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Estel Solé: «Cada día he pensado que era una mala madre y me da rabia pensarlo»

La escritora ganó el último Premi de les Lletres Catalanes Ramon Llull con ‘Aquest tros de vida’

01 abril 2025 20:18 | Actualizado a 02 abril 2025 07:00
Se lee en 5 minutos
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La escritora, actriz, productora y directora cultural Estel Solé se alzó el pasado febrero con el 45 Premi de les Lletres Catalanes Ramon Llull por Aquest tros de vida (Columna), una novela que se centra en una científica, que intenta conciliar trabajo y familia y que tras sufrir algún revés personal se va con un desconocido. Precariedad, duelo, vida y muerte, fragilidad... El relato tiene mucho de la propia Solé, con el que muchas mujeres se sentirán identificadas. La autora visitó Tarragona para presentarlo, en la librería La Capona.

Siempre he pensado que con las ciencias te ganabas mejor la vida. No es así para Lena, su protagonista.

No, al menos ahora mismo. Quería hablar de la precariedad que atraviesa la vida de tantas personas, pero no quería hacerlo de la cultura porque lamentablemente la hemos arrinconado tanto que ya hemos asumido que intentar vivir de ella es precario. Lo que la gente no sabe es que nuestras y nuestros investigadores e investigadoras científicas también viven demasiado precariamente. Evidentemente, el sesgo de género y las condiciones laborales también son peores para las mujeres. Entonces, una mujer en la ciencia es como en la cultura, vive atravesada por la precariedad.

$!Estel Solé: «Cada día he pensado que era una mala madre y me da rabia pensarlo»

Si además es madre...

Muy probablemente, una mujer que ha sido madre acabará renunciando a su carrera, a sus ganas de continuar investigando porque son profesiones que piden una vocación y una dedicación plena. No son trabajos que se puedan hacer a medias. Mientras ellas continúen cobrando menos que los hombres o se les penalice, como en tantos ámbitos, por ser madres, pues nos estamos perdiendo talento femenino en la ciencia.

Ha dicho que si no vienes de una buena familia, es más difícil para crear. Virginia Woolf. ¿Aún estamos así?

Virginia Woolf decía que necesitábamos una habitación propia, pero, ¿cómo la vamos a tener si no tenemos una vivienda propia? Hoy en día dos sueldos no permiten llegar a fin de mes. Vivimos en una sociedad capitalista, productivista y consumista y hemos regalado nuestras vidas a esta maquinaria. Somos engranajes. Esto nos ha individualizado y nos ha deshumanizado, pero continuamos siendo las mujeres, paradójicamente, las que nos ocupamos de la no visibilizada ni remunerada tarea de crianza. Es evidente que estos horarios capitalistas que nos llevan a estar tantas horas fuera de casa son absolutamente incompatibles con educar bien a nuestras criaturas y después nos sorprendemos de que los adolescentes, un espejo de lo que hemos sido nosotros como adultos en las últimas generaciones, estén perdidos, devastados y, más o menos funcionales en el mejor de los casos.

¿En qué posición quedan los hombres?

Esto nos está perjudicando del mismo modo a los hombres que a las mujeres. El feminismo pasa por que los hombres... Muchos hombres con los que he hablado están hartos de tener que dedicar tantas horas al trabajo, piensan que no han tenido criaturas para estar haciendo horas extra no pagadas, para trabajar los fines de semana, los festivos y no poderlas ver. Por lo tanto, aliento a los hombres a que vayan a sus jefes y se planten. Si te lo miras en términos egoístas, a nivel de sistema, los hijos son los futuros votantes y contribuyentes. Entonces, el futuro que tengamos dependerá mucho de cómo los cuidemos y los eduquemos.

Hay muchas cosas suyas en Lena. El duelo perinatal... Se está empezando a hablar.

Sí, en Lena y en la novela, en general, repartidas por todos los personajes. Vamos tardísimo, pero, obviamente, agradezco a los sanitarios en el ámbito ginecológico que hayan empezado a tener esta mirada y esta perspectiva, escuchando a las pacientes, porque esto es lo que falta en muchas consultas, mucha actitud médica, entender que ellos tienen el conocimiento, pero que las pacientes tenemos el cuerpo y por tanto, parece de cajón escucharlas. Muchas dicen que no se sienten bien tratadas, que se sienten infantilizadas, que sus partos se están medicalizando, que la ciencia nos ha demostrado que a nivel farmacológico no se ha estudiado el tipo de medicamentos que tomamos las mujeres, teniendo en cuenta nuestros cuerpos.

Ni los síntomas.

Ni las enfermedades. El duelo perinatal, como tantas cosas, es importante para la sociedad. Al 50% de la sociedad, que somos nosotras, nos pasan cosas y son tan importantes como las que les pasan a ellos. La anomalía es haberlo tenido que callar tanto tiempo.

Si te casas tienes 15 días de fiesta, si pierdes un hijo tienes que coger una baja.

Pero una baja que tendrás que justificar en otros términos. No hay una baja laboral por tener un aborto. Una cosa tan fuerte como el hecho de que una mujer que ha llevado vida dentro, que tiene otra persona habitándola por dentro, pierda esta criatura, y no haya ninguna baja destinada a esto. Si quieres causarla, tendrás que explicar que estás deprimida, y tampoco lo digas demasiado alto porque no conviene, porque también tenemos este tabú de la salud mental, o que físicamente no estás capacitada. Pero no constará en ningún sitio. Y el nombre hace la cosa. Estamos en la era de entender que el nombre sí que hace la cosa y que si estamos empezando a cambiar es porque estamos aprendiendo ahora a poner nombre o a cambiar el nombre de las cosas, haciendo revisión.

¿Cómo influye la mirada de género?

Gracias a la mirada de género hemos entendido que muchas cosas nos las han vendido de una manera que no era. Quizás las mujeres parecemos muy pesadas porque hablamos de nosotras y se considera que cuando escribimos libros que hablan de lo que nos importa, solo pueden interesarnos a nosotras. En cambio, me da una rabia terrible porque lo que escriben los hombres, que son sus mandangas, las cosas que les interesan a ellos, aquello es universal y tiene que interesar transversalmente.

Estaría bien que se lo leyeran ellos.

Muchos lectores hombres me han dicho que no han sido suficientemente conscientes del peso que ha llevado su mujer durante años. Es evidente que el pozo donde caen muchas mujeres, donde las estamos empujando a caer con la maternidad los cuatro primeros años, es durísimo. Y más hoy en día. Nuestras predecesoras, abuelas y bisabuelas sufrieron el patriarcado, pero de otra forma. Nosotras ahora lo estamos sufriendo desde una soledad terrible, porque nos hemos individualizado. Y esto se explica en la novela, vivimos unas cuantas madres en un mismo edificio y no hacemos red.

¿Cómo ha sido el viaje de ‘Aquest tros de vida’?

Un proceso de escritura muy complicado, de saltar muchas piedras, a veces de escribir frase a frase. Durante cuatro años he tenido estos personajes en mi cabeza y, como le pasa a Lena, también eran unos desconocidos con los que tenía ganas de sentarme y de tomar un café. Sentarme, escribir y volverlos a ver.

¿Qué pasará ahora a partir del premio?

El premio es como un hito final, a pesar de que, evidentemente, no estaba previsto que llegara. Es el que me invita a revisar el proceso. Y el proceso me indica que he hecho bien de no haberme rendido, porque en muchas ocasiones quise enviar esta novela a la papelera y me quise rendir. La he escrito con mucha ilusión pero con mucho miedo, con muchas dudas y angustia. El mensaje es que cuando crees en una cosa instintivamente la tienes que percibir. Sin embargo, ojalá la siguiente la pueda escribir con un poco más de calma.

«Lo que escribimos nosotras solo puede interesarnos a nosotras. Mientras, lo que escriben los hombres, que son sus mandangas, es universal y tiene que interesar transversalmente»

Escribía en bares. He pensado en J. K. Rowling.

Lo que me gusta de escribir en los bares es que puedes saber si estás dentro de la novela o no. Porque cuando estás rodeada de tanta gente, de tanto alboroto, si consigues hacer desaparecer el mundo, aquellas mesas que hay a tu lado, las vidas de la gente que conversa, es que estás absolutamente dentro de la historia. A veces, el silencio de una habitación propia, volvemos a la Woolf, o demasiada comodidad, puede hacer que divagues o que te estanques. Los bares me ofrecen escribir desde el latido de la vida porque es donde pasa la vida. Al mismo tiempo que estoy superconectada con la vida, desconecto para entrar en otras nuevas.

Tiene el poemario ‘Dones que somiaven ser altres dones’. ¿Ha soñado con ser otra mujer?

Sí, todo el tiempo. Siempre me reviso, soy muy autocrítica y mi sueño siempre es ser una mujer mejor. Mejor persona, más justa, capaz de querer mejor.

Volvemos a lo de antes, ¿ha pensado alguna vez que era una mala madre?

Cada día. Y al mismo tiempo, me da rabia pensarlo. Son mis amigos y mis amigas los que me recuerdan que esto no es verdad.

¿De dónde surge?

De lo que hablábamos antes. De ser el modelo de madre que la sociedad nos ha dicho que tenemos que ser. Una madre abnegada, entregada a las criaturas, que no se enfada, que siempre tiene buenas palabras para su marido, a pesar de que se esté desentendiendo de todo. Es una mujer autómata a la que han desconectado de sus propias emociones y que vive para los demás. Y en el momento en el que intentas ser eso, porque has crecido con esta educación, pero sientes una necesidad vital de reivindicarte, porque también es tu derecho, básicamente porque si pierdo la cabeza y no me quiero a mí misma, nunca podré ser un buen modelo educativo... En ese momento entran en colisión dos mundos. El antiguo, aún vigente y cómo nosotras queremos ser madres, que pasa por ser personas plenas y libres.

Ciertos partidos políticos están volviendo a insistir.

Estamos en unos momentos sociales de máxima polarización y todavía iremos a más. Cuando la lucha social aumenta, se polariza en la extrema derecha y nos quiere volver a tener en casa encerradas porque el sistema funciona mejor si el 50% de la sociedad no se queja ni reivindica.

Entregará la primera rosa de Catalunya en Montblanc.

Gracias a la leyenda, todos conocemos cómo de épico y emblemático es para Montblanc. Me dejaré llevar porque no conozco la fiesta. Lo que sí puedo decir es que es un honor que me lo hayan ofrecido y que me adentraré en lo que la fiesta quiera dar de sí.

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