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Medusas, el recordatorio de que el mar no es una piscina de agua salada

Las atenciones por picaduras no han subido en las playas de Tarragona, pero la carabela portuguesa habría llegado para quedarse

31 agosto 2024 20:16 | Actualizado a 01 septiembre 2024 14:00
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«Este año, más medusas que nunca en las playas». Aunque el titular parezca actual, lo cierto es que se publicaba en este mismo diario en julio de 2005; hace ya casi dos décadas.

Y este verano no iba a ser menos, los titulares sobre medusas han aparecido en más de una ocasión en todos los medios con la consecuente preocupación de quien pisa la playa.

Lo cierto, no obstante, es que en el caso de Tarragona hasta mediados de la semana pasada Creu Roja, responsable del socorrismo en todas las playas de la ciudad, había realizado 306 atenciones por picaduras de medusa. La cifra es inferior a la del año pasado, cuando se contabilizaron 341.

Pero, entonces, ¿de dónde proviene la sensación de peligro? Parte de la responsabilidad la tiene la carabela portuguesa (Physalia physalis), que en realidad no es una medusa sino una colonia de individuos. La especie, sin ir muy lejos, fue la responsable de que el 26 de julio se izara la bandera roja en Altafulla y Tamarit.

Jaume Folch, profesor del Departament de Bioquímica i Biotecnologia de la URV y miembro del grupo de investigación TecnATox, recuerda que no se trata de una especie autóctona, sino que es originaria del Atlántico, pero se está viendo en el Mediterráneo desde hace unos 20 años. Se trata, además, de un organismo que no se mueve por sí mismo, sino que lo hace a merced de las mareas y el viento.

Apunta el biólogo que las carabelas que se encontraron en Tamarit llegaron allí en febrero o marzo y han sobrevivido gracias a que se encontraron con unas condiciones favorables.

Además el comportamiento la especie este año tiene desconcertados a los científicos ya que su presencia se está alargando en el tiempo. Esta semana, sin ir más lejos, su presencia obligaba a cerrar algunas playas en Galicia.

El problema, señala Folch, es que no es lo mismo convivir con las especies de medusas habituales en la costa tarraconense como la Pelagia noctiluca (medusa luminescent o clavel de mar), la Rhizostoma pulmo (borm blau) o la Cotylorhiza tuberculata (Ou ferrat), que hacerlo con la carabela portuguesa que tiene un gran poder urticante . Su picadura puede suponer un riesgo para niños pequeños, mayores y personas alérgicas.

Más que un problema sanitario

Y no es solo un problema sanitario. Cerrar playas tiene consecuencias para toda la economía que funciona alrededor. El biólogo considera que con frecuencia pensamos en el mar como un sitio de ocio pero no como en un ecosistema «y no es una piscina de agua salada». La presencia de medusas es uno de esos fenómenos que nos lo recuerda.

Pero ¿se puede predecir si llegarán las carabelas a nuestras costas? El biólogo señala que todavía hay poca información desde el punto de vista científico como para hacer pronósticos. Lo que sí está claro es que el calentamiento que está sufriendo el Mediterráneo ya es una de las claves en la proliferación de medusas.

Valga como referencia que la boya del Port de Tarragona ha registrado a mediados de este mes una temperatura del agua de 29,3 grados (el año pasado se llegó a los 29,5). «El Mediterráneo se está convirtiendo en un mar tropical con lo cual tendremos a especies que se están encontrando cada vez más a gusto aquí», advierte.

A esto se suma la disminución de las poblaciones de depredadores naturales como el pez luna o la tortuga boba. Estas últimas han comenzado a anidar en nuestras costas, pero no hay cantidades como para controlar un gran número de medusas.

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