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El efecto que la sequía está teniendo en la cesta de la compra

El aceite de oliva más caro ya supera los 12 euros por litro a causa de la falta de oferta. Además, el precio de algunos productos se triplica en el viaje del huerto al supermercado por, entre otros motivos, la energía y el transporte

07 septiembre 2023 19:49 | Actualizado a 08 septiembre 2023 20:00
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Sequía e inflación: un cóctel fatal está repercutiendo en toda la sociedad. La pobre cosecha que va a haber esta temporada puede empeorar la situación, ya que la oferta va a disminuir y la demanda se mantendrá estable. Con lo cual, el precio aumentará. Será una losa para payeses, mayoristas, pequeños comerciantes y consumidores. De hecho, los campesinos denuncian que el precio al que les compran algunos productos, como la avellana, hace años que no cambia, mientras que ellos arrastran, tal como explican y al igual que casi todos los sectores productivos, un incremento notable en los costes de producción.

Actualmente, según el Índice de Precios en Origen y Destino de los alimentos, publicado mensualmente por la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG), se especifica que la diferencia de precios que los principales productos tienen en su origen –la huerta– y su destino –el supermercado– es, de media, de un 262%. Es cierto, sin embargo, que el dato viene estabilizándose desde el verano pasado, cuando alcanzó el 323%.

El coste del quilo de ciruelas, por ejemplo, se multiplica por seis desde que se recoge hasta que se vende en la tienda. De 52 céntimos en el origen hasta 3,42 euros en el destino. Es un incremento del 558%. De igual forma, las aceitunas de mesa suben un 532%: de 91 céntimos el quilo hasta los 5,75 euros. Son los dos alimentos cuya subida es mayor. No obstante, hay otros que no se quedan atrás: la lechuga crece un 457%, el plátano un 411%, el melocotón un 381%, el calabacín un 369%, el ajo un 368% y la nectarina un 364%.

«Las grandes superficies pueden modificar el precio», Jordi Escrivà, presidente del Mercat del Camp

«Hace muchos años que no sube el precio que se paga por las avellanas a los agricultores, que también arrastramos un gran aumento de gastos desde 2022», expresa el responsable de agua en el Baix Camp de Unió de Pagesos, Josep Z. Ferré. «En consecuencia, cada vez que el coste de producción es mayor y no aumenta lo que te pagan por el producto, el poder adquisitivo del campesino se reduce; nosotros, que no tenemos capacidad de modificar el precio, cada vez ganamos menos, y el consumidor cada vez paga más», añade.

Es cierto que el precio de la energía, un dolor de cabeza el pasado verano, está reduciéndose. En el mes de julio, según los datos provinciales del IPC que desglosa el Instituto Nacional de Estadística (INE), la electricidad, el gas y otros combustibles han bajado su coste un 35% en comparación con junio de 2022. Bien es cierto que, entonces, la subida fue de un 55% con respecto a 2021, por lo que hay una parte que se ha mantenido. Lo mismo pasa con fertilizantes, herbicidas y productos químicos, que amplían la factura de los payeses. En palabras del corresponsable en materia de agua de Unió de Pagesos en el Tarragonès, Martí Macias, «los intermediarios aplican al precio de origen el incremento de gastos que han sufrido».

«Para muchos payeses, no tiene sentido montar un negocio propio si luego no hay ningún relevo», Martí Macias, corresponsable de agua de Unió de Pagesos en el Tarragonès

Para mayoristas y minoristas, la luz y el transporte, entre otros factores, sumado al margen de beneficio aplicado, engordan el precio. El presidente del Mercat del Camp, Jordi Escrivà, expresa que «todo depende del momento, del producto y de dónde llega». «Al final, el margen de beneficio se ve reducido por la subida de los costes: el comercio de proximidad y los restaurantes ponen el margen necesario para subsistir, pero las grandes superficies se pasan más y pueden modificar el precio», añade.

Joan Poch es la cabeza visible de uno de los supermercados Coviran ubicados en Tarragona. «El transporte desde el almacén de producción hasta la tienda es de lo que más encarece el artículo; si a ti te aprietan los gastos, tú también tienes que apretar un poco». Afirma que, este verano, la inflación han subido menos de lo que se esperaba, sobre todo teniendo en cuenta el huracán de 2022. De todas formas, las progresivas subidas van acumulándose.

La payesía advierte que la sequía hará que los precios suban también durante el año 2024

¿Cómo ajustarlo todo?

Desde el sector de la payesía, se ha hablado de forma recurrente de la posibilidad de fijar unos precios mínimos y que no sea cada campesino de forma individual el que negocie lo que recibe. Ya hay algunos que han optado por prescindir de intermediarios y comerciar su propio género para que así pase directamente del campo al consumidor.

«Con depende qué producto es menos costoso dar el paso para que la cadena sea agricultor-cliente, pero hay otros en los que la logística es más compleja», expresa Macias. No obstante, en muchos de estos casos, la eliminación de intermediarios viene acompañada de una inversión que tiene que correr a cargo del payés: «Para muchos, no tiene sentido gastarse un dinero si luego no va a haber un relevo generacional en la tienda», explica Macias. Desde la óptica de los supermercados, Poch asegura que, a nivel de ventas, no les perjudica en exceso que los agricultores tengan sus propios comercios.

«Como no se ha regado de forma normal, hay menos producto y más caro», Josep Z. Ferré, responsable de agua de Unió de Pagesos en el Baix Camp

El aceite, disparado

Hay algunos artículos que, más o menos, se mantienen, como el aceite de oliva virgen extra, los huevos y la leche de vaca, que suben un 8%, un 21% y un 79% respectivamente. Precisamente el aceite de oliva es uno de los productos cuyo precio final más ha crecido en el último año, en función de las marcas y las variedades. La carne y el pescado también se han encarecido bastante.

¿Por qué sube tanto el aceite? La cosecha de la oliva está viéndose afectada por la sequía que arrastran las huertas: no llueve y, en consecuencia, la oferta disminuye mientras la demanda se mantiene. Con lo cual, cuando hay menos producto, a repartir entre las mismas personas, el precio sube. «¿Cómo no va a subir el aceite de oliva si no hay olivas?», remarca Ferré. Según Macias, «hay algunas oliveras que ya están perdidas, pero las que aún mantienen un poco el fruto necesitarán lluvias». Escrivà insiste: «Está claro que, por culpa de la sequía, la manzana, por ejemplo, será mucho más cara que el año pasado».

La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) ha pedido al Ministerio de Agricultura que «aumente el control de la cadena de producción del aceite de oliva para evitar abusos y especulación».

Por su parte, algunas variedades de avellana ya han empezado a recogerse. Ferré asegura que «como no se ha podido regar de forma normal, la cantidad será menor y el calibre más pequeño, aunque la calidad no se verá afectada». «Ya no es que haya menos producción, sino que van a perderse los árboles; es lo que más preocupa ahora a la mayor parte de payeses de la zona», añade. Eso provocará que, como ya está sucediendo, el producto deba importarse de fuera –hay muchas avellanas que provienen de Turquía–.

Durante los primeros meses de 2024, cuando el árbol tenga que volver a brotar, se vislumbrarán las consecuencias: «Esto no acaba este año; si las cosas no mejoran, el que viene será igual o peor, ya que el agua de los acuíferos, que este año ha ayudado, no estará en 2024», lamenta Ferré.

La evolución de la diferencia de precios desde el inicio de la cadena hasta el final es irregular a lo largo del año. No obstante, durante los últimos tiempos, la dinámica tiende a descender. En consecuencia, y a pesar de que todo sea más caro, la diferencia entre campo y súper es relativamente menor.

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