Al norte del colosal Mont Caro, en la cabecera del no menos impresionante barranco de La Cuca, brota el agua de una fuente gobernada por el musgo.
Recibe el nombre de Els Xorros y se encuentra junto a la Ermita de la Magdalena, en la antigua casería del Toscar. Esta suerte de población diseminada, foco de interés de los veraneantes de antaño, alberga múltiples senderos que corren ante los vestigios del castillo de Alfara de Carles.
El que hoy transitamos conduce a un barranco de gran magnitud cuyo lecho alberga las Gúbies de la Vallfiguera, una garganta de paredes verticales obra de la incansable acción del agua.
Éste será el principal punto de interés de la ruta, pues nos dirigimos al Toscar para descubrir el rico patrimonio que atesora el núcleo del Parc Natural dels Ports. ¿Qué provocó su despoblación en el siglo XV? La respuesta está en la senda.
Instrucciones de la ruta
Estacionaremos en el aparcamiento del Toscar, a escasos minutos de la ermita de Santa Magdalena y la Font dels Xorros, y volvemos sobre nuestros pasos hasta la última intersección, donde giraremos a la derecha.
Nos mantendremos en este sendero señalizado por las marcas blancas y rojas del Gran Recorrido (GR) 171, cuyo primer compás discurre paralelo a la calzada por la que hemos circulado. Visitaremos el castillo, los templos dedicados a Sant Julià y Santa Llúcia, así como los vestigios de la papelera de Palláres, antes de abandonar la calzada para tomar el sendero que surge a mano derecha procurando rodear una granja.
Ascenderemos en busca del barranco de la Vallfiguera, no sin antes pasar por un cruce de caminos -conocido como el Pla dels Castellassos- y el Mas del Patut.
La garganta nos aprisionará cada vez más hasta que detenga nuestro avance con una infinidad de bloques de piedra. Los salvaremos o bien trepando por ellos o bien rodeándolos cuando sea posible. Las Gúbies de la Vallfiguera están al final del lugar, luego el esfuerzo es merecido.
Emprendemos la vuelta haciendo uso del Pujador de les Gúbies. Su acceso se encuentra en el Pla dels Llarers, la breve llanura con un gran hito de piedras y numerosos senderos.
Procuraremos mantener la concentración en esta subida pronunciada que asciende el barranco hasta encontrarse de nuevo con el GR 171. Lo tomaremos a fin de cambiar de ladera de la montaña y alcanzar el Coll de la Vallfiguera. A continuación, resolvemos el descenso hasta la ermita de Santa Magdalena y la singular Font dels Xorros. El aparcamiento está a un par de minutos.
Dificultad de la ruta
Determinar la dificultad de una ruta ya es de por sí una dificultad. Por suerte, existen escalas de graduación que establecen la dureza a partir de factores observables.
El Método SENDIF, creado por la Taula de Camins de l’Alt Pirineu i Aran, sostiene que la dificultad de un itinerario de senderismo depende, por una parte, del esfuerzo físico que este supone y, por otra parte, de los obstáculos del camino.
Desde el punto de vista de la dificultad física, esta ruta es de dureza muy exigente a juzgar por sus 19 kilómetros de distancia y 850 metros de desnivel positivo o subida. Tal es el esfuerzo que requiere, sobre todo si desconocemos el camino, que conviene llevar comida para reponer fuerzas, al menos, a mitad del itinerario.
En lo que respecta a la complejidad técnica, habrá que superar pendientes pronunciadas, siendo las más complicadas las del Pujador de les Gúbies, las innumerables trepadas que imponen los bloques de piedra y, en especial, lidiar con el principal obstáculo desde este punto de vista: permanecer en la senda a pesar de la pobre conexión que tendrá nuestro teléfono móvil. Así las cosas, debemos armarnos de paciencia, prestar atención a los senderos y perseguir los hitos de piedra.
La despoblación del Toscar
El actual municipio de Alfara de Carles sirvió de refugio en el siglo XV para los vecinos de Carles, la zona aledaña al castillo que hemos visitado. Huían de una epidemia que diezmó a la población, he aquí la hipótesis propia de la tradición popular que explica la despoblación del lugar. La fortaleza es, en realidad, de origen sarraceno: pasó a las manos del caballero Pere de Sentmenat como compensación por su papel en la conquista de Tortosa (1148).
Si tomamos como cierta la hipótesis epidémica, entonces será la peste negra el mal al que atribuyamos el éxodo de Carles, pese a que fueron más las enfermedades que castigaron a la corona.
La respuesta más común en dicho contexto, también en la antigüedad, consistía en huir a otra población a la que con algo de suerte no había llegado la noticia de la enfermedad.
Esta esperanza encontraba su razón de ser en que el derecho de admisión recaía sobre los portaleros, quienes impedían el paso a personas que o procedían de poblaciones bajo sospecha o cargaban consigo bienes para su comercialización.