Una fiesta de año nuevo es la que vivió el Nàstic ante una Gimnástica Segoviana a la que destrozó en una de las actuaciones más brillantes que se le recuerdan al equipo en muchos años. Una exhibición de juego, colmillo y ambición de un equipo que ha demostrado que el 2024 ya ha quedado atrás y el 2025 promete. De momento, se duerme en play-off.
El parón navideño ha servido al equipo grana para recargar pilas, analizar defectos y potenciar virtudes. A Dani Vidal el calendario le ha concedido una tregua que ha servido para volver a dibujar un conjunto que ilusiona porque con actuaciones como ante la Gimnástica Segoviana es candidato a todo. Si a eso se le suma que talentos como Pablo Fernández, Víctor Narro y Marc Montalvo ofrecen su mejor nivel, el cocktail es explosivo y sobre todo, ganador.
Apenas se habían cumplido 15 minutos de partido cuando el Nàstic ya había dejado síntomas de reacción respecto al mes de diciembre de 2024. En lo emocional y en lo táctico se veían cambios que ofrecían esperanza.
Dani Vidal le había dado vueltas al once inicial y al final había decidido apostar por una novedad firme. No tanto en lo nominal, pero sí en la pizarra. Pablo Fernández iba a jugar solo como referencia ofensiva y a su alrededor se iban a juntar tres jugadores. Víctor Narro, Jaume Jardí y Marc Fernández fueron los escuderos en una vuelta de tuerca que desarmó a la Gimnástica Segoviana.
Pablo abría la lata
El rival salió al Nou Estadi a morder y le ofreció al Nàstic un plan de partido dulce. Un regalo navideño sin caducidad que los granas aprovecharon. En una de esas muchas presiones estériles que plantearon los segovianos, el conjunto tarraconense volvió a salir con mucho aire. Joan Oriol encontró a Pablo Fernández en pleno vuelo y le filtró un balón que superó a la defensa de la Gimnástica Segoviana.
Marc Fernández andaba en la jugada, pero decidió permanecer inmóvil para no romper el fuera de juego y dejar al asturiano solo ante el gol. El mano a mano, ese arte en el que Pablo no siempre ha sido tan ganador como se puede pensar, definió con una calma excelente. Fue frío, preciso y manejo el tempo y el espacio a la perfección para batir a Oliva. Puso el colofón en el minuto 16 a un inicio de partido de altos vuelos en los que el Nàstic había encontrado su despegue por la banda izquierda de Narro y al que habían colaborado las rupturas de Jardí. Todo ello con Marc Montalvo reinando en la medular. Si el de Riudoms juega cómodo, los de Dani Vidal desprenden felicidad.
El segundo del ‘Faro de Candás’
El gol no aminoró el ritmo del encuentro. El Nàstic seguía siendo un equipo ambicioso, correoso y atrevido. Todas las ocasiones que no había generado en los últimos tres partidos del 2024 las estaba aglutinando en el primer partido del 2025. Era una llegada tras otra ante un rival que observaba con recelo el marcador. Era consciente que el segundo gol grana estaba más cerca su primer tanto.
Los de Dani Vidal olieron sangre y encontraron el segundo tanto en una jugada rutinaria, pero que hasta ahora no había dado rédito. Óscar Sanz sacó de banda con potencia y encontró a Pablo Fernández en las alturas. El ‘Faro de Candás’ impuso su ley en el vértigo y conectó un cabezazo con más colocación que potencia, pero que sirvió para superar a Oliva al ajustar el cuero en el segundo palo. Apenas se había cumplido la media hora de juego y el Nàstic ya había facturado hasta en dos ocasiones. En ambas, Pablo había sido protagonista en el día en el que jugó más liberado.
Los dos goles reflejaban una superioridad manifiesta en el juego, pero el Nàstic siguió jugando como si el resultado no importara. Pudieron llegar más goles antes del descanso. De nuevo, Pablo pudo hacer el tercero. Fue tras una gran jugada individual de Narro, con caño incluido, que terminó en un centro al segundo palo que el asturiano cazó con un remate que sacó la línea de la Gimnástica Segoviana bajo palos. El 2-0 al descanso fue un flotador para el rival grana que lo pedía con clemencia ante un equipo tarraconense que quería más.
Dos goles más tras el descanso
El descanso no sirvió para desconectar al Nàstic. Todo lo contrario, pareció inyectarle todavía más maldad. Un cuarto de hora le bastó al conjunto grana para meter el tercero y el cuarto. Una oda al colmillo. Pablo Fernández fabricó el primero en una transición que terminó con el balón en los pies de Jardí que no perdonó con un zurdazo que colocó el tercero.
El cuarto lo marcó un jugador que no anda acostumbrado a ello. Unai Dufur fue el más listo de la clase y se recogió un balón suelto tras un córner grana. Definió con la simpleza, en el buen sentido de la palabra de un central, con un disparo seco y raso que volvió a superar a Oliva. El Nàstic ganaba por 4-0 en una de las mejores actuaciones de la temporada y que al paso que iba podía terminar en una de las mayores goleadas vividas en el Nou Estadi de los últimos años porque enfrente había un rival totalmente superado que no sabía como cortar la hemorragia en una herida que cada vez se iba haciendo más grande.
Concha hacía la manita
Si al partido le faltaba madera, el Nàstic metió más leña. Un triple cambio que demostró que a la plantilla le falta alguna pieza, pero que su nivel es muy serio. Antoñín Cortés, Ander Gorostidi y David Concha ingresaron con la goleada campando y el cántabro apenas necesitó tocar el primer balón para marcar el quinto y poner la manita en el marcador. Fue tras recoger un rechace a un tiro de Antoñín Cortés y clavar la pelota entre los tres palos con un sutil remate de exterior.
Los minutos finales sirvieron para ver el debut de Migue Leal. El nuevo lateral metió un pase de lujo en el segundo balón que tocó y con el que dejó a Antoñín Cortés en una acción prometedora de gol. Lo hizo todo bien el malagueño, pero Oliva evitó el sexto en una tarde de ambición y festejo en el Nou Estadi.