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El Nàstic vence al Calahorra con más sufrimiento del esperado (Nàstic 3-2 Calahorra)

Los granas ganaban en el descanso por 2-0, pero a inicios del segundo tiempo el Calahorra igualó el choque y Bonilla lo ganó desde los once metros

19 marzo 2023 18:57 | Actualizado a 19 marzo 2023 18:59
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El Nàstic logró tres puntos ante el Calahorra, pero no fueron tan loables como los de hace quince días ante el filial donostiarra. Ni tan plácidos. Y eso que en el descanso el marcador señalaba un cómodo 2-0, con goles de Marc Fernández y Aarón Rey. Tan cómodo que el equipo se lo creyó ganada y acabó sufriendo. El conjunto riojano igualó y pudo remontar. Falló y en el último suspiro Bonilla transformó una pena máxima que ancló los tres puntos al Nou Estadi.

Había consenso en que no iba a ser un partido como los dos anteriores. La propuesta del Calahorra dista mucho de la que profesan Real Sociedad B y Barça Atlètic. Menos elaborada, por decirlo de alguna manera. Un planteamiento que exigía al Nàstic dar un paso más en las fases con balón. Sin volverse loco. Solo conceptos sencillos que pudieran dar continuidad a la línea que venía haciendo el equipo. Dani Vidal, técnico grana, los encontró en base a los contragolpes y las segundas jugadas. El dominio que exhibió el Nàstic en esas dos facetas en los primeros 45 minutos puso el encuentro en bandeja de plata.

El Calahorra no sufrió esa presión asfixiante que habían tenido que lidiar los dos filiales. No tenían su salida de balón y no hacía falta desgastarse tanto en tirar la presión. Valió con plantarse en un bloque medio para conseguir el objetivo de minimizar el juego con balón rival. Con las tres líneas bien enlazadas sirvió para atrapar al Calahorra.

Quedaba la segunda parte del guion dibujado por el técnico tarraconense. Aprovechar los incontables errores riojanos. Otro aspecto que sus chicos ejecutaron con precisión milimétrica. Mientras Montalvo y Montes imponían su ley en la medular, Lupu, en su vuelta a los terrenos de juego y sin máscara, demostraba la importancia de tener un ‘9’ de referencia. Un punta que recibiese de espalda y pudiera dar continuidad a la jugada con los extremos. Lo que se echó en falta en el Estadi Johan Cruyff.

La victoria de hace quince días con la Real provocó impaciencia en la grada. Querían que sus futbolistas fueran a por faena contra uno de los peores equipos de la categoía y los primeros minutos, con muchas imprecisiones, puso algo de nerviosismo. Nada que el gol de Marc Fernández en el minuto 22 no acallara. Una jugada que nació en la misma frontal. Aarón Rey lideró el contragolpe y lo llevó de ‘box to box’. Una pared con Marc Fernández le dejó el espacio para centrar. La rechazó la defensa pero tan mal que le quedó muerta para que el de Corbera pusiera el 1-0.

El segundo tardó menos de un cuarto de hora. Lupu puso la mitad. Se giró y puso un pase al espacio para darle a Marc Fernández toda la ventaja frente a los defensores. El futbolista recorrió la línea frontal para soltar un tiro que el poste rechazó. El rebote le cayó a Aarón Rey que sólo tuvo que empujarla a la red.

Todo lo que conseguía hacer el Calahorra eran centros laterales bien solventados por la pareja de centrales grana: Josema y Quintanilla. Al menos, lo hicieron durante la primera mitad, porque en la segunda concedieron dos remates que regalaron el empate a los riojanos.

Inexplicable lo que pasó en ese segundo acto. Un partido dominado, controlado y ganado se escapó por una inaceptable desconexión. El equipo regresó al campo sin tensión. Sin en la primera todos los duelos caían del costado tarraconense, en la segunda fue lo contrario. El Calahorra se imponía con facilidad. Colgaba balones sin oposición y nadie en la defensa conseguía depejarlos. Así llegaron los tantos de Baselga y Davo. Pudieron ser más, porque remataron lo que quisieron. Nadie hubiera pensado que este equipo no permitió ni un solo tiro limpio a la Real.

Cuando uno desconecta en medio del partido luego cuesta volver a meterse. El Nàstic quiso recuperar la iniciativa y las buenas sensaciones pero el rival estaba por delante. Un Calahorra que seguía buscando completar la remontada ante la incredulidad de la grada. Nadie daba crédito a lo que estaba pasando en el campo. El cambio de una mitad a otra. Se temían lo peor. Dani Vidal intentaba que sus chicos reaccionasen con los cambios. Pochettino y Guillermo dieron metros. Especialmente el extremo que puso ese punto de calma y de velocidad, al mismo tiempo. Aunque fue Bonilla, recién salido al verde, el que rescató la victoria desde el punto de penalti. Sacó el castigo Marc Álvarez, que obligó al central a despejar con el brazo. El árbitro no dudó en señalar los once metros. El soriano no perdonó.

Aun hubo tiempo de sufrir. ¿Qué sería ser del Nàstic sin ese punto de angustia? Cada centro lateral era una penitencia. Un agonía que no acabó hasta el pitido final. Tres puntos para alejarse de la zona baja y seguir creciendo.

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