La imagen de persianas bajadas y los carteles de «se alquila» o «disponible» son cada vez más habitual en los arrabales de Reus. Mientras que el eje Llovera-Monterols se llena cada día de gente paseando que, de paso, entra en tiendas y, probablemente, acaba comprando alguna cosa, los arrabales se han ido vaciando, tanto de viandantes como de comercios. Es algo que hace tiempo que preocupa y que, ahora, el Ayuntamiento de Reus ha decidido poner el freno e intentar revertir la situación a través del proyecto ‘Reus Espais Vius’, que se está desarrollando de la mano de la empresa Bb Intervencions, siguiendo la metodología ‘Espais en Transició’, con la estrategia de reactivar espacios comerciales con negocios de «impacto positivo». Proyecto que se ha dotado, finalmente, con un presupuesto de 400.000 euros, 250.000 más de lo que se había previsto inicialmente.
La idea es empezar actuando en los arrabales de Robuster y de Sant Pere –donde se acumulan más de una veintena de locales cerrados– e incentivar a nuevos emprendedores a ubicarse en este eje de la ciudad. «Será un éxito si en 2 años se ocupan el 80% de los locales vacíos», explica el concejal de Empresa i Ocupació, Carles Prats, quien comenta que el proyecto podría ampliarse en un futuro en otras zonas de la ciudad.
Todo ello se quiere conseguir con la creación de ayudas, «potenciando el comercio sostenible y huyendo de los locales de ocio», detalla Prats. Aclara que no se trata de realizar ninguna prohibición, sino de crear líneas de ayudas dirigidas a un perfil concreto: comercios de nueva creación y sostenibles.
En esta línea, el propietario de uno de los locales vacíos, Albert Figuerola, analiza que en los arrabales de Robuster y de Sant Pere se ha dado, en los últimos años, «un desequilibrio»: «Hay mucha restauración y ocio nocturno, pero poco comercio singular, por lo que hay más vida nocturna que diurna. No tiene que desaparecer la restauración, sino encontrar un equilibrio y hacerlo apostando por un tipo de comercio singular, que llame la atención», opina.
Él y una quincena más de propietarios de locales vacíos de los arrabales de Sant Pere y Robuster se reunieron, justo la semana pasada, con la concejalía de Empresa i Ocupació del Ayuntamiento de Reus. Una reunión convocada desde el consistorio con el fin de dar a conocer el nuevo proyecto revitalizador a los propietarios de dichos locales vacíos. Y es que se parte de la base que tiene que ser un «proyecto colaborativo». «No se trata de dar ayudas a los propietarios», recuerda Carles Prats, pero sí señala la necesidad de trabajar en la misma línea.
Por su parte, Albert Figuerola, presenten en la reunión, señala que, particularmente, ve el proyecto «muy positivo». Como subraya, los propietarios tienen un papel muy destacado en el futuro de este eje comercial. «Puedes alquilar un local al primero que se interese o pensar a largo plazo y apostar e impulsar un comercio diferenciador que dé vida al barrio y perdure», dice Figuerola. En este sentido, señala que, bajo su punto de vista, «el propietario tiene que tener una visión más global» y se pregunta: «¿De qué sirve que abra un local, que cierre en un año y tardar 5 años más a que vuelva a estar ocupado?». Para Figuerola, conseguir cambiar esta dinámica implica que todos los actores –ayuntamiento, propietarios y vecinos– remen en la misma dirección.
Hasta el momento, el proyecto ha avanzado en la identificación de la zona en la que actuar y en la realización de esta primera toma de contacto con los propietarios de los locales. Según Carles Prats, la fase actual es la de definir las futuras subvenciones. Paralelamente, se está trabajando con la concejalía de Cultura para poner en valor los locales vacíos a través de actuaciones artísticas, que se harían en otoño. Posteriormente, se iría trabajando la captación de emprendedores y el apoyo con subvenciones.
Desde El Tomb de Reus, se ve con buenos ojos el nuevo proyecto. «No hay una única solución a las problemáticas, pero toda piedra hace pared», recuerda el presidente de la entidad comercial, Jacint Pallejà, que recuerda que «históricamente como entidad, siempre hemos mostrado preocupación por las zonas con locales cerrados». Preguntado por el motivo de la baja actividad comercial en los arrabales, Pallejà recuerda que «jamás hay causa-efecto directo», sino que «se da una multitud de factores»: «Hay quien puede decir que es culpa de La Fira, pero también ha habido la crisis, ahora la Covid y también factores como las jubilaciones o comercios que, por sí solos, no salen adelante». Con todo, el presidente de El Tomb también tiene muy claro que un factor clave es la reinvención del comercio.
Desde los arrabales, los comerciantes actualmente establecidos creen también muy necesario actuar para potenciar la zona. Antonio Pérez, de TPA Informática, lleva 6 años en el arrabal de Robuster y ve imprescindible una revitalización: «Hay mucho tráfico de coche, pero no de gente». No obstante, vería mejor si las ayudas también pudieran ser para comerciantes ya establecidos interesados en, por ejemplo, ampliar negocio. Aun así, el concejal de Empresa deja claro que la finalidad es impulsar a nuevos emprendedores. Desde otro negocio de la zona, Frutopia, María Guzmán ve con preocupación el cierre reciente de varios negocios, «y sin comercio, no hay sinergias».