Me quedé ensimismado observando cómo las motas de polvo flotaban en el haz de luz que atravesaba la habitación. El alba empezaba a inaugurar el 31 de diciembre. Estaba recostado en la cama, arropado con una manta y protegido por la calidez de la habitación forrada de madera. Afuera, la nieve de los Alpes austríacos iba adquiriendo un blanco más intenso. Di un soplido y las motas se revolvieron abruptamente durante unos instantes antes de pulular de nuevo, mansamente, a mi alrededor. Incluso las pequeñas cosas, esas que a menudo pasan desapercibidas, parecen tener su propio ecosistema.
Los que siguen esta columna sabrán que habitualmente pongo el foco en las grandes tendencias ideológicas a nivel europeo: el auge de los populismos aquí y allá, la manipulación de la información, las campañas de amenazas y descrédito contra la prensa, los peligros de las teorías de la conspiración o el abuso del lenguaje para crear una realidad paralela que, en realidad (valga la redundancia), es una táctica que responde a intereses políticos y económicos.
Hoy no. Hoy me voy a detener en las ‘redes informales de información’, uno de esos pequeños ecosistemas que se cuelan entre las grietas de los análisis de las macrotendencias y que tiene un impacto mucho más inmediato en nuestras vidas. Se trata de blogs, newsletters, podcasts, grupos de WhatsApp o de Facebook gestionados por aficionados, expertos, divulgadores o periodistas que ofrecen una información de servicio para una comunidad.
Heather Chaplin escribía hace poco para el Nieman Lab cómo una mujer en Detroit recopila los desahucios de viviendas en su barrio a través de una newsletter, o cómo una vecina de Orange County (California) ha abierto un canal de YouTube en el que traduce las noticias del inglés a su lengua materna, el vietnamita, para los miles de compatriotas que viven en los alrededores y tienen dificultades con el inglés.
También hay ejemplos similares por toda Europa. La periodista Sarah Hartley, después de una carrera en el The Guardian, primero, y desarrollando programas de innovación para medios en Google, después, escribe desde hace poco más de un año el Northern Eco, una newsletter en el que cubre el impacto de la crisis climática en la vida de los habitantes del Norte de Yorkshire, Reino Unido. Por cierto, la newsletter sobrevive, en parte, gracias al apoyo de los lectores. Y, sin ir más lejos, aquí, en Viena, el blog decano de los inmigrantes de habla hispana es Viena Directo, de Paco Bernal, con casi dos décadas. Este blog personal se convirtió en un referente informativo durante la pandemia, al que muchos de nosotros acudimos para cerciorarnos de las medidas que iba adoptando el gobierno de Austria en cada momento.
No todas estas fuentes informales de noticias residen en internet. Si bien WhatsApp es una herramienta fundamental en África para difundir las noticias, saltándose la censura de gobiernos autocráticos, en algunos países del continente todavía se pueden encontrar pizarras o tableros de corcho instalados en los cruces de caminos que conectan varias aldeas con noticias de servicio y otros anuncios. Esta práctica es tan antigua como el mismo imperio de Roma. En el libro Historia y Comunicación Social, Manuel Vázquez Montalbán describe cómo los romanos crearon los Album, muros blanqueados con cal y divididos en rectángulos iguales ubicados en las plazas públicas que servían para publicar noticias que completaban al pregón oral del Praeco.
Hoy en día, estas redes informales de noticias son herederas de las formas primigenias de transmisión oral de la información. Unos formatos que nos ayudaron, en su momento, a adaptarnos al entorno y dar sentido a la realidad más inmediata, la de nuestra comunidad. Una necesidad, la de dar sentido a la realidad, que hoy día se antoja tan urgente como lo pudo ser antaño.
Poner de nuevo el valor de la comunidad, de lo que acontece en nuestro bloque, en nuestra pueblo, barrio o ciudad, quizá sea la manera más natural de enfrentarse a la deriva populista que dominará buena parte de las principales potencias mundiales en los próximos años. Ante los intentos de polarizar la sociedad, de empujarnos a elegir ‘un bando’, el periodismo local y los medios informales de noticias representan esos ecosistemas invisibles que nos dan el espacio para poder observar nuestra realidad más inmediata, por pequeña que sea.