Falta todavía media hora para las 11 h. A las puertas del CAP La Granja de Tarragona, Manuel y Jesús cuelgan dos pancartas. En una de ellas reza el siguiente lema: «La sanidad pública no se vende. Se defiende». En la otra, «Barrios de Ponent, por la sanidad pública». Están hartos. Consideran que el servicio de atención en el CAP muestra evidentes carencias y es por eso que siguen protestando semana tras semana.
Manuel Martín es el portavoz de la Comisión de Vecinos de los Barris de Ponent per la Sanidad Pública. Asegura que el tiempo de las listas de espera es insostenible. «De media, un usuario tiene que esperar 20 días para ser atendido», apunta.
El portavoz lamenta la falta de personal especializado, de médicos de familia y de atención a la salud mental. Señala que no hay recambio para los médicos jubilados. Y además también considera que faltan medios, pero también espacio. «Han pasado muchos años desde la fundación del CAP, el barrio ha cambiado y la población ha envejecido», asegura el portavoz vecinal.
Un punto que Martín remarca es que, en el fondo, muchas reivindicaciones que ponen sobre la mesa desde la lucha vecinal, afectan directamente al personal sanitario. «No son pocos los enfermeros que se acercan a decirnos que sigamos con la lucha», sentencia el portavoz.
Manuel Corujo es un usuario del CAP La Granja. «Esto no es un capricho personal de cuatro vecinos», comenta. Corujo considera que «la precariedad del servicio es algo que afecta a la totalidad del territorio español».
Jesús Ruiz, otro de los asistentes y usuario del CAP, lamenta que «mi médico de cabecera se jubiló, y no sé cómo se llama el nuevo».
Los organizadores de la concentración aseguran haber recogido 2.000 firmas que han sido entregadas a la Responsable de la región sanitaria del Tarragonès. También han solicitado al Síndic de Greuges una investigación sobre la situación y el servicio ofrecido en el CAP. Según Manuel Martín, «hay un grave problema de desatención».
Un barrio por la sanidad pública
A la hora de concentración acordada, los asistentes se organizan tras una de las pancartas para entrar en el CAP. Unos 40 vecinos entran puntuales por la puerta de las instalaciones. Lo hacen en silencio para no interferir en el trabajo del personal sanitario. Llegan al vestíbulo y pasean por el pasillo principal. Se detinen y leen el manifiesto.
Exigen que empiecen las obras de ampliación del CAP y que se dote a la institución del suficiente personal médico, de enfermería y de administración. Que los ginecólogos regresen al CAP. Que nadie se desplace al centro y que se vaya sin ser atendida. También piden que los especialistas pasen visita mañana y tarde, tantos días como sean necesarios para terminar con los largos tiempos de espera. Estas son solo algunas de las peticiones de los manifestantes. Unos usuarios que aseguran que no se van a parar aquí. Desde hace meses se concentran cada semana delante del CAP.
La siguiente convocatoria, el 26 de octubre. Nunca fallan, pero en una de las conversaciones que tienen algunos presentes se escucha un canto de lamento. «Falta gente joven». Ciertamente, la media de edad de los asistentes es alta. «Cuándo les toque a ellos estar aquí, a lo mejor ya no hay remedio para la sanidad pública», sentencian.