Hay fotografías de 1910 y 1920 en las que se perciben los esgrafiados barrocos en la fachada del Portal del Pardo de El Vendrell, un palacio renacentista del siglo XVI. Pero a partir de esos años, esa ornamentación se fue perdiendo. El paso del tiempo y la falta de mantenimiento prácticamente condenaron a la desaparición a esa decoración que data de la segunda mitad del XVIII.
El pasado año se recuperaron esgrafiados de la fachada del edificio que da a la calle Major y hace unos días ha finalizado la restauración de los que dan a la zona de Quatre Fonts.
Los trabajos han recuperado una decoración que prácticamente no se veía, además de rehabilitar elementos ornamentales de aperturas y balcones, la galería de la parte superior que data del siglo XVI, las barbacanas y la estructura de la cubierta de la torre.
Figuras humanas
El restaurador Pau Arroyo, de la empresa Lesana, explica que los esgrafiados muestran elementos vegetales y otros nuevos como retratos de una mujer con una redecilla en el cabello o una figura masculina de perfil con una especie de mitra, además de alegorías del trabajo en el campo y del ocio como un instrumento musical y relacionados con el teatro como una máscara, que no aparecen en la otra fachada de la casa.
Hoy viernes (20.30h) es la inauguración de los esgrafiados que han recuperado el esplendor de la que es la casa más antigua de El Vendrell con unos 500 años.
Los esgrafiados fueron posibles por la residencia en el caserón del que fuera cónsul de Francia, Jean-Baptiste Aubert que se casó con Gertrudis Trillas, heredera herederas de la casa.
Tendencia en Barcelona
Impulsaron la ornamentación en 1876 a imagen de una tendencia que se imponía en Barcelona. El cónsul asentó su oficina en El Vendrell por la insalubridad de la capital catalana.
La recuperación de la ornamentación permite ganar a El Vendrell un elemento singular en la que es una de las principales entradas al núcleo histórico y donde estaba la muralla.
La casa perteneció a la familia Nin durante dos siglos y después pasó a Josep Trillas. Una parte fue cuartel de caballería. También fue iglesia. Trillas la dejó a su nieta Gertrudis. No fue para su hija porque estaba casada con un hombre procesado por el Santo Tribunal de la Inquisición.
El matrimonio Aubert-Trillas tuvo que abandonar El Vendrell, poco después de plasmar los esgrafiados, porque los franceses fueron obligados a dejar España en 1793 y sus propiedades requisadas.
La familia pudo conservar la propiedad ya que estaba a nombre de Gertrudis. Los herederos la vendieron a la familia Guimerà en 1823. Posteriormente perteneció a Fenosa, que la compró gracias a un cuadro de Picasso. Hoy el Portal del Pardo acoge la sede de la Fundació Fenosa.