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La ‘obsesión’ por la economía circular

La circularidad, con la valorización de los residuos y el uso de agua regenerada como punta de lanza y principales agentes de cambio, se ha convertido en uno de los grandes retos -junto con la descarbonización y la digitalización- de las grandes empresas que operan en el territorio

29 noviembre 2024 18:03 | Actualizado a 29 noviembre 2024 18:04
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Sin duda alguna, por su peso específico en todo lo relativo al medio ambiente y la sostenibilidad, la industria química es líder en el desarrollo y aplicación de soluciones circulares en la provincia de Tarragona, con áreas pioneras como el reciclaje químico, la captura y conversión del CO2 en materias primas, los bioproductos o el tratamiento y reutilización del agua. El plan estratégico 2024-2028 de la Asociación Empresarial Química de Tarragona (AEQT), que engloba a las 33 compañías del sector en el territorio, incluye la economía circular entre los cinco ejes prioritarios a corto plazo, junto a la seguridad y el medio ambiente, la innovación y competitividad, las infraestructuras y el posicionamiento ante la opinión pública.

Por decirlo de forma clara y sencilla, «los residuos han de dejar de ser residuos para pasar a ser materia prima, y los avances en procesos como el reciclado químico van a jugar un papel clave», sintetiza el presidente de la AEQT, Ignasi Cañagueral.

En Tarragona se produce un amplio abanico de soluciones que permite acercar al consumidor final un sinfín de productos presentes en su vida diaria. Entre sus logros se encuentran, entre muchas otras, la reducción del peso y un menor consumo de energía -y por tanto menos emisiones en la movilidad-, el aislamiento de hogares y edificios, que contribuye a una mayor eficiencia energética, la mejora de las condiciones de conservación de los alimentos, y la oferta de materiales más avanzados y seguros para usos sanitarios y hospitalarios.

Estos ambiciosos objetivos de la industria de Tarragona se abordan desde varios vectores complementarios. En primer término, a través del diseño de materiales con mejores propiedades desde su origen, lo que amplía la durabilidad de los productos y facilita su reutilización una y otra vez.

Ese adecuado ecodiseño inicial hace posible reciclar cuando termina su ciclo de vida. De este modo, por ejemplo, se puede sustituir parte de las materias primas habituales por plástico usado, que se suma como material reciclado al producto para reducir el uso de recursos naturales y la generación de residuos.

El gran desafío de reutilizar el plástico

La sombra de la ingente cantidad de residuos plásticos que genera el estilo de vida actual oscurece desde hace décadas la imagen de las multinacionales vinculadas de un modo u otro a la cadena productiva. Básicamente, la tecnología avanza en torno a dos tipos de reciclado para el plástico: mecánico y químico.

Mediante reciclado mecánico se consigue incorporar hasta el 70% de residuos plásticos a los nuevos materiales en sectores como la automoción, fibras, aislamientos, embalaje... siempre con garantía máxima de calidad y con una apreciable reducción de la huella de carbono.

La idea de los departamentos de I+D+I es que ningún plástico que sea susceptible de ser reciclado termine en el vertedero o en la incineradora, incluso plásticos que están mezclados y que no son aptos para el reciclado mecánico. Ahí es donde entra el reciclado químico, que permite convertir esos residuos en nueva materia prima, es decir, a situarlos de nuevo en el inicio de la cadena de valor.

De este modo, se aporta una solución al residuo plástico y se evita exprimir el planeta en busca de un recurso fósil con el que iniciar la cadena otra vez. Lógicamente, no resulta un proceso sencillo: en primer término, entraña mucha complejidad ajustar todo el proceso termoquímico que pueda convertir el residuo plástico en aceite de pirólisis, y después, hay que adaptar las instalaciones para que se pueda usar dicho aceite como materia prima en la fase inicial de fabricación de nuevos productos.

Los productos plásticos fabricados a través de las tecnologías de reciclado químico se denominan plásticos circulares, que tienen la misma funcionalidad que aquellos que se fabrican con materias primas vírgenes, y cumplen los requisitos más exigentes en cuestiones de calidad, como en envases alimentarios, cosmética o sector médico, por citar algunos de los más relevantes.

«Creo que esta es una apuesta de futuro sin vuelta atrás -reflexiona el presidente de la AEQT, Ignasi Cañagueral- en la que Tarragona tiene ventajas competitivas respecto a otros, ya que parte de un ecosistema para el reciclaje mecánico y químico, con acceso a materia prima, es decir a residuos, bueno y barato, y después tenemos también consumidores de estos productos». «Asimismo, es también beneficioso que nuestros crackers sean de líquidos, de nafta», analiza en alusión a que puedan funcionar con materias primas no fósiles.

¿Luz verde a la Ecoplanta?

Cuando se menciona en la provincia de Tarragona la reutilización de residuos, de inmediato surge un proyecto con nombre propio por su envergadura: la Ecoplanta. Aunque han corrido ríos de tinta durante las últimas semanas a raíz del llamado ‘impuestazo’ a las grandes corporaciones energéticas, -desactivado, al menos temporalmente, por falta de apoyo parlamentario-, Tarragona se mantiene como sede de este proyecto en El Morell para producir metanol a partir de residuos sólidos urbanos no reciclables. Se trata de poner en marcha la mayor planta de estas características en Europa y sitúa de nuevo al polo petroquímico de Tarragona como un referente en circularidad, no solo a escala estatal, sino también europea.

Ecoplanta Molecular Recycling Solution es una joint venture integrada por Repsol y Enerkem que impulsa la primera instalación en España que transformará residuos sólidos urbanos no reciclables en metanol, materia prima utilizada para fabricar plásticos y biocombustibles. La tecnología empleada, bajo patente de Enerkem, permitirá reciclar el 75% del carbono presente en los residuos. Se preveía que la Ecoplanta pudiese estar operativa a finales de 2026, pero los plazos se están ralentizando.

Cuando entre en operación, la Ecoplanta reciclará cerca de 400.000 toneladas de residuos al año, el equivalente a la basura que genera una ciudad de 800.000 personas.

Los residuos llegarán desde los Ecoparcs (plantas de recuperación y tratamiento) catalanes, en especial del área metropolitana de Barcelona, para producir 240.000 toneladas anuales de metanol circular. Se calcula que este proceso permitirá ahorrar la emisión de 3,4 millones de toneladas de CO2 en los primeros 10 años de actividad.

La Ecoplanta tiene adjudicados más de 100 millones de euros del fondo europeo para la innovación, un porcentaje importante de una inversión que se cifra en torno a los 800 millones. Ha sido escogida como uno de los siete proyectos
-el único español- incluidos en la segunda convocatoria del European Innovation Fund de la UE (de los más de 300 que se presentaron), dada la aplicación de una tecnología tan innovadora.

La construcción de la Ecoplanta, y también del mayor electrolizador de España, -asociado a esta planta-, con 150 MW de capacidad y 300 millones de inversión, son sólo la punta de un iceberg de más de 30.000 millones de euros que suman los proyectos de transición energética en España, con capacidad para generar más de 70.000 empleos. Catalunya, donde se concentran casi el 50% de dichas inversiones, es una de las Comunidades más afectadas, con el País Vasco por detrás. Los proyectos en cuestión son fundamentalmente de hidrógeno renovable, biometano, biocombustibles (SAF), energía eólica y fotovoltaica y de movilidad sostenible.

Horizonte 2026: 40% de agua regenerada

Otro de los aspectos en que el sector químico de Tarragona demuestra caminar a la vanguardia del desarrollo industrial tiene que ver con el uso del agua. En este sentido, el modelo de economía circular ligado al consumo de agua regenerada nace hace más de una década. Desde la puesta en marcha en 2012 de la planta de regeneración de aguas residuales urbanas para uso industrial, el uso de agua regenerada por parte de la industria química no ha dejado de crecer hasta situarse en torno a los 6 hm3/año. Este volumen de agua, con una calidad excelente, equivale al consumo anual de una ciudad como Tarragona y alrededor del 18% del consumo total de agua por parte de las empresas del complejo industrial químico.

Las aguas residuales provienen de las depuradoras de Tarragona y Vila-seca, que después de su tratamiento son aptas para el uso industrial. «Ello supone una doble ganancia para el territorio: por un lado, estas aguas residuales urbanas no llegan al mar, y por otra parte el sector químico deja de consumir estos caudales de otras fuentes convencionales, de manera que están disponibles para el desarrollo del territorio», subraya David Montserrat, director de Aguas Industriales de Tarragona S.A. (Aitasa). En febrero de 2023, Aitasa inauguró una nueva planta, enfocada al tratamiento de aguas industriales con una inversión de más de 30 millones de euros, que permitirá en un futuro acercarse al objetivo de un 40% en el uso de agua regenerada por parte de las industrias en el horizonte del año 2026.

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