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Joan Sabaté: «Las calorías causan cáncer y comer menos alarga la vida»

Es profesor de Nutrición y Epidemiología en la Loma Linda University School of Public Health, en California, participó en la reunión NUTS 2022 (Reus) para hablar de los beneficios de los frutos secos

09 noviembre 2022 13:39 | Actualizado a 09 noviembre 2022 13:42
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Con el propósito de compartir las evidencias actuales relacionadas con los beneficios del consumo de frutos secos y definir carencias, necesidades y oportunidades en la investigación en este campo, el Dr. Joan Sabaté, profesor de Nutrición y Epidemiología en la Loma Linda University School of Public Health (California), donde dirige el Centro de Nutrición y Estilo de Vida Saludable, participó, el pasado mes, en la reunión NUTS 2022, celebrada en Reus, junto a los mejores investigadores del mundo sobre los efectos del consumo de frutos secos en la salud. Así, Sabaté es el investigador principal de un ensayo que relacionó directamente el consumo de nueces con reducciones significativas del colesterol sérico.

La reunión NUTS 2022 sirvió para poner en común la experiencia mundial en investigación sobre los beneficios de los frutos secos en la salud.

Fue una iniciativa pionera en España. Personalmente, empecé a investigar esta cuestión de forma inesperada, cuando descubrí que comer frutos secos reducía el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares. Desde entonces, tanto yo como otros grupos científicos hemos estudiado el por qué, cómo y de qué manera los frutos secos, además de reducir el riesgo cardiovascular, también reducen la mortalidad. Entonces, el encuentro tuvo una significación, por un lado, histórica, y, por otro lado, científica, ya que en un mismo salón se reunieron los líderes mundiales de este ámbito.

¿Cómo ha evolucionado la investigación en treinta años?

En cuanto a los aspectos que se han estudiado, empezamos en relación con las enfermedades cardiovasculares. Después, la investigación se ha expandido a factores de riesgo, diabetes, obesidad, cáncer, y, ahora, factores cognitivos. Por todo ello, los recursos se han dirigido hacia la prevención y manejo de las causas clínicas.

A pesar de esta evidencia científica, todavía hay quien se pregunta si los frutos secos engordan o no.

Esta cuestión se me planteó hace treinta años cuando presenté las conclusiones de un estudio sobre los efectos del consumo de nueces en los niveles de colesterol. Si bien las nueces reducen el colesterol, los frutos secos almacenan mucha energía en poco espacio, es decir, son altos calóricamente, pero su consumo desplaza otros alimentos en la dieta. Así, los estudios clínicos y epidemiológicos han evidenciado que comer frutos secos no conlleva un aumento de peso.

¿Todos los frutos secos tienen las mismas propiedades?

Opino que sí, pero los que más se han estudiado son los que comemos en el Mediterráneo, es decir, las almendras, las nueces y los pistachos, así como los cacahuetes. Otros como las nueces pecanas u otros frutos secos que son tropicales no se han estudiado en profundidad. En cualquier caso, mi hipótesis científica es que los frutos secos, como grupo, tienen muchos aspectos en común, por lo que si se hiciesen más estudios –como en el caso de los piñones– hallaríamos que tienen efectos similares.

A los frutos secos se les atribuye un alto poder saciante.

Sí, porque son altos en proteína y en grasa, lo que da más sensación de plenitud. También por la textura, es decir, si tomas la misma cantidad de grasa en aceite de oliva virgen extra que en frutos secos, tendrás menor satisfacción, ya que el hecho de masticar también ayuda a saciar el apetito.

¿Cuál es el consumo racional?

Con sentido común, de frutos secos deberían comerse pocas cantidades porque son densos en calorías. Como referencia, que puede servir a todo el mundo, es comer un puñado. En gramos, las recomendaciones europeas y americanas son de 30 a 40 al día, en general.

Comemos frutos secos todo el año. ¿Nos falta sentido común?

En general, los frutos secos en el Mediterráneo se recolectan en otoño. Entonces, como no se estropean y pueden conservarse, están diseñados, por la naturaleza o por Dios, para que los comamos en invierno. En cambio, en verano podemos disfrutar de la fruta fresca, es decir, melocotones, albaricoques, peras...

Con la ayuda de la ciencia, ¿la medicina debería evolucionar hacia la prevención?

Yo pienso que sí. Hay un dicho en inglés que dice que vale más una onza de prevención que un kilo de tratamiento. Los recursos invertidos en prevención son más rentables que los invertidos en tratamientos. Esta es una cuestión social y de salud pública. En cambio, cuando nos duele algo acudimos al médico, pero cuando tenemos la presión o el colesterol altos, no actuamos como deberíamos, es decir, comiendo frutos secos, haciendo ejercicio, evitando el estrés, etc. Yo soy médico, pero dejé de visitar pacientes para dedicarme a la prevención, porque creo que es una manera más provechosa de emplear mi vida y poder hacer el bien a la humanidad.

¿Por qué todavía nos cuesta ver en la alimentación como una aliada de nuestra salud?

Porque somos humanos, nos gustan los dulces, la nata montada, y, socialmente, nos han educado para celebrar los cumpleaños comiendo una tarta. Es decir, hay factores individuales y otros muchos sociales. Resulta un esfuerzo, cuando salimos de la oficina, hacer ejercicio, comer menos, etc. Las calorías causan cáncer, es decir, comer menos alarga la vida. Entonces, hoy en día, como nuestros padres pasaron una guerra y nosotros tenemos de todo, pensamos que podemos comer de todo. En cambio, debemos moderarnos y controlarnos, tanto a nivel personal y social.

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