Acabo de leer el libro La invención de la Naturaleza, de Andrea Wulf, sobre la vida de Alexander von Humboldt, el gran naturalista alemán, explorador entre los siglos XVIII y XIX, cuando mulas y caballos eran el medio de transporte, aparte de los barcos. Recorrió media América, igual que atravesó Europa y toda la estepa rusa.
Fue amigo de Goethe, Bolívar, Jefferson, Darwin... y de Federico Guillermo IV de Prusia que le calificó como «el hombre más grande desde el Diluvio».
En Berlín o en París tal multitud acudía a sus conferencias que la policía debía controlar los accesos. En cuanto a correspondencia, a los 87 años (murió a los 89), recibía unas 5.000 cartas al año que se proponía contestar. Pidió a la gente que no le escribiera tanto.