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Eduard Toda, un viaje mundial de descubrimientos

El reusense que llegara a ser cónsul general en distintos países destacó en otros ámbitos del conocimiento como la historia, la arqueología o la egiptología

05 junio 2022 15:43 | Actualizado a 05 junio 2022 15:45
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«Eduard Toda y Güell siempre fue un reusense de casta, siempre fue su ciudad». Así lo afirma el historiador Jaume Massó y también lo evidencian las numerosas pasiones de aquel joven de 12 o 13 años que, prematuramente, escribía ya artículos en la Revista del Centre de Lectura de Reus y se interesaba por la arqueología, contaba con unas notas excelentes y se perfilaba como un personaje intelectual excepcional.

Una placa señala que los familiares de Toda, la Familia Güell, vivieron en el lugar que hoy ocupa la actual Casa Navàs. Antes del modernismo, en un edificio del siglo XVIII, la Casa Cardenyes fue donde nació el cónsul, escritor, historiador, egiptólogo y bibiófilo –entre otras actividades más que desarrolló a lo largo de su vida–, uno de los catalanes más interesantes de su época.

De hecho, hay varios aspectos curiosos en su trayectoria personal y profesional. Como un caso único en aquel entonces, Eduard Toda fue hijo de padre y madre solteros, no se casaron nunca, pero él sí reconoció a su hijo legalmente como tal.

A su vez, el reusense tenía unos ideales muy claros incluso en su juventud: con gran riqueza cultural e influenciado por ideologías anticlericales y obreras, reivindicó esos pensamientos en El Arlequín, una revista manuscrita (que Gaudí ilustró en parte) de la que se realizaron once números entre 1867 y 1868.

Tras esta adolescencia prometedora, tan solo con 21 años inició una carrera consular que le llevaría a recorrer numerosos países del mundo, alternadamente, en las próximas décadas.

De Macao a El Cairo

Cuando el reusense terminó la carrera de abogacía, entró a formar parte de lo que hoy sería el Ministerio de Asuntos Exteriores y abrazó la oportunidad de una plaza de vicecónsul español en China. Según explica Jaume Massó, «Macao era una colonia portuguesa y nadie quería ir allí, pero él tenía gran facilidad para los idiomas». Así no dudó en aceptar y a sus conocimientos de catalán, castellano, inglés, francés y portugués, terminó sumando chino mandarín. Más adelante, también aprendería árabe, al viajar a El Cairo. «En Egipto se dedicó a estudiar las pirámides y entró en contacto con el jefe general de arqueología, Gaston Maspero», añade el historiador.

Toda conoció los jeroglíficos egipcios y llegó a estudiar y publicar la tumba intacta de Sennedyem, una exploración inesperada de la que documentó todas las piezas por sí mismo.

Aun así, sus principales responsabilidades como vicecónsul se limitaban a cuestiones económicas y portuarias. Pero tenía tiempo para desarrollar sus aficiones, como la numismática, comprar todo tipo de productos tradicionales y a redactar numerosas publicaciones y artículos. «Podía leer toda la bibliografía del tema que le interesara, no tenía ninguna dificultad; se documentaba y lo hacía acorde con el nivel de la época», puntualiza el historiador.

Jubilación monasterial

De vicecónsul pasaría a ser cónsul general en Londres, París y Hamburgo, pero después de su estancia en esas capitales, Toda rechazó la propuesta de viajar a América y pidió una excedencia. En 1901, Toda empezó a trabajar para Sota & Aznar, una naviera vasca que le permitiría hacerse rico durante la Primera Guerra Mundial. «Como España era neutral», explica Massó, «todas las mercaderías se vendían a los contendientes a muy buen precio».

Más adelante, ya en 1919, el diplomático reusense se jubiló y se trasladó a Escornalbou, donde ya había acondicionado una residencia y mandado restaurar los restos arquitectónicos con su compra de años atrás. Aunque nunca mantuvo buena relación con los eclesiásticos, tampoco con los monjes cistercienses italianos con los que convivió temporalmente, restauró la iglesia románica por su voluntad de recuperar el patrimonio.

Ante una vida tan llena de historias y múltiples vertientes, recorrer la vía homónima que une hoy en día la rambla del Carrilet y la plaza d’Antoni Villarroel es un modo de mantener el legado en Reus, la ciudad natal de un polifacético Toda que se dio a conocer en otros continentes.

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