Ecologistes en Acció lleva denunciando «la perdida de agua en el río Francoli» en su paso por Tarragona, donde debería llegar al mar. Esta situación provoca «episodios de mortalidad de la vida acuática» durante julio y agosto, ya que «la fauna se esconde en los puntos donde queda agua», pero durante la temporada estival no tienen lugar donde resguardarse.
Víctor Álvarez, miembro de Ecologistes en Acció Tarragona, detalla que «este año se ha hecho especialmente presente el poco caudal de este río», ya que, normalmente consigue conectar durante algunos meses con el mar, pero en 2023 sólo ha podido hacerlo «durante unas dos semanas».
Para los ecologistas, «la situación de sequía que atraviesa el país sería solo una de las causas de este fenómeno». Álvarez reconoce que ha sido un año con pocas lluvias, pero apunta a «una mala gestión del agua detrás de esta situación».
Medidas correctoras
Para los ecologistas, es necesario tomar medidas correctoras para evitar que esta imagen se repita cada año. En la ciudad, la Empresa Municipal Mixta d’Aigües de Tarragona (Ematsa) no utiliza las reservas del acuífero para el agua de boca, ya que esta proviene del Consorci d’Aigues de Tarragona (CAT) procedente del río Ebro. Sin embargo, otros usos del agua municipal como «el agua de riego de los jardines y parques municipales o la limpieza» si que sería extraída del acuífero. Por este motivo, Álvarez considera necesario «revisar las prácticas que tenemos como ciudad, para poder adaptarnos al contexto actual de crisis climática».
Desde la plataforma han celebrado algunos gestos como la suspensión de La Remullada de Sant Magí o el cierre de las duchas en las playas. Álvarez considera que «hemos de aprender a eliminar hábitos donde se desperdicie agua», ya que «no tiene sentido ducharte en la playa si luego lo harás en casa».
Álvarez también señala «el absurdo de regar el césped de la orilla del Francolí cuando el propio río no tiene agua». En contraparte, el ecologista apuesta por «plantar vegetación autóctona que pueda adaptarse a nuestros largos veranos». Para Álvarez es necesario «un cambio de concienciación ciudadana» para adaptarnos a la realidad climática a la que nos acercamos.
La entidad también remarca «la necesidad de tener una depuradora municipal de tratamiento terciario», ya que este agua sería ideal para poder realizar «la limpieza de calles y el riego de jardines».
Agua inutilizada
Ecologistes en Acció pidió al ACA, a través de la ley de transparencia, que les otorgara una lista con el total de concesiones otorgadas en la Conca del Francolí. La entidad ha podido acceder a este listado, sin embargo, no ha podido conocer el consumo real de cada una de las concesiones. Actualmente, han recurrido esta solicitud denegada para poder conocerla al detalle.
Aun con todo, parte de la información a la que han podido tener acceso ha sorprendido a los ecologistas. Por ejemplo, en la ciudad de Tarragona, hay una concesión activa a una comunidad de regantes, pese a que «la vida rural ha desparecido en el municipio».
De hecho, se puede ver como en las acequias laterales del río corre agua, mientras este esta seco y desde Ecologistes «desconocen donde acaba destinada». Por este motivo la organización demanda a la administración pública «extinguir esta concesión». La entidad sospecha que «la perdida de este agua podría estar detrás de las filtraciones que suceden en la urbanización de Parc Francolí».
En términos parecidos, el listado mostraría otros resquicios de la reducción de la vida rural en el territorio que no han sido rescindidos, como concesiones al Institut Català del Sol o a otras comunidades de regantes en poblaciones como Constantí. En líneas generales, Víctor Álvarez apunta a que «hay un mundo oscuro detrás de la extracción del agua y es difícil acceder a la totalidad de los datos».
Ecologistes en Acció sitúa entre Constantí y Tarragona el punto más crítico del río, ya que, en la temporada invernal, el agua llegaba hasta el sur de Sant Salvador. Justo en la zona alrededor del polígon Francolí, donde el río se ensancha, sería el lugar en el cual la entidad considera «que se estaría produciendo una sobreexplotación». Esto explicaría, que a partir de la zona del Joan XXIII se pierde el caudal.
Con todo, Álvarez considera que «estamos a tiempo de salvar un caudal ecológico» y es «cuestión de voluntad política que no requeriría un gran coste económico». El proyecto Green Belt para cambiar la vegetación de la orilla del río también podrá ayudar «a retener mejor el agua de las lluvias».