La perspectiva de días con más tiempo para uno mismo, el relajo de la rutina y una cierta suspensión de las presiones del día a día hacen de las vacaciones de verano una época propicia para lecturas largas. Se suele asociar el verano a las novelas: La vida instrucciones de uso, de Perec; La montaña mágica, de Thomas Mann o cualquier volumen de En busca del tiempo perdido de Proust pueden ser proyectos de lectura estival. También novelas menos exigentes –y de menos páginas– pero con aura de prestigio: Hamnet, de Maggie O’Farrell, por ejemplo, o la más reciente El retrato de casada, también de O’Farrell. Se aprovecha el verano para leer lo que no dio tiempo durante el curso. Este año han aparecido volúmenes de relatos que dan para unos cuantos buenos ratos a la sombra de lo que se pueda o al sol, siempre con protección.
La mas lista de todos
Cuentos reunidos, compila cuentos de Cynthia Ozick (1928), cuya novela más reciente está pendiente de publicarse al español; la edición original es de 2004, la primera traducción de 2015, a cargo de Eugenia Vázquez Nacarino, y este curso se reeditó en Lumen. Algunos de los ensayos de Ozick están reunidos en dos volúmenes en Mardulce, Metáfora y memoria y Críticos, monstruos, fanáticos y otros ensayos literarios; tiene novelas en Lumen y en Mardulce. Picoteando entre el índice y alguna reseña, me dan ganas de leer inmediatamente “Virilidad”, “La mujer del médico” y “Una educación”, que empieza así: “En toda vida hay por lo menos un par de momentos perfectos, y el que Una Meyer consideraba el segundo mejor era cierta imagen de sí misma entrando en clase de latín en la universidad”.
Nuevo Far West
Claire Vaye Watkins (Bishop, California, 1984) debutó en 2012 con un libro de relatos, Nevada, que tradujo Ce Santiago para Malas Tierras en 2019 y que se ha reeditado en 2024. El primer cuento, “Fantasmas, cowboys” cuenta la historia de su padre, Paul Watkins, segundo de la familia Manson
Clásico posmoderno y divertido
Laura Fernández selecciona algunos cuentos de T.C. Boyle (1948, Peekskill) que traduce Ce Santiago y edita Impedimenta. Autor de novelas, profesor en California, miembro de la American Academy of Arts and Letters, ha escrito cuentos a lo largo de décadas. En “Yo salí con Jane Austen” cuenta una cita con la escritora y la carabina impuesta por la familia de ella, Cassandra. Van al cine y luego a una discoteca: “Jane quería ponche, Cassandra té. Pedí tres margaritas”.
El otro oído de Grace Paley
Paley (Nueva York, 1922 - Vermont, 2007), que desempeñó un gran trabajo como pacifista y feminista, había escrito poemas e incluso “párrafos con alguna frase de primer orden en ellos” cuando se propuso escribir su primer cuento, en 1955. Una enfermedad le dejó débil como para que sus hijos pasaran la tarde en un centro cívico pero no tanto como para no sentarse a escribir. Esos primeros relatos fueron rechazados en las revistas, pero llegaron a manos de un editor y con otros más, formaron su primer libro de relatos: Batallas de amor (1959). Anagrama tiene los Cuentos completos de Paley: algunos personajes reaparecen y brilla su capacidad para escuchar y captar las maneras de hablar de los demás.
Nadie dijo que fuera fácil
George Saunders (Amarillo, Texas, 1958) nunca es un escritor fácil. No copia la realidad, la disloca; no es complaciente, sus textos no consuelan. Es audaz y divertido y siempre parece ir un paso por delante en lo formal; también en el enfoque de algunos temas. El primer cuento de su libro más reciente, El día de la liberación (con traducción de Javier Calvo), es una pieza de casi cien páginas titulada “El día de la liberación” donde tres semi-robots tratan de cumplir con su cometido, hablar del tema que les propongan, de la mejor manera posible.
