Cuatro visitantes, el párroco encargado de hacer de guía y dos periodistas. Servidor uno de ellos. Más tarde apareció el fotógrafo para retratar el momento. La poca afluencia a esa ‘visita inmersiva’ de la Catedral de Tarragona permitió que los visitantes pudieran conocer con más atención que nunca todos los detalles ornamentales e históricos que conforman el Cabildo catedralicio. Y, sobre todo, encontrarles la explicación.
Ayer se realizó la segunda ‘visita inmersiva’ que esta semana han empezado a llevar a cabo los responsables de la Catedral de Tarragona, y que tiene como objetivo conocer la historia y patrimonio de esta. El deán presidente, Mn. Antoni Pérez de Mendiguren, es uno de los encargados de enseñar a los visitantes los rincones más icónicos e importantes del complejo religioso. El objetivo de esta iniciativa, en el año de la conmemoración de los 700 años de la llegada de la reliquia del brazo de Santa Tecla a Tarragona, es dar a conocer la riqueza patrimonial y espiritual.
El recorrido empezó en el exterior, para que Pérez de Mendinguren pudiera explicar algunos de los elementos más característicos de la fachada de la Catedral. «Todos los ornamentos están por algún motivo en concreto y tienen su historia. No son casualidad», explicó el deán.
La visita siguió por el baptisterio y más tarde por la capilla de Santa Tecla y San Fructuós. Dos lugares de obligada parada para conocer a los que, en palabras de Antoni Pérez, «son las figuras religiosas más importantes para nuestra ciudad». Otros espacios que se exploraron fueron el Vestidor de los Canónigos, el altar y sus butacas para los miembros del coro, el retablo, la sacristía mayor y el claustro. En todos ellos, no faltó su correspondiente explicación.
No obstante, el guía de la visita no se detuvo en ofrecer detalles que profundizaran demasiado en fechas históricas. Su objetivo era otro. «Esta visita sirve para conocer las cosas que normalmente no se ven y que la gente pueda preguntar», explicó el párroco.
Atención y mucho interés
«Lo mejor de la visita ha sido la proximidad con el guía y su interés por hacer entender todos los detalles. Lo ha hecho muy ameno». Así explicaba Carmela, una de las visitantes, su experiencia durante las dos horas de recorrido. Igual que ella, los demás también pudieron hacer preguntas e intervenir durante la explicación de los lugares que conocieron durante la visita.
Uno de ellos fue clave para que todos pudieran participar en una de las tareas que llevan a cabo los miembros de la Catedral en el Vestidor de los Canónigos. Ahí se realizan las votaciones de los temas y cuestiones más importantes durante el año. Y para hacerlo, basta con una bola blanca, negra y de color para que los responsables religiosos hagan saber su ‘sí’, ‘no’ o ‘abstención’.
Un simple juego que sirvió para que los visitantes decidieran si querían seguir con la visita guiada, y que se zanjó con algunas risas y la confianza ganada de unos asistentes que aprovecharon la mañana para adentrarse en la Catedral.
