Érase una vez, en los confines del Bosque de las Nieves, una chica de doce años llamada Yanka que ansiaba conocer su pasado. No sabía quiénes eran sus padres, pues su madre adoptiva la había encontrado de bebé en la cueva de una gran osa que hibernaba en lo alto de una montaña. Desde que tuvo memoria, el bosque susurraba a Yanka que debía averiguar su verdadero origen... Y, sin embargo, ella lo ignoraba, pues su vida estaba en el pequeño poblado donde residían Mamochka, su madre; Sasha, su mejor amigo; y Ratonero, su fiera comadreja. Hasta que, una mañana, tras un accidente, Yanka despertó con sus piernas convertidas en patas de oso y decidió que había llegado el momento de descubrir de una vez por todas quién era realmente: ¿una niña-humana o una niña-osa?
Así dará comienzo un viaje que la llevará mucho más allá de lo que jamás hubiera imaginado, enfrentándose a peligros inesperados, y formando en el camino una auténtica manada de amigos extraordinarios. Sin embargo, justo cuando Yanka está a punto de descubrir su verdadera identidad, ocurre algo que podría atraparla en el bosque... para siempre.
La chica que hablaba oso es una novela de aventuras llena de magia que se lee como un cuento clásico. La pluma de Sophie Anderson es delicada y evocadora; me ha resultado profundamente mágico sumergirme en el mundo que ha creado, y que está inspirado en el folclore ruso.
De hecho, uno de los aspectos que enriquecen esta novela son precisamente las leyendas tradicionales de osos, brujas, princesas y dragones que acompañan la historia de Yanka. Y es que una de las muchas cosas que la joven aprenderá durante su viaje es que las historias fantásticas que escuchó durante su infancia no lo eran tanto. Estos relatos, que en un inicio parecen independientes entre ellos, poco a poco van entrelazándose y dibujando un entramado que da sentido a la historia global, y a la de Yanka en concreto.
Título castellano: La chica que hablaba oso
Autora: Sophie Anderson
Editorial: Errata naturae
Traducción: Silvia Moreno Parrado
Páginas: 360
Edad recomendada: A partir de 10 años
Yanka es una protagonista con la que resulta muy fácil conectar. Es alta y fuerte como una osa, pero no consigue liberarse de la sensación de que no acaba de encajar en el pueblo donde vive con su madre adoptiva. La aparición de sus patas de osa simboliza de manera clara ese sentimiento de otredad. Y es la búsqueda de su propia identidad, de su historia, de sí misma, la que la llevará a emprender este viaje.
Por el camino, habrá otros personajes que se irán sumando a la misión de Yanka: una divertida e ingeniosa comadreja, un lobo solitario, un uapití, un búho y Elena, una aprendiz de yaga. Ellos enseñarán a Yanka que la fuerza no proviene de encarar los obstáculos uno solo, sino que la auténtica fuerza reside en el trabajo en equipo. Y gracias a esto la joven acabará descubriendo los secretos que buscaba sobre su pasado y su familia biológica, pero sobre todo aprenderá a apreciar la familia que elegimos, esa que va más allá de los lazos de sangre, pero que es igual de importante.
En definitiva, La chica que hablaba oso es una novela profundamente cautivadora que nos recuerda el poder sanador de la imaginación y la importancia de encontrar un hogar. Si además tenemos en cuenta que va acompañada con algunas ilustraciones evocadoras de Kathrin Honesta, una traducción maravillosa de Silvia Moreno Parrado, y una edición cuidadísima de Errata naturae, sin duda esta novela puede ser un regalo magnífico para estas fiestas.