Los presos involucrados en delitos extremadamente violentos, como asesinatos o lesiones graves, no podrán trabajar en las cocinas de las cárceles de Catalunya ni en talleres donde tengan que manejar instrumentos peligrosos.
El conseller de Justicia, Ramon Espadaler, ha explicado que se han revisado las circulares que regulan el acceso de los reclusos a puestos de trabajo en los recintos penitenciarios para incorporar la nueva medida, que veta el acceso a las cocinas de los presos con delitos de sangre, tanto penados como preventivos.
El acceso de los internos a trabajos que impliquen manejo de instrumentos peligrosos estaba en revisión desde el pasado de mes de marzo, cuando una cocinera de la cárcel Mas d'Enric de El Catllar murió asesinada por un preso que trabajaba con ella y que cumplía condena por asesinato.
El crimen puso en pie de guerra a los funcionarios de prisiones, que mantuvieron en vilo a la consellería, en vísperas de las últimas elecciones catalanas del 12M, con una ola de movilizaciones que tensionaron los centros penitenciarios.
El anterior equipo que lideraba el Departamento de Justicia, con la exconsellera Gemma Ubasart al frente, había confeccionado una nueva circular, que debía entrar en vigor en octubre próximo, que no impedía a los presos involucrados en delitos de sangre trabajar en las cocinas siempre que cumplieran con una serie de requisitos de buena conducta.
Un nuevo protocolo
Espadaler, que a finales del mes pasado situó a Elena Pérez a frente de la secretaría general de Medidas Penales -en sustitución de Amand Calderó, muy cuestionado por los sindicatos de prisiones-, ha impulsado el nuevo protocolo, que entra en vigor hoy mismo, en busca de un «equilibrio» entre la seguridad de los recintos y el objetivo de reinserción de los presos.
«Se trata de equilibrar dos cuestiones que son de igual importancia, la seguridad en el trabajo por parte de los servidores públicos y los derechos de los internos, y preservar una cosa que es sustantiva, que es la convivencia en los centros», ha explicado el conseller.
Para Espadaler, se trata de un medida «de sentido común», porque resulta difícil entender que alguien que tiene delitos violentos, a veces con armas blancas, con resultado de muerte o lesiones graves, pueda trabajar con determinadas herramientas, como cuchillos».
El conseller insiste en que el «sentido último» de la prisión es la reinserción, como establece la propia Constitución: «Es un binomio que nunca se puede perder de vista, la seguridad de los centros pero también las condiciones de vida de los internos».