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Luis Mateo Díez recibe el Premio Cervantes 2023 de manos del rey

«Nada me interesa menos que yo mismo», ha manifestado tras recibir el galardón

23 abril 2024 16:05 | Actualizado a 23 abril 2024 16:08
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El escritor Luis Mateo Díez, que ha recibido esta mañana de manos del rey el Premio de Literatura Miguel de Cervantes 2023, el máximo galardón de las letras en español, ha asegurado que vive entregado a sus personajes y que nada le interesa menos que él mismo.

En una ceremonia presidida por los reyes y a la que han asistido personalidades de la cultura y la política, entre ellos el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, Luis Mateo Díez (León, 1942), ha hecho un repaso de su vida literaria, sus lecturas y su escritura desde niño en el discurso pronunciado tras recibir el galardón.

Y ha reconocido su «precaria incapacidad para escribir» lo que le pasa: «Lo que en mi existencia sucede, lo que mi biografía propone, nada me interesa menos que yo mismo, y lo digo con una radicalidad sospechosa».

Y es que este escritor y académico de la RAE, creador del mítico territorio imaginario de Celama, ha indicado que contar la vida ha sido siempre su aspiración, que ha vivido la literatura en la «conquista de lo ajeno» y que Don Quijote llegó a él de niño como un héroe «entrañable», hasta que comenzó a saber que se trataba más bien de un «antihéroe» al que se fueron pareciendo sus personajes, que son más bien, «héroes del fracaso».

Precisamente, el escritor leonés, el único que ha recibido en dos ocasiones el Premio Nacional de Narrativa y el de la Crítica y que tiene también el Nacional de las Letras, recibió el Cervantes por «ser uno de los grandes narradores de la lengua castellana, heredero del espíritu cervantino, escritor frente a toda adversidad, creador de mundos y territorios imaginarios», según destacó el jurado.

Vestido con un chaqué, que como confesó ayer a los periodistas está acostumbrado a llevar en ocasiones por ser académico pero que a veces le recuerda al conde Drácula, el escritor ha recordado que desde niño tuvo necesidad de escribir para contar lo más ajeno a lo que le sucedía y cómo esto le producía un efecto beneficioso.

Y «el libro que escuché con mayor deleite y aprovechamiento, en alguna de aquellas versiones apropiadas de nuestros clásicos, fue Don Quijote de la Mancha, y puedo recordar muy bien la mañana de su primera lectura», ha recordado Luis Mateo Díez.

Don Quijote llegó para quedarse él y poco a poco en el mundo que fue creando como escritor los seres de ficción tenían «una incierta imagen quijotesca, una atrabiliaria fisonomía de perdición y extravío, a la que no era accidental la fragilidad de su voluntad luchadora por la vida, el afán de vivirla y sobrellevarla con el rendimiento de la generosidad».

No obstante, ha dicho, sus personajes, que no le pertenecen, tienen «una incierta heroicidad, tan cervantina y quijotesca, en aras de una imaginación liberadora y redentora, siendo acaso héroes del fracaso»: «A ellos vivo entregado, ya que son ellos quienes me salvan a mí«, ha dicho el galardonado.

Se encuentra ahora literariamente, ha señalado, «con la inquietud de un octogenario de salud razonable, y conciencia de las ausencias correspondientes, ya que la edad que procura supervivencia hace irremediable a la vez el curso de las desapariciones».

También ha intervenido en el acto el ministro de Cultura, Ernest Urtasun, que ha destacado por su parte que en el universo inconfundible creado por Mateo Díez en sus libros «brillan lo cervantino y lo universal de la tradición oral».

Porque es «un gran conversador, amante del trato con sus amigos, que son muchos y buenos, y goza del don de saber contar historias», lo que plasma en sus obras con un lenguaje «personalísimo» que bebe del «filandón de su infancia», de estas reuniones durante las noches de unos inviernos que eran larguísimos y muy duros.

Devoto y fiel amante del cine, para el escritor, la ficción es «más interesante que la vida misma», como ha resaltado el ministro, que ha destacado los personajes «idealistas, quijotescos» y héroes del fracaso que pueblan sus historias, que también contienen «manifestaciones de un humor que se asienta con frecuencia en lo tragicómico».

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