El nuevo curso que ha arrancado presenta algunos interrogantes que generan vértigo y estos vienen marcados por las dudas que surgen en esta ciudad cada vez que nos toca hablar de calendarios. Déjenme que me explique, porque esto es serio y nos estamos jugando ni más ni menos que la cifra de 2,7 millones de euros.
La primera prueba de fuego es el carril bici. El Ayuntamiento de Tarragona recibió 450.000 euros de los Fondos Europeos de Desarrollo Regional (Feder) para impulsar el nuevo eje que se está construyendo desde el Campus Sescelades a la Imperial Tarraco y que enlazará con el puente del Francolí. Esta cantidad representa el 60% del coste del proyecto, que inicialmente asumía con fondos propios el Ayuntamiento. Una muy buena noticia para las arcas municipales, que obliga a tener la obra completamente acabada y recepcionada el próximo 1 de diciembre. De lo contrario, Tarragona perderá la ayuda.
Según el último calendario, su finalización está prevista para dentro de veintisiete días, es decir el 5 de noviembre. Quedarán dieciocho días hábiles de margen para afrontar posibles contratiempos y acabar de arreglar aquellos déficits que siempre ponen de manifiesto las inspecciones de obra. El responsable del Àrea de Territori, Xavier Puig, insistía el pasado martes en la tertulia de Tarragona Ràdio que podrán cumplirse los plazos, pero no estaría de más tener preparado un cirio para Santa Tecla, por si aparece un episodio intenso de lluvias en los próximos días, o cualquier otro contratiempo, que estamos en otoño y tampoco sería tan extraño.
Seguramente de los tres proyectos que cuelgan de ayudas externas, este es el que lo tiene más fácil. Más preocupación genera el Porta Tàrraco, el centro de bienvenida de turistas en la Part Alta, que actúa sobre tres espacios: el antiguo beaterio de Ca l’Agapito, el garito del Camp de Mart y la Antiga Audiència. En este caso, la iniciativa está cofinanciada entre el Ayuntamiento y la Direcció General de Turisme de la Generalitat, que aporta la suma de 300.000 euros.
La semana pasada se ponía en marcha la rehabilitación de la Volta del Pallol. De momento, se han iniciado los trabajos preliminares a la espera de que llegue la grúa de 50 metros, que se ubicará en el interior de la plaza, y permitirá abordar la parte más complicada de la obra. El plazo de ejecución es de ocho meses, por lo que se acabarán antes del inicio del verano. Estará arreglado el ‘envoltorio’, pero todavía faltará la musealización, y esto es lo que contempla el Porta Tàrraco.
En este caso, el calendario para la ayuda de la Generalitat vence en septiembre de 2022, después que ya se han agotado todas las posibilidades de prórroga habidas y por haber. La semana pasada, el concejal de Patrimoni, Hermán Pinedo, afirmaba que «llegaremos muy justos pero lo haremos». El margen de ‘error’ es prácticamente nulo. Pinedo afirmaba que «el día siguiente que acaben las obras de Ca l’Agapito entraremos ya con el Porta Tarraco». A nivel interno se está trabajando para avanzar en todo aquello que se pueda. Y es que, el Ayuntamiento no puede permitirse perder otra oportunidad para recuperar este edificio. En el año 2017 la administración local ya dejó escapar una ayuda de tres millones de euros dentro del Pla Integral de la Part Alta (PIPA). Esta también la otorgaba la Generalitat, a través de la Llei de Barris, y hacía referencia al 50% del importe para recuperar el conjunto del edificio, que estaba llamado a ser una de las joyas del barrio.
La cosa no pinta bien
Finalmente, está el Banc de la Ciència i el Coneixement (BCC) y aquí hay que coger aire y respirar profundamente porque lo que está en juego es, ni más ni menos, que una subvención de 1.975.333,73 millones de euros. Esta también depende de los fondos Feder, que en la convocatoria que se resolvió en junio de 2019 otorgaron esta partida para la transformación del antiguo Banc d’Espanya en un centro a disposición de la divulgación científica y el conocimiento.
Han pasado muchas cosas desde que se daba a conocer esta ayuda. Algunas de las más destacables es que ha habido un cambio en número 1 de la Plaça de la Font y que cuando se ha aterrizado la idea inicial a la realidad se han detectado cosas que no se preveían. Europa concedió los fondos en base a un proyecto básico que tenía que concretarse con el ejecutivo. Y en la recta final, cuando estaba a punto de darse el pistoletazo de salida al inicio de las obras, un informe técnico revelaba que la estructura del edificio «no es compatible con ningún uso de pública concurrencia» ya que, para ello, «hay que hacer un refuerzo estructural del sistema de pilares, de forjados y de los cimientos del inmueble». Esto significa un encarecimiento del 50% en el coste de las obras, pasando de los 4,9 millones iniciales a 7,2.
La situación es crítica. Las condiciones de la ayuda continental establecen que en noviembre de 2022 debe estar ejecutada el 70% de la obra, una circunstancia que no podrá cumplirse. En este sentido, el Ayuntamiento ya ha solicitado una prórroga, que aún no ha sido aceptada. El propio Consistorio afirma que «se ve difícil», lo que sería la peor noticia para una ciudad que tiene demasiados «mamotretos» y que tendrá que explorar nuevas de financiación si no quiere que definitivamente este proyecto pase a engordar el cajón de los sueños perdidos.