La recuperación de la Font dels Lleons, una fuente monumental ubicada en el sótano de un edificio de la calle Pere Martell, ya no es una prioridad para el Ayuntamiento de Tarragona.
La compleja y farragosa operación urbanística y administrativa deja las intenciones del gobierno de Ballesteros en un cajón, para los siguientes que vengan.
Si Tarragona quiere convertir la Font dels Lleons en un espacio visitable –tal como defendía el gobierno municipal–, lo primero que deberá hacer es modificar el plan general de la ciudad, el POUM, lo que el concejal responsable de la cuestión, Josep Maria Milà, define como «un calvario».
La Font dels Lleons es una fuente romana de 17 metros de longitud ubicada en el sótano de un bloque de pisos de Tarragona, que hace esquina entre la calle Pere Martell y Eivissa, en la Part Baixa de la ciudad.
La fuente comenzó a emerger a finales de los años noventa, a raíz de la urbanización de los terrenos del barrio portuario de TàrracoEl promotor que consiguió la licencia para construir un edificio encima de los restos arqueológicos, modificó el proyecto para no dañar la fuente. Después de veinte años, todo sigue igual, aunque el Ayuntamiento puso en marcha distintas operaciones para recuperar y museizar la fuente. Todas fallidas. Un callejón sin salida.
Por norma general, los promotores encargados de urbanizar esa zona, llena de restos arqueológicos, pedían una compensación volumétrica al no poder construir en el sótano. El Ayuntamiento les permitía elevar un piso más los edificios o les daba otro solar para hacer el párking, por ejemplo. No fue el caso del promotor del bloque que esconde la Font dels Lleons.
El consistorio se dio cuenta de la importancia de la fuente monumental y tomó la decisión de expropiarla cuanto más rápido, mejor. De hecho, el bloque cuenta con una puerta para acceder desde la calle al sótano, donde se halla la fuente.
El Pla d’Ordenació Urbanística Municipal (POUM) contemplaba la posibilidad de hacer un convenio con el propietario del edificio para permutar el sótano de la Font dels Lleons –valorada en dos millones de euros–, con la mitad de una finca situada en Les Gavarres –entera estaba tasada en 4 millones–.
«Además, nuestra intención era expropiar también algunos de los locales comerciales de la planta baja del bloque para poder hacer como una recepción en el momento de museizar el monumento y unos lavabos», explica el concejal de Patrimoni Municipal, Josep Maria Milà.
Se empezó a elaborar el convenio, pero para llevar a cabo una operación como esta es imprescindible informar al Departament de Governació de la Generalitat. Este órgano emitió un informe en el que decía que la permuta no se podía hacer, «ya que no garantizaba que el cambio fuera justo», según explica Milà, quien añade que «nos recomendaron que pusiéramos la finca de Les Gavarres a subasta y que, con el dinero que sacáramos, expropiáramos la Font dels Lleons. Así lo hicimos».
En octubre del año pasado, el pleno de Ayuntamiento de Tarragona aprobó poner en marcha la subasta de la finca de la calle Mestre Xavier Gols, número 7 y 9, de Les Gavarres. «Había mucha gente interesada», confiesa Milà.
Pero los problemas volvieron. Cualquier compra de estas características requiere una licencia comercial para poder desarrollar una actividad.
El informe sobre la licencia comercial era competencia de la Comissió d’Urbanisme de Tarragona de la Generalitat, quien dictó que lo que el plan general marcaba sobre esta finca de Les Gavarres no era suficiente para garantizar que el solar fuera edificable y que, por lo tanto, era necesaria una modificación del POUM.
Fue un jarro de agua fría para el concejal Milà y para el resto del gobierno municipal. Al conocer la situación, los interesados en comprar la finca de Les Gavarres se retiraron y la subasta quedó desierta, eliminando toda posibilidad de expropiar la Font dels Lleons.
Adiós al paseo arqueológico
«Esto significa empezar de cero. Me desanimé, porque nuestra intención era conseguir el dinero a través de esta subasta para iniciar así la recuperación del paseo arqueológico existente en la Part Baixa de la ciudad», explica el concejal, Josep Maria Milà, quien añade que «nuestra idea se ha ido al garete».
El edil reconoce que modificar el plan general es «un calvario» y que «actualmente no hay dinero para comprar la fuente, hay otras cosas más importantes y urgentes».
Por lo tanto, el proyecto de recuperación del monumento queda en stand by. «Ya encontraremos en el futuro alguna oportunidad. O bien desarrollamos la imaginación y buscamos otra solución, o modificamos el POUM. No descarto nada», dice el concejal Milà.
El concejal aprovecha la ocasión para reivindicar el papel de los ayuntamientos. «El procedimiento administrativo es excesivo y los consistorios nos encontramos un poco solos», asegura Milà, quien añade que «nosotros tenemos todas las responsabilidades finales para mejorar la ciudad, pero dependemos de muchos controles. Con esto no digo que no sean necesarios, pero hacen farragosa la tramitación».