Es el faraón de Sant Vicenç de Calders. El hombre que el pasado martes, cuando todo el mundo andaba perdido y se preguntaba a dónde tenía que ir para coger el autobús, se plantó, megáfono en mano, en las puertas de la estación y dirigió la operativa como un reloj de precisión.
Su nombre es Ramsés Garcés y desde hace cuatro años es el jefe de la línea R4 Sud además de la R4 Nord y la R2 Sud. El pasado martes, cuando empezó el corte de vías entre Tarragona y Sant Vicenç de Calders, demostró que es una de aquellas personas que si hubiera más en las empresas seguramente las cosas irían mejor.
Está todo el día colgado del móvil y antes de iniciar la entrevista todavía tiene la deferencia de dirigirse a una mujer que tiene problemas para sacar el billete y ayudarla. Mientras esta se produce, tiene una interrupción para acabar de solucionar dónde se instalarán los aparcabicis para no molestar en la operativa de los buses.
Son mil cosas de las que estar pendiente con un objetivo muy claro: «Dar una solución al cliente y que, ya sea cuando se produce una operativa planificada como esta, una incidencia en la línea o un arrollamiento, podamos organizarnos rápidamente para dar una continuidad al servicio».
Tiene cara de cansado. El fin de semana pasado estuvo con el corte de Gavà y el lunes ultimaba los detalles antes de las obras de Roda. «En cuatro días dormí unas doce horas, pero ya descansaré cuando todo esto esté en marcha», asegura.
Garcés, junto con un centenar de personas de Renfe, lleva meses coordinando el Pla d’Alternatives de Transport. Lo que no estaba escrito es que acabaría siendo el hombre del megáfono. «Lo cogí porque tenía toda la planificación logística en mi cabeza. Sabía perfectamente qué tenía que hacerse para que todo esto saliera rodado y necesitaba transmitirlo».
Un analista que busca soluciones
El foco estaba en Sant Vicenç de Calders, desde donde se coordina la operativa de buses que salen hacia los distintos puntos de carga y descarga. Un engranaje que debe funcionar a la perfección y que precisa de la «colaboración de los usuarios» para que suban de forma correcta a los vehículos. «Si subes de la parte de atrás a la de adelante se tarda un minuto y el bus sale. Si la gente interfiere en las entradas se tarda doce. Se trataba de que todo el mundo fuera ágil, porque es clave», asegura.
Garcés manifiesta que le encanta «analizar» y «buscar la mejor solución». En este caso, el gran reto es la coordinación entre el transporte por carretera y los trenes. A partir de ahí, se trata de dar la mejor información a los usuarios en la zona de vías. Unas directrices que se encargó de transmitir a su equipo en una charla motivacional para que todos los informadores que habían desembarcado en esta estación conocieran la «jerga ferroviaria» y qué debían hacer. «Les pregunté qué pensaban y me dijeron que sería un caos. No, caos nunca. Seremos los mejores y será el mejor equipo porque sacaremos el trabajo y todo el mundo estará contento con nosotros».
Esta es la mentalidad que ha intentado transmitir desde el primer momento y que aplica en el día a día en su puesto de trabajo. «Siempre debemos tener una mentalidad positiva. ¿Es difícil? Mejor. Cuando tienes un objetivo muy difícil siempre es mejor la recompensa», afirma.
Trabajo en equipo
Garcés es una de las caras visibles que ha intervenido en el diseño de la operativa. «El tronco del árbol», como afirma él. Pese a ello, asegura que «las raíces que hay en todos los departamentos son brutales». Y una de estas se llama Ricard Riol, el responsable de producción, encargado de hablar con Adif de las circulaciones que podían mantenerse, a pesar de los trabajos que se están haciendo en la vía entre Tarragona y Sant Vicenç de Calders. «Es un trabajo que la gente no sabe, pero en todos los departamentos hay personas que están hasta las tantas, haciendo un seguimiento desde todas las estaciones, siempre para mejorar el servicio».
Empezó a trabajar en la compañía en el año 2009. Primero, vendiendo billetes en la taquilla de Sitges. Su compañera de trabajo hoy es su mujer, lo que forjaba todavía más las raíces de una saga de ferroviarios que ya empezó con el abuelo y más tarde también siguió el padre.
