El impacto mileurista

El efecto arrastre de las últimas subidas del Salario Mínimo Interprofesional empieza a notarse con fuerza en los convenios colectivos, con diferencias de sueldo imperceptibles entre categorías distintas

21 febrero 2022 07:53 | Actualizado a 21 febrero 2022 16:54
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El Salario Mínimo Interprofesional (SMI) alcanza la barrera de los 1.000 euros al mes en catorce pagas. La semana pasada, la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, ratificó junto a los líderes de las organizaciones sindicales CCOO y UGT, Unai Sordo y Pepe Álvarez, el acuerdo que previsiblemente debería aprobar el Consejo de Ministros este próximo martes 22 de febrero, mediante un Real Decreto que no precisa del aval de las Cortes para hacerse efectivo.

Pese a los últimos incrementos del Salario Mínimo Interprofesional (SMI) en España, la subida que marcó la diferencia y arrancó el efecto arrastre sobre los salarios fue la de 2019

Las patronales CEOE y Cepyme, por contra, se descolgaron del acuerdo al considerar que no es el momento «económico» para hacerlo, porque la medida puede suponer una espiral inflacionista en un contexto de costes elevados de la energía, además de un incremento de las cotizaciones que tendrán que abordar las empresas.

De aprobarse según lo pactado entre el Gobierno y los sindicatos, este incremento salarial, distribuido en catorce pagas, sumará 35 euros a los 965 euros en los que se encuentra, hasta alcanzar  (con efectos retroactivos desde el 1 de enero) esa cifra de 1.000 euros tan cargada de simbolismo.

El incremento de la última revisión del SMI es de 35 euros al mes en catorce pagas

Aunque, más allá de sus derivadas mediáticas y políticas, no sea realmente nueva. Dividido en doce pagas, el salario mínimo ya había rebasado esa frontera de los 1.000 euros con la subida de 2019, cuando se pasó de los 858,55 euros mensuales (en doce pagas) a los 1.050 euros. Un salto que, a decir de algunos analistas, supuso un cambio mucho más profundo que el que conllevará esta última revisión.

Las últimas subidas (en septiembre de 2021, el Ejecutivo aprobó un incremento de 15 euros, desde los 950 a los 965 euros en catorce pagas) han acentuado, sin embargo, el ‘efecto arrastre’ iniciado con claridad en 2019, poniendo a no pocos convenios colectivos en un brete. Porque la realidad hoy es que hay categorías laborales con salarios marcados en el convenio por debajo del salario mínimo, pero empiezan a convivir también categorías laborales que ya no se distinguen por su retribución.

«Las últimas subidas del salario mínimo han hecho que, en determinados convenios, tengamos ya dos categorías laborales con idénticos salarios»

Manuel Muñoz Coll, URV

Lo explica Manuel Muñoz Coll, profesor asociado de Dret del Treball i de la Seguretat Social en el Departament de Dret Públic de la Facultat de Ciències Jurídiques de la Universitat Rovira i Virgili (URV): «En convenios colectivos que no se han revisado o que han quedado pendientes, lo que ha sucedido con las últimas subidas es que el salario mínimo se ha ido comiendo los salarios de categorías inferiores, hasta el punto de equipararse al de categorías superiores. Eso hace que, en determinados convenios, tengamos ya dos categorías laborales con idéntico salario, lo cual provoca un efecto arrastre que hace que las personas en esa categoría superior pidan un incremento salarial para diferenciarse [de los trabajadores en categorías inferiores]».

Con lo cual, prosigue este abogado, «el coste para las empresas no es solo el de incrementar los salarios en las categorías inferiores, sino también en las superiores, con pluses individuales o compensaciones hasta que no se renegocien las tablas salariales del convenio: de lo contrario, te podrás encontrar a un oficial que renuncie porque está cobrando lo mismo que un peón».

«No puede ser que una persona que asume el desgaste del mando cobre lo mismo que el subordinado»

Jorge Moraleda, CCOO

Al menos trece convenios colectivos con aplicación en la demarcación de Tarragona se encuentran o se acercan hoy a este escenario: Agropecuari; Fruita seca; Fruites i verdures; Comercio de materiales de construcción; Hostelería; Jardinería; Forners; Oficines i despatxos; Comerç general; Tallers per a persones amb discapacitat; Comerç textil; Contact center; Comerç minorista de productes d’alimentació, d’ultramarins i queviures.

En el caso del Conveni col·lectiu Agropecuari de Catalunya, por ejemplo, cinco de los siete grupos profesionales en los que se divide cuentan con salarios anuales por debajo del nuevo salario mínimo, con lo que el Grupo 2, con 14.032,39 euros al año, apenas se distinguirá de esos cinco grupos  que le suceden con una mínima diferencia retributiva de 32,39 euros más al año.

«Actualizar el salario mínimo nunca ha destruido puestos de trabajo»

Miquel Àngel Fuster, CEC

También en el Convenio colectivo del sector de la jardinería es previsible un efecto arrastre sobre los salarios de las categorías superiores, donde con el nuevo SMI la diferencia entre el salario base de un Aprendiz Jardinero y un Maestro Jardinero ha pasado de los 446,43 euros al mes en catorce pagas ( en 2020) a los 265,64 euros.

Los casos se repiten en otros convenios, con ejemplos como el del Conveni col·lectiu de treball del sector de forners de la província de Tarragona, donde un oficial de tercera pasa a cobrar lo mismo que un oficial de segunda, o el Conveni col·lectiu de treball del sector de comerç tèxtil de la província de Tarragona, donde la diferencia retributiva mensual (en catorce pagas) entre el salario base de un aprendiz y un jefe de sección ha pasado de 129,08 euros al mes a 25,49 euros al mes.

De cumplirse los objetivos marcados por el Gobierno para que en el año 2023 el SMI alcance el 60% del salario medio español, eso terminaría definitivamente con los restos de las diferencias salariales en las categorías más bajas de esos convenios colectivos.

Con el nuevo salario mínimo, la diferencia en el salario base entre un aprendiz y un jefe de sección en el convenio del comercio textil de la demarcación de Tarragona se ha reducido a 25,49 euros al mes en catorce pagas

«En 2020 -explica Manuel Muñoz Coll, de la URV-, el salario medio en España era de 26.934 euros al año. Actualmente, el salario mínimo supone, tomando esa cifra, un 51,98% del salario medio. Si se llega a ese 60%, teniendo como referencia el salario medio de 2020, el salario mínimo sería de 1.346,70 euros en doce pagas. Si eso sucede, este efecto arrastre en los convenios será mucho más exagerado, sobre todo si los convenios no se actualizan».

Jorge Moraleda, responsable de Negociació Col·lectiva del sindicato CCOO en Catalunya, coincide en que «desde 2018 y 2019, conforme fue actualizándose el SMI, eso empezó a afectar a algunos puestos, como los de aspirante, pero con las últimas subidas de 950, 965 y ahora 1.000 euros, cada vez está cogiendo a más gente».

«Cada vez -adelanta Moraleda- va a haber más puestos de trabajo y grupos numerosos a los que les alcance el salario mínimo, y es una realidad que está impactando en los salarios más bajos de determinados colectivos». Con lo que el efecto arrastre sobre otras categorías laborales, añade, va a acelerarse.

«Si la diferencia en la retribución sobre la persona que tienes inmediatamente debajo -explica Moraleda- es muy pequeña, no te va a merecer la pena seguir en ese puesto, con lo cual eso hará que los salarios intermedios suban».

«Entiendo -prosigue- que a las empresas que tienen a gente en situación de mando no les va a interesar no subirles el sueldo, porque no puede ser que una persona que asume la gestión y el desgaste del mando sobre otras personas cobre lo mismo que el subordinado, y ahora no se puede resolver bajando el sueldo al de más abajo. Hasta ahora, las tasas de desempleo y temporalidad se han usado para devaluar los salarios. Si esto se reduce, los salarios irán hacia arriba. En 2023, si se sitúa en el 60% del salario medio, eso tendrá todavía más impacto».

Un oficial de panadero de tercera cobrará lo mismo que uno de segunda

En opinión de Miquel Àngel Fúster, presidente territorial en Tarragona del Col·legi d’Economistes de Catalunya (CEC), «lo que hay que valorar es el nivel de dispersión salarial, y en España hay a día de hoy casi dos millones de personas afectadas por este salario mínimo redondeado a 1.000 euros brutos en catorce pagas».

«Otros países -prosigue Fúster- tienen convenios tutelados por la Administración, pero lo importante aquí es conocer la proporción de población afectada, no el importe del salario mínimo, porque en países nórdicos sin tradición de salario mínimo (como es el caso de Finlandia, Suecia o Noruega) hay niveles de dispersión salarial inferiores a los nuestros».

«Son países -explica- que parten de premisas de una mayor eficiencia del sistema público y sensibilización desde el punto de vista tributario, con lo que los niveles de dispersión salarial son inferiores. Creo, además que va en su propio temperamento, porque son mucho más igualitarios. Hay una clase media que es la parte más amplia de la pirámide, con unos niveles de salarios suficientes y una productividad más alta».

Respecto a los posibles efectos negativos de estos sucesivos incrementos del salario mínimo sobre el mercado laboral español, esgrimidos a menudo como argumento para aplazarlos a la espera de mejores condiciones, Miquel Àngel Fúster cita a David Card, el último premio Nobel de Economía: «El salario mínimo data de los años sesenta -explica Fúster-, se ha ido actualizando durante todos estos años y en principio nunca ha sido dañino en destrucción de puestos de trabajo. Es la conclusión a la que llegó David Card cuando dijo que el salario mínimo no destruía ocupación, y que como mucho generaba una pequeña inflación».

«Yo diría -prosigue Fúster en alusión a las voces contrarias a la subida del salario mínimo, con el argumento de que no es el momento propicio- que, a veces, se trata más de la pelea política que de la improcedencia de intentar que los salarios más desfavorecidos tengan cierta subida. A cambio, la contrapartida que tenemos que hacer los trabajadores es incrementar nuestra productividad».

El Consejo de Ministros debería aprobar este próximo martes la subida del SMI

Sobre la necesidad de aumentar esa productividad, «todavía hay mucho margen de mejora -asegura el presidente del Col·legi d’Economistes de Catalunya en la demarcación de Tarragona-, y se tendría que ver como una oportunidad de dar responsabilidad a la gente».

«Siempre es positivo -insiste Fúster- acompañar los salarios de las capas más desfavorecidas, que dado el nivel de precios de la cesta de la compra, del alquiler, etcétera, están en una situación muy complicada, pero debería hacerse de forma progresiva y consensuada con todos los agentes sociales».

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