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Natàlia Rodríguez: «Porque no quiero leerlo, debe ser publicado»

Polémica por un libro de Anagrama sobre José Bretón, que asesinó a sus hijos. La directora del Diari de Tarragona se muestra a favor de su publicación. Estas son sus razones

21 marzo 2025 21:13 | Actualizado a 21 marzo 2025 21:22
Se lee en 2 minutos
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La maldad es humana, pero como decía Dovstoyevsky no es ni mucho menos la normalidad de las personas. Pero obviarla o silenciarla no nos ayuda a comprenderla, y solo entendiendo los mecanismos que la generan, seremos capaces de prevenir las atrocidades como las que cometió José Bretón.

Comprender y entender es lo que seguramente pretende Luisgé Martín. Porque no es el primero. Lo han hecho antes que él Truman Capote o Emmanuel Carrière o lo está haciendo Carles Porta con sus Crims o Netflix y todas las plataformas con sus documentales y series True Crime.

$!Natàlia Rodríguez: «Porque no quiero leerlo, debe ser publicado»

La literatura también puede y debe explorar los abismos de la perversidad en toda su crudeza. Revelar la verdad secreta de la maldad, ese lado que nadie quiere mirar cara a cara. La lectura no resultará ni fácil ni cómoda. Puede ser que lo que nos descubra no sea en efecto de nuestro agrado, que incluso nos repugne. Pero, como observaba Kafka, «un libro debe ser el hacha que rompa el mar helado dentro de nosotros». Y, sin duda, saber la historia de un padre capaz de asesinar a sus dos hijos pequeños para castigar a la madre provoca una turbación interior, un asco profundo, una rebelión. Atreverse a leerlo en ningún caso banaliza, frivoliza o disminuye la culpabilidad y la monstruosidad del crimen de Bretón. Y escribirlo no es darle la palabra. Este es un error fundamental, porque el único que tiene la palabra en un libro es el escritor, no el personaje. Y si nos fiamos del escritor, de la editorial que lo acompaña (y yo personalmente me iría con Anagrama al fin del mundo), creo que la obra de Luisgé Martín debe ser publicada.

Prohibir un libro no va a servir para devolverles la vida. Es normal que la madre y su familia no quieran que su historia sea de nuevo el centro de atención. Pero la sociedad tiene que poder mirar cara a cara a la maldad y el dolor y el sufrimiento más intenso. Hay que mirarlo, leerlo, escudriñarlo, sentirlo, pensarlo, compartirlo y llorarlo, para poder detectarlo y prevenirlo, y por supuesto para poder castigarlo con todas las leyes posibles.

Martín asegura que su libro «no da voz a José Bretón» sino que «se la quita» porque «niega su explicación de los hechos» y «le enfrenta con sus contradicciones». Y son estas contradicciones las que nos van a servir para mostrar los laberintos de la infamia y de la vileza de un asesino. Nada más. Y nada menos. Merece una reflexión, por último, que un libro como El odio, que pocas personas han leído aún, despierte el odio público que ha despertado entre los que no lo han leído. Es tristemente coherente con el tipo de sociedad hacia la que caminamos, en la que el resentimiento preventivo sustituye al pensamiento crítico.

Y este sería mi último argumento a favor de la publicación del libro: que yo no quiero leerlo y seguramente no lo leeré, porque no me quiero enfrentar a ese caos diabólico. Pero precisamente porque no quiero leerlo, quiero que se publique porque una sociedad en la que solo se publica lo fácil, lo agradable y lo bonito va camino del infierno.

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