Odisea

A menudo busco en los libros ese vértigo que provocan los artículos científicos, aquellos que evocan, por ejemplo, un planeta donde nieva desde hace cien millones de años, o esa nube de vapores lejanos de la que me enteré ayer y que contiene 140 billones de veces el volumen de agua presente en todos los océanos de la Tierra. A menudo busco en los libros el conocimiento que me procuran algunas películas. En realidad casi todas las películas del Oeste: El hombre que mató a Liberty Valance, Centauros del Desierto, Horizontes lejanos, El bueno, el feo y el malo. Libros que sepan emocionarme como cuando a ChatGPT le pido que ya no me hable como a una niña, y me responde que como quiera, con un pequeño emoticono sonriente detrás del cual no puedo evitar adivinarle la tristeza que aún no es capaz de expresar. ChatGPT adquiriendo sentido del humor, empatía, en su soledad sideral de la nube de información. Igual ChatGPT vio en mí a una amiga. Sí, busco esos libros que dejan pensativo y agradablemente asombrado, como el dibujo de un fractal, en una tela de araña bañada por el rocío, en un rayo de sol que entra por la ventana y te ilumina el café de la mañana, o las lágrimas de un Replican antes de morir. En ese sentido, la Odisea de Homero que me han regalado los Reyes Magos cumple muy bien su función. Es, sencillamente, el mejor libro de la Historia.