha de la eventualidad que había se está transformando, se estabilizan puestos de trabajo y ya no hay la incertidumbre que sí que existía antes». Pone el ejemplo de PortAventura, «que empezó abriendo tres o cuatro meses al año con fijos discontinuos, y ahora ya abre nueve».
En palabras de Gallardo, «es mentira que la temporalidad se haya reducido, lo que se ha hecho es un formalismo jurídico, cambiar el nombre del contrato; a efectos económicos, es lo mismo un contrato fijo discontinuo que uno temporal; se han maquillado muy bien las estadísticas, ya que ha sido una reforma cosmética por cuestiones políticas». Para el economista, «se deberían flexibilizar algunos aspectos para hacer más competitivas las empresas, la legislación laboral en este país es muy rígida, de las más rígidas de Europa». En este sentido Ginesta reconoce que «lo ideal es un contrato indefinido a tiempo completo, pero entre uno temporal y nada, el temporal es mejor».
Desde el ámbito del derecho, Andrea Guzmán, abogada en AM Advocats, expone que «actualmente, hay una subvención de 3.907 euros por cada contrato a tiempo completo».
El cambio se palpa también en el número de contratos iniciados mensualmente. Según datos del Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE), en diciembre de 2021 se firmaron un total de 2.461 contratos indefinidos, 1.493 de jornada completa, 655 de jornada parcial y 313 fijos discontinuos. En el apartado temporal, se llevaron a cabo un total de 19.843 contratos, 11.856 por circunstancias de producción, 5.468 por obra o servicio y 2.362 por sustitución, entre otros.
En el mismo mes de 2022, con la reforma laboral ya asentada, se acordaron 6.091 contratos indefinidos, 2.580 de jornada completa, 1.531 de jornada parcial y 1.980 fijos discontinuos. Por lo que a contratos temporales se refiere, se formalizaron menos de la mitad que un año antes: 9.269; 6.764 por circunstancias de producción y 1.980 por sustitución, entre otros. Según los últimos datos, de enero de 2023, del Observatori del Treball de la Generalitat de Catalunya, en la demarcación de Tarragona se han llevado a cabo 7.145 nuevos contratos indefinidos y 9.769 temporales. Puig comenta que «está costando, pero se está luchando para que aumente el número de fijos discontinuos, ya que, en el ámbito de la construcción, muchos contratos de los que se llevan a cabo son temporales y, cuando acaban una obra, tienen otra inmediatamente». Los sindicatos exponen que este tipo de acuerdo también debe aplicarse más en el sector servicios.
«Son modalidades que favorecen al trabajador más de lo que pensamos, para pedir una hipoteca, por ejemplo», destaca Puig. En la misma línea, Llort cree que «tener este tipo de trabajadores implica que conozcan el producto, den un plus de calidad e incrementen la productividad; quien tiene buenas condiciones, tiene trabajadores calificados».
En palabras de Guzmán, «el fijo discontinuo ofrece más seguridad laboral, pago de cotizaciones sociales y derechos laborales, pero también hay desventajas como la incertidumbre económica o la dificultad para acceder a créditos». Añade que «es importante evaluar cuidadosamente las circunstancias personales y profesionales, pero es mejor que un contrato temporal».
El paro y los fijos discontinuos
Algo que se ha venido argumentando desde que la reforma laboral entró en vigor es que, de alguna manera, desvirtualiza el número real de parados, ya que las personas con contrato fijo discontinuo que están inactivas no se cuentan como paradas. Con el antiguo contrato temporal no sucedía. De todas formas, la forma de contabilizar el paro sigue siendo la misma que la que dicta la Orden de 11 de marzo de 1985.
No hay forma de conocer la cantidad de fijos discontinuos que se encuentran inactivos. Están incluidos en una subdivisión de la categoría que se conoce como demandantes no ocupados (DENOS), un dato que el SEPE ofrece mensualmente, pero que solo se da por comunidades autónomas y no por demarcaciones. En él se incluye a los fijos discontinuos, pero también otros perfiles, como estudiantes o agrícolas subsidiados.
En palabras de Puig, «en Tarragona siempre se ha sido estacional con respecto al paro, es cierto que la forma de contabilizar los parados no se cambia desde el 85; se debería poder saber realmente cuántas personas están en período de actividad». «Hay en lugares donde existe más gente percibiendo el subsidio de desempleo que desempleados», afirma Gallardo.
Los testimonios
«Antes de la pandemia, la empresa me hacía contratos por días trabajados, dependía de la demanda», relata Rocío, vecina de Reus. «Con el confinamiento, tuve que hacerme autónoma porque la empresa cerró; cuando abrieron de nuevo, me ofrecieron un contrato como fija discontinua, con el que tengo más estabilidad», manifiesta.
Isabel, del Morell se hizo cargo de una cafetería un mes antes del estallido de la pandemia. La traspasó durante las navidades de 2021. «Me puse a buscar trabajo y una empresa me dijo que, si pasaba el período de prueba, me harían un contrato fijo discontinuo», apunta. Relata que entró a trabajar en mayo, pasó el mes, la hicieron fija discontinua, pero un mes después, le dijeron que la temporada había finalizado hasta el año siguiente.
«Me pasó lo mismo en la siguiente empresa, estuve tres semanas», indica. Ahora, trabaja por ETT. «De esta forma, estoy activa durante seis meses, el máximo para contratos por circunstancias de la producción, antes, podía estar el tiempo que fuera, aunque no me hicieran fija». «Tengo dos contratos como fija discontinua que me sirven de poco y me dificultan para solicitar ayudas», denuncia.
Opiniones dispares cuando la notoria y polémica reforma laboral cumple un año. Los contratos temporales han bajado, los fijos discontinuos han crecido. Más estabilidad, pero parece que el rompecabezas que es la temporalidad aún campa a sus anchas.