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Mortalidad inédita para un verano: las defunciones crecen un 23% en Tarragona

Los fallecimientos registran un alza inusual en estas fechas por el calor, la Covid o el impacto indirecto de la pandemia sobre la sanidad

11 agosto 2022 20:53 | Actualizado a 12 agosto 2022 07:00
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«Me preocupa el incremento de la mortalidad que se está registrando en las estadísticas. El calor puede influir pero no creo que sea suficiente, no lo explica todo. Lo único que ha cambiado respecto al pasado es la Covid. En todo caso son tendencias que inquietan», explica Àlex Arenas, catedrático de Ingeniería Informática y Matemáticas de la URV.

Tarragona padece un exceso de mortalidad, inédito en verano y por encima de lo esperado. Así lo reflejan los balances del MoMo, el Sistema de Monitorización de la Mortalidad Diaria del Instituto de Salud Carlos III. Los datos disponibles impiden concretar las causas, pero la tendencia es tan clara como intrigante. Tarragona ha registrado desde el inicio del verano 1.014 fallecidos, un 16% más que en el mismo periodo de 2021 (868) y un 23% más que la media de los siete años anteriores (824).

Es decir, en ningún otro verano moría tanta gente en la provincia. Se incluyen ahí los años de la pandemia que, por otra parte –incluso al inicio y en las épocas más duras– solía dar treguas estivales. El panel de la plataforma MoMo hace comparativas entre las muertes que se estiman y las que se acaban observando o notificando, para establecer los niveles de exceso de defunciones.

«Me preocupa el exceso estadístico de defunciones. El calor no es suficiente para explicarlo», sostiene Àlex Arenas, catedrático de Matemáticas e Ingeniería Informática en la URV

Julio acabó en Tarragona con un exceso de 139 defunciones, es decir, fallecimientos que no entraban dentro de la previsión. Es la mayor cifra desde la tercera ola del coronavirus, la de enero de 2021, cuando prácticamente nadie estaba vacunado. En aquel momento hubo un exceso de 204 decesos. El 72% de este excedente actual eran de mayores de 85 años.

También este reciente mes de junio, marcado por la virulencia del calor, ha vivido un exceso de fallecimientos nada común: 81. En el mismo mes del año pasado la cifra de muertos quedó por debajo de la que se estimaba, una muestra del contraste.

Excesos en la estadística

Otras comparativas: ese exceso de óbitos en julio es 35 veces superior al del julio del año pasado (4) y seis en relación con el de 2020 (23). De hecho, las cifras de este verano se parecen más a las que puede haber en los meses de enero y febrero, cuando suelen aflorar más patologías respiratorias como factores susceptibles de desencadenar muertes de la población más vulnerable.

Mémora tuvo en julio en Tarragona un 20% más de actividad y lo vincula a las olas de calor

Otro indicador es el del INE, que realiza semanalmente un análisis experimental de las defunciones. En lo que va de año ha muerto más gente que en 2021 a estas alturas. Es el segundo peor registro de la década, solo por detrás de 2020, el año de la irrupción de la Covid. En junio se evidencian algunos repuntes de muertes por todas las causas.

¿Qué puede haber detrás de estos aumentos? La Covid puede tener una cierta incidencia. La séptima ola ha generado un aumento de fallecimientos. La situación en estos últimos días ha mejorado mucho (la transmisión del virus va a la baja y lo hará todo este mes) pero el nuevo envite ha dejado 58 fallecimientos en el Camp de Tarragona y el Ebre por Covid o con Covid, un 28% más que en el periodo anterior (45) y el triple que de marzo a finales de abril (17), el intervalo precedente, según el Departament de Salut.

Temperatura, factor decisivo

Las cifras no tienen nada que ver con las de otras fases de la emergencia sanitaria pero demuestran dos hechos: el coronavirus sigue provocando defunciones, fundamentalmente en mayores y en personas con comorbilidades y otras patologías; y a cada incremento de contagios le sigue un posterior aumento de los decesos. El 75% de los fallecidos en Tarragona tenían 80 años o más.

Aunque la letalidad (proporción de infectados que muere) baje, sobre todo por las vacunas, si los contagios siguen altos acaba repercutiendo en perfiles de riesgo.

El otro factor que podría ser diferencial este año es las olas de calor, más tempranas y duraderas. «Durante algunas semanas sí ves un incremento de mortalidad y se puede asociar al calor. Está claro que no beneficia a personas que están delicadas de salud, con patologías que se pueden ver agravadas», indica Josep Maria Mons, presidente de la Asociación de Empresas de Servicios Funerarios de Catalunya (Asfuncat). Fuentes de Mémora en Tarragona explican que «entre los meses de junio y julio hemos registrado un 20% más de actividad, muy vinculado a la ola de calor».

El Sistema MoMo del Instituto Carlos III detectó en julio en Tarragona un exceso de 139 defunciones, respecto a la previsión estimada.

La compañía sostiene que «la actividad en julio fue la misma que en los meses de invierno», donde la mortalidad suele ser mayor por las complicaciones patológicas en mayores y enfermos. Asimismo, Mémora registró otro incremento entre junio y mayo, más ligado a mortalidad por Covid.

Pero según algunas voces ni el calor ni el efecto del virus podrían ser suficientes para darle una explicación a la inercia. Algunas de las tesis ligan esa tendencia con los efectos indirectos de la pandemia, en términos de afectación sobre el sistema sanitario. «La Covid ha monopolizado la asistencia durante dos años y medio y eso hace que hayamos dejado de hacer otras cosas, entre ellas el seguimiento de muchas patologías crónicas», afirma Marina Roig, delegada de la junta de personal del Hospital Joan XXIII por el sindicato CATAC-CTS/IAC.

El 72% de los fallecidos por ese incremento de las defunciones en Tarragona tenían más de 85 años, según el Instituto Carlos III.

Roig indica que «mucha gente no iba a urgencias por miedo» y añade que «se ha dejado de hacer un seguimiento a los pacientes y es algo que vemos en el hospital, porque el que tiene alguna enfermedad crónica se reagudiza». Roig agrega que «ahora vemos que hay pacientes con una cierta edad que llegan muy justos, con cuadros muy descompensados y que están más tiempo ingresados». Para algunos, se trata de una manifestación heredera de los cierres y los colapsos que las diferentes olas del SARS-CoV-2 han provocado sobre el sistema. «Todo lo vinculado a la prevención va asociado a la supervivencia. También puede tener que ver el infradiagnóstico. Puedes atender lo grave o lo urgente, pero ¿cómo lo haces si una persona no sabe que tiene un tumor?». se pregunta la delegada sindical.

Pacientes descompensados

Se trata de una eventual afectación a largo plazo de la pandemia en la salud, algo de lo que vienen avisando los profesionales sanitarios. El doctor Joan Vendrell, catedrático de medicina en la URV, endocrino en Joan XXIII y director del Institut Pere Virgili, advertía: «Los pacientes con diabetes han dejado de ir a las visitas, se han dejado de hacer analíticas para el control y se ha visto claramente que ha empeorado el estado de salud, lo que tendrá un efecto a medio y largo plazo. No se han hecho las adaptaciones de los tratamientos como se merecían». Vendrell reconocía que «ahora nos llegan pacientes con una diabetes muy mal controlada, que en este tiempo han intentado acceder al sistema de salud y no podían. Son perfiles que han dejado de tener un seguimiento. La enfermedad se ha deteriorado con la pandemia».

Núria Illamola, vocal del del Col·legi Oficial d’Infermeres i Infermers de Tarragona (Codita), avisaba hace unos meses: «Vemos mucha patología crónica descompensada, que se agudiza y que acaba precisando de un ingreso en la UCI. Se trata, por ejemplo, de enfermedades pulmonares que a lo mejor no reciben la atención necesaria en primaria. Entonces la patología base empeora y el paciente llega al hospital muy apurado».

Son, de momento, hipótesis para este aumento insólito. Solo el acceso a los datos por causa de defunción, disponibles en 2023 en el INE, dará lecturas más precisas.

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