La familia venía de Navarra y el apellido, Garcés, proviene de la dinastía Jimena de los Reyes Vascones de Navarra. «Mi padre estudió historia y geografía y le apasiona todo el mundo egipcio». Esto explica el por qué de la elección de un nombre que ha acabando marcando la personalidad y la capacidad de liderazgo de nuestro protagonista.
Igual que el Gran Faraón, Ramsés Garcés ha ido escalando posiciones en la compañía. Su entrega y capacidad de trabajo hizo que enseguida Renfe se lo llevara de Sitges a Barcelona, donde llevó las cuentas de la Estació de Sants. Más tarde, asumió la función de supervisor y, después de aprobar la oposición y trabajar durante un tiempo en Adif, regresó de nuevo a Renfe donde ejerció de interventor en Rodalies hasta que la anterior directora de Rodalies Catalunya, Maite Castillo, lo hizo responsable de las líneas que enlazan el área metropolitana de Barcelona con el sur de Catalunya. «Creo que las oportunidades son retos y no sé decir que no. Acepté el retó y adelante», confirma.
Y, aunque el tiempo dirá si fue un premio o un regalo envenenado el hecho de que esté dirigiendo algunas de las líneas más complicadas en estos momentos, la actitud que desde el primer minuto ha intentado transmitir a su equipo es que «se olviden que esto puede ser un caos y que vamos a ser los mejores. Estoy aquí y esto va a salir sí o sí, porque no existe otra opción».
Una saga de ferroviarios
La conversación mantiene una impronta en la Ramsés Garcés intenta mantener un positivismo, a pesar de que durante estos primeros días se ha detectado que tendrán que hacerse ajustes para mejorar la operativa durante estos cinco meses en los que está previsto que se alargarán las obras. Pese a ello, la forma con lo que lo afronta e intenta contagiar al resto del equipo dan esperanzas para el optimismo.
Forma parte de su ADN, un carácter que le hace pensar que «al final, lo más importante en la vida es tener un objetivo para seguir adelante y esto es un poco mi actitud». Esto lo aprendió a los 18 años, cuando su madre fue diagnosticada de un cáncer, lo que reconoce que «me cambió el chip».
Rememorando esta situación, las emociones afloran y la sensibilidad se pone a flor de piel. Con la voz entrecortada y los ojos humedecidos explica el aprendizaje que supuso este momento para toda la familia. «Ahora mi madre está estupenda y es una persona con una vitalidad brutal. Sufrimos mucho y hay mucha gente que se queda anclada, pero ella me transmitió este pensamiento positivo y que siempre hay que visualizarse que sales adelante de todo. Si lo haces, tienes un objetivo, de lo contrario no».
Y su objetivo ahora es el «compromiso con la gente» y que si sale cualquier incidencia con los materiales o la infraestructura esta pueda solventarse cuanto antes para que los usuarios tengan el mejor servicio posible.
Un engaranaje complejo
Este muestra su empatía con la indignación de los usuarios. «Es que es comprensible», dice. «Lo que pasa es que aquí hay muchas cosas que no dependen de nosotros y la gran mayoría de todos los retrasos son por problemas de la instalación y esto está cambiando ahora».
El mensaje es que «estamos haciendo cosas para mejorar continuamente». «Está claro que los trenes van muy llenos, pero es que el billete es gratuito y esto también se nota mucho. Y, al final, los convoyes y la infraestructura son los que son».
Garcés es una de las caras visibles del operador Renfe sobre el terreno, que conoce las demoras, incidencias y demás inconvenientes que están sufriendo los viajeros. En parte, a raíz de las obras que se están haciendo en los diferentes tramos, que deben permitir adaptar la vía al ancho internacional para el Corredor del Mediterrani.
Este confía en que estas dejarán una «infraestructura renovada» y «más fiable». Mientras tanto, desde su responsabilidad el objetivo es que «el viajero se sienta acompañado». «El peor sentimiento para un viajero es la incertidumbre y el no saber». Seguramente desde las vías nunca se hace lo suficiente. Sin embargo, si hubiera más Ramseses Garcés las cosas funcionarían de una forma muy diferente.