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Entre montañas de libros

08 abril 2024 19:16 | Actualizado a 09 abril 2024 07:00
Víctor Manuel Punzano Marín
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Nos estamos acostumbrando a ver los libros como algo exótico. Como todo lo añejo, se deprecia al haber sido superado en el tiempo tecnológico por otra serie de artefactos más sofisticados.

Es muy triste afirmar que en España hay muchísimos hogares que no cuentan con un solo libro, mientras crece por encima de la media de UE el número de líneas de teléfono móvil. La lectura ha sido un fenómeno minoritario, segundón, al que cualquier otro ocio ha vencido con desdén.

Me viene a la memoria y con cierto atisbo de esa nostalgia que baña todo recuerdo, como años atrás y cuando cursaba el desaparecido BUP, las monjas que impartían clase en mi colegio se empeñaban en hacernos leer los grandes clásicos de la literatura universal para que después hicieramos un resumen. Comenzando por la obra cumbre de nuestra literatura, Don Quijote, hasta culminar en La Regenta o El Lazarillo de Tormes.

Quizá no somos conscientes de la importancia cultural de las bibliotecas, pero junto con el sistema educativo reglado son los dos pilares de la cultura

Hoy existen aplicaciones que con una pequeña aportación mensual nos leen cualquier ISBN. ¿Para qué esforzarse entonces, para qué leer, si tan poco valor damos al esfuerzo? Y tal es la vagancia que nos caracteriza que incluso desde las instituciones que deben velar porque se invierta la preocupante situación, se hace todo lo contrario. Me indigna, y mucho, que el municipio de Salou menosprecie la lectura y todo lo que ésta engloba, porque no existe una biblioteca como tal, ya que no es accesible a todo ciudadano.

Para muchas personas una biblioteca no constituye más que un cementerio de libros que nunca va a usar, pero para cualquier bibliófilo, se trata de un lugar de culto, sitios de obligada peregrinación.

Entre sus montañas de sabiduría se busca el santo grial personificado en un libro determinado. Desde los incunables más remotos, pasando por los bellos libros de horas y hasta los más destacados best sellers de la actualidad, la pasión por la lectura ha edificado verdaderos monumentos artísticos a lo largo de toda la geografía.

Las grandes bibliotecas del mundo poseen un común denominador, y es que son el escaparate de la civilización y los difusores del conocimiento, si bien constituyen además la esperanza de la preservación del lector.

Quizás no seamos conscientes de la importancia cultural de las bibliotecas, pero junto con el sistema educativo reglado son los dos pilares de la cultura. La biblioteca de Salou lleva reivindicando por años su accesibilidad universal mediante un simple ascensor, u otro proyecto arquitectónico que provea que cualquier ciudadano que no pueda subir sus escaleras lea o estudie en igualdad de condiciones, y por ende haga valer su derecho fundamental de acceso a la cultura.

La biblioteca de Salou debe garantizar la accesibilidad universal para que todos los ciudadanos disfruten de su derecho fundamental de acceso a la cultura

Son muchos los niños y adolescentes que estudian allí en grupo, otros por imperativa ya que en sus domicilios no tienen un lugar adecuado para tal fin. Negar, aunque sea indirectamente, el acceso a sus aulas a niños con discapacidad, ancianos o cualquier otro ciudadano reduce la voluntad de sus responsables al mismo nivel de quienes creen que la utilidad de un libro es nula.

Nuestra biblioteca no guarda en su seno solamente libros, sino que además dispone de innumerables colecciones: fotografía, arte, municipio, también conserva música, todo tipo de materiales documentales, incluso ahora algunos archivos de autores o autoras. Gran parte de todo este valioso fondo documental es inaccesible, como también lo son las exposiciones, actos y reuniones que se celebran en los salones de la segunda planta y, para rematar, los servicios públicos del edificio tampoco son accesibles.

El desinterés hacia la cultura y la indiferencia hacia la lectura se abre paso con pequeños gestos institucionales que a medida que pasan los años se acrecientan. No hay mejor inversión que accesibilizar los mecanismos que hacen que todos podamos ejercer nuestros derechos, también en cultura. Todo lo que alabemos a las bibliotecas siempre se nos quedará corto. Como cortos nos quedaremos al señalar a los responsables de su desaparición.

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