El pasado día 18, las redes sociales informaron de la muerte de Noam Chomsky, padre de la lingüística moderna. «¡Que descanse en paz!», le desearon dos mil usuarios de X. Su esposa contestó que vivía y descansaba en un hospital brasileño.
Hubo otros despedidos antes de tiempo: José Luis Perales, Miguel Bosé, Brigitte Bardot, a quien Radio Francia dio por muerta y, mucho antes, Mark Twain que en 1897, estando enfermo, reaccionó a su obituario en el New York Journal, escribiendo: «La noticia debo considerarla una exageración».
Distinto fue el caso del espía Francisco Paesa quien en 1998, para desaparecer del mapa, hizo publicar su esquela según la cual había fallecido en Tailandia por un fallo cardíaco. Su muerte verdadera ocurrió en París en 2023.
