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La cultura del parecer

Tendencia. Aumenta la demanda de intervenciones de cirugía estética y procedimientos no quirúrgicos; y cada vez son más jóvenes los que las buscan y contratan

03 diciembre 2023 17:43 | Actualizado a 04 diciembre 2023 14:00
Gustau Alegret
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Esta semana, descubrí unos datos que sorprendieron. En el programa que preparamos cada día con mi equipo, buscamos temas de actualidad para explicarlos con datos y un experto. La política ocupa gran parte de nuestra agenda informativa, lo cual no es sorprendente porque suele ser lo que más interesa a la audiencia. Pero hay días en los que voluntariamente nos alejamos de esa burbuja con mucho ruido para hablar de otros temas. El martes pasado, uno de esos temas distintos fue el incremento de la demanda en el mundo de operaciones de cirugía y procedimientos estéticos.

Es una industria de más de 75.000 millones de dólares que cada año encuentra nuevos pacientes en edades cada vez más jóvenes. Según un estudio de la Sociedad Internacional de Cirugía Plástica Estética (ISAPS, por sus siglas en inglés), en los últimos cuatro años, ha habido un aumento del 33,3 por ciento en intervenciones de cirugía estética, y casi un 55 por ciento de aumento en la demanda de procedimientos no quirúrgicos.

Las cirugías más demandadas son las mamoplastias de aumento y las liposucciones; y en la medicina estética, destacan las inyecciones de bótox y ácido hialurónico, entre otras. Hasta hace unos años, este tipo de procedimientos solían ser demandados fundamentalmente por personas de edad adulta –no necesariamente adultos mayores–, es decir de los 35 a los 50 años, aquella edad en la que nos alejamos de la juventud para transitar por la madurez antes de la vejez. Recurrir a esos procedimientos era una suerte de resistencia o negación de que ya no somos jóvenes. Hoy, a la luz de los datos, ya no es no querer dejar de ser joven; es querer abrazar una belleza idílica a cualquier edad.

Los estudios revelan que la mayoría de los aumentos de senos (53,1 por ciento del total) y las rinoplastias (63,7 por ciento) se realizaron en mujeres de 19 a 34 años, mientras que los inyectables de toxina botulínica fueron más populares entre los de 35 a 50 años (47,2 por ciento del total).

Mi profesor de Historia del Arte, a principios de la década de los 90 –cuando disfruté aprendiendo de las obras de los clásicos– nos contó que la estética y los ideales de belleza cambian con el tiempo. La belleza es subjetiva y depende de la época.

En un mundo hoy definido por la extrema delgadez, obras como ‘Las tres Gracias’ de Rubens es un buen ejemplo para el contraste. Y no es que las Gracias estuvieran gordas. Es que era reales, como las inmensa mayoría de mujeres de hoy en día; no las que nos presentan las marcas o las redes sociales. Pero ese aluvión de influencia digital y mediática es muy poderoso, sobre todo en las nuevas generaciones que viven pegados a las pantallas. Una investigación de las etiquetas (hashtags) de la red social TikTok y de las búsquedas en Google en Estados Unidos realizada por el minorista de suministros médicos Face Med Store descubrió que el levantamiento de glúteos brasileño (BBL) es el procedimiento cosmético más viral en las redes sociales: los usuarios de TikTok lo vieron 4.800 millones de veces en los últimos tres años. El botox es el segundo más solicitado (1.700 millones de visitas en TikTok en el mismo periodo), seguido del relleno de labios (1,6 millones de veces), la liposucción (156.041 en los últimos tres años) y el diseño de cejas o microblading (840,5 millones de visitas en TikTok en los últimos tres años).

En América Latina, es cada vez más habitual que cuando las niñas cumplen los 15 años celebren una fiesta de presentación en sociedad, y en algunos casos (no es muy común, pero su mera práctica ya es llamativa) el regalo para esas adolescentes es un aumentos de senos. ¡A los 15 años!

Los datos y la tendencias al alza son llamativos y preocupantes. Revelan –como me explicó la experta en psicología social y familia, Christina Balinotti– una obsesión por abrazar una cultura del parecer que nos aleja de la cultura de ser: de querer parecer algo que no somos, de querer una belleza que no es la belleza real pero que buscamos obsesivamente.

Cuidarse es una cosa; alterar obsesivamente el cuerpo y someterse a cirugías o procedimientos médicos cuya última finalidad es la estética para agradar (aunque sea simplemente para agradarnos) es otra. Y cuando esa obsesión comienza, con el beneplácito o el estímulo paterno o materno, en edades donde los jóvenes se están formando física y mentalmente, es para ponerle atención.

La belleza real, la belleza auténtica es la que no se ve. Esa es la que tenemos que cuidar, cultivar y proyectar. La otra envejece y se deteriora por mucho que la retoquemos.

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