Me comprenderán cuando afirmo que cualquier cosa que caiga en mis manos bajo la firma de Fernando Aramburu, la voy a tener que leer. No necesito echar un vistazo a la contraportada, me basta con saber que lo ha escrito él. Pero mientras esperaba mi turno para pagar en la librería, en la faja de Los hijos de la fábula vi que el eterno Manuel Llorente de El Mundo decía «¿es posible acercarse a aquella pesadilla con sarcasmo?» y el imperdible Sergio del Molino, de El País, «un dúo de personajes cómicos que son, a la vez, don Quijote y Sancho, el Gordo y el Flaco y Vladímir y Estragón. El humor devuelve una imagen patética a quienes se ven como héroes». Perdonen...: ¡¿cómo?!
Aunque Aramburu, sin perder un ápice de su maestría con la escritura, ya nos enseñó su perfil más ácido y un saludable humor negro en Los vencejos (2021), con Patria (2016) nos acostumbró a una solemnidad de la que le va a ser algo complicado desprenderse. Esa novela del donostiarra, que trata las dos visiones antagónicas de dos familias marcadas por el terrorismo vasco, es una de las mejores obras de la literatura patria contemporánea y con la que nuestro corazón recibe siempre un pellizquito al recordarla. Miren y Bittori van a ser dos personajes difíciles de olvidar.
En Los hijos de la fábula, también editada por Tusquets, recupera esa cuestión que sigue tiñendo de negro las páginas de nuestra historia moderna: la lucha armada de ETA. Pero cuando esperamos, de nuevo, un libro en el que nos narre una dolorosa historia de las múltiples que vivió el pueblo vasco, Aramburu es capaz de darle completamente la vuelta y mostrárnoslo desde una perspectiva más cómica, pero siempre absolutamente respetuoso, con otros dos personajes que no dejan indiferentes a nadie.
«- Ya es mala suerte.
- ¿El qué es mala suerte?
- El fin de la lucha armada nada más llegar nosotros. Sin habernos estrenado. Sin haber hecho nada por nuestro pueblo.
- Pues sí. Vaya birria de papel nos reserva la Historia».
Asier y Joseba son dos jóvenes sin mucho oficio ni tampoco beneficio, absolutamente comprometidos con la causa abertzale que buscan convertirse en militantes activos de la organización. Sin decir una palabra, dejan atrás a familia y amigos para unirse a ETA... pero, ¿qué pasos hay que seguir para lograrlo?
Lo primero, mantenerse algo aislados de la sociedad para que nadie sospeche de ellos. Una granja de pollos controlada por un peculiar matrimonio francés parece una opción plausible. Pero los días (y las semanas y los meses) pasan sin tener noticias de ningún comando ni órdenes de ningún integrante. Empezará entonces un periplo lleno de momentos totalmente histriónicos (como la forma de entrenar la puntería, el día que se fijan su primer objetivo, su huida en barca o su periplo francés) para mantenerse con vida mientras intentan acercarse a la banda terrorista... que justo en esos momentos anuncia el fin de la lucha armada y ponen el punto y final a la organización.
Nadie iba a ser capaz de acercarnos a esa realidad nuevamente de una forma tan brillante como Fernando Aramburu, a quien, indiscutiblemente, el amor por Euskal Herria le sale por todos los poros de la piel.
Hijos de la fábula
Autor: Fernando Aramburu
Editorial: Tusquets
Páginas: 